Sábado 2 de febrero de 2019. San
Carlos del Monte Argo
Lucas 2.
22-40
22 Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para
la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, 23
como está escrito en la Ley: Todo varón
primogénito será consagrado al Señor. 24 También debían ofrecer en
sacrificio un par de tórtolas o de
pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
25 Vivía entonces en Jerusalén un hombre
llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El
Espíritu Santo estaba en él 26 y le había revelado que no moriría antes de ver
al Mesías del Señor. 27 Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y
cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las
prescripciones de la Ley, 28 Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios,
diciendo:
29 "Ahora, Señor, puedes dejar que
tu servidor muera en paz,como lo has prometido, 30 porque mis ojos han visto la
salvación 31 que preparaste delante de todos los pueblos: 32 luz para iluminar
a las naciones paganasy gloria de tu pueblo Israel".
33 Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. 34
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será
causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de
contradicción, 35 y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se
manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
36 Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia
de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido
siete años con su marido. 37 Desde entonces había permanecido viuda, y tenía
ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día
con ayunos y oraciones. 38 Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar
gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la
redención de Jerusalén.
39 Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su
ciudad de Nazaret, en Galilea. 40 El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno
de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
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Me
imagino encontrándome con María y el niño … Yo conozco como se desarrollarán
los acontecimientos … sé quien es y qué es para mi Jesús. ¿qué le puedo decir?
… ¿cómo le explico mi fe? … ¿cómo alabo al Señor por la oportunidad de estar
con María y Jesús? |