Miércoles 13 de octubre de 2021. San Eduardo

Lucas 11. 42-46

42 Pero ¡ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. 43 ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas! 44 ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!". 45 Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: "Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros". 46 Él le respondió: "¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!


Reflexión.

Al leer las advertencias de Jesús, ¿Cómo nos sentimos tocados? … ¿Damos como ayuda fraterna lo que nos sobra? … ¿De qué forma nuestros actos de piedad están centrados en el amor, la justicia y la compasión? … ¿Cuándo hemos caído en querer figurar y ser los primeros? … ¿Cuándo nos ha gustado ser admirados y tener más poder que los otros? … Analicemos nuestra posición en la familia, en la comunidad, en el trabajo, en el estudio, en la sociedad… ¿Cuándo hemos caído en la soberbia y en la búsqueda de la fama y el poder? … Recordemos cuando hemos exigido juzgando a otros por lo que nosotros mismo no somos capaces de hacer. ... ¿Cuándo le hemos exigido a quienes queremos más de lo que pueden hacer? … ¿les ayudamos? … Le pedimos perdón al Señor ante estas situaciones y ayuda para ser apóstoles de verdad y sacar ese fariseo que llevamos muchas veces oculto en nuestro interior.


Coloquio.

Ayúdanos, Señor, a no ser como los fariseos preocupados de tanto detalle normativo y externo y ser más como lo que tu deseas: que cuidemos de vivir en el amor y la justicia divina. Ayúdanos a ser más fraternos y justos, sin descuidar las liturgias externas, pero que sean auténticas expresiones de nuestra fidelidad a la voluntad del Padre. Ayúdanos, Señor, a no buscar los lugares de privilegio y ser reconocidos, sino que más bien, procuremos de ubicarnos en los lugares donde no seamos tan visibles para los poderosos, pero muy cercanos a los más débiles para ayudarles y servirles como tu nos pides, Señor. Ayúdanos a escuchar las insinuaciones y mociones de tu Espíritu Santo que nos anima a no imponer cargas insoportables a los demás, sino que compartir con ellos tus mandamientos que nos conducen a vivir en plenitud, felices y eternamente. Amén