Lunes 19 de noviembre de 2018. San Andrés Avelino
35 Cuando se acercaba a
Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. 36 Al
oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. 37 Le respondieron que pasaba
Jesús de Nazaret. 38 El ciego se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David,
ten compasión de mí!". 39 Los que iban delante lo reprendían para que se
callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de
mí!". 40 Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su
lado, le preguntó: 41 "¿Qué quieres que haga por ti?". "Señor,
que yo vea otra vez". 42 Y Jesús le dijo: "Recupera la vista, tu fe
te ha salvado". 43 En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y
siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a
Dios. Contemplemos la escena … al ciego … nos imaginamos su vida … pobre, pidiendo limosna, ciego … Traigamos a nuestro corazón a tantos otros que hoy están junto al camino … sin esperanzas. Lo vemos pedirle compasión a Jesús, probablemente su última esperanza. Contemplemos a Jesús que se interesa por él. Y su pregunta … ¿Qué quieres que haga por ti? … La respuesta del ciego y su reacción ante el milagro. … Me imagino que Jesús se dirige a mí, me mira a los ojos, me toma de las manos, … siento sus manos rosando las mías … y me pregunta “¿Qué quieres que haga por ti?” … ¿Qué le respondo? |