Salmo 106(105),1-5
"Alaben al Señor: La Bondad de Dios y el Anhelo de Ver la Felicidad de sus Elegidos"
“1 ¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! 2 ¿Quién podrá contar las proezas del Señor y proclamar todas sus alabanzas? 3 ¡Felices los que proceden con rectitud, los que practican la justicia en todo tiempo! 4 ¡Acuérdate de mí, Señor, por el amor a tu pueblo! ¡Visítame con tu salvación! 5 para que yo vea la felicidad de tus elegidos, me alegre con la alegría de tu nación y me gloríe con el pueblo de tu herencia.”
Contexto
El Salmo 106, al igual que el Salmo 105 que lo precede, es un salmo histórico, pero con un enfoque diferente. Mientras el 105 celebra la fidelidad de Dios, el Salmo 106 es principalmente una confesión de los pecados y la infidelidad de Israel a lo largo de su historia, a pesar de la bondad y la misericordia constantes de Dios. Sin embargo, este salmo comienza (como vemos en estos primeros versículos) con una doxología, una invitación a la alabanza y al reconocimiento de la bondad y el amor eterno de Dios, antes de adentrarse en la dolorosa revisión de las infidelidades del pueblo. Los versículos 4-5 expresan un anhelo personal del salmista de participar en la salvación y la felicidad del pueblo de Dios.
Tema Central
El tema central de estos versículos introductorios es la alabanza a la bondad inagotable y al amor eterno de Dios, reconociendo la inmensidad de sus proezas, que son incontables. Se proclama la felicidad de quienes viven en rectitud y justicia. El salmista intercala una súplica personal para ser recordado por Dios y participar de la alegría y la gloria del pueblo elegido, anhelando ver y experimentar la salvación divina.
Aplicación a nuestra actualidad
Estos versículos iniciales del Salmo 106 nos ofrecen una base fundamental para nuestra relación con Dios, incluso antes de considerar nuestras propias debilidades o las del mundo:
La Razón Fundamental de la Alabanza: La Bondad y el Amor Eterno de Dios: "¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!". Esta es la confesión primordial. Antes de cualquier otra consideración, reconocemos el carácter intrínseco de Dios: su bondad y su amor (jesed), que no tiene fin. Esta verdad es el ancla de nuestra esperanza y el motivo perenne de nuestra gratitud.
La Inmensidad de las Obras de Dios: "¿Quién podrá contar las proezas del Señor y proclamar todas sus alabanzas?". Las obras salvadoras de Dios son tan numerosas y grandiosas que exceden nuestra capacidad de narrarlas o alabarlas completamente. Esto nos invita a una humildad maravillada y a un esfuerzo constante por descubrir y proclamar, aunque sea de forma limitada, sus maravillas.
La Felicidad de la Rectitud y la Justicia: "¡Felices los que proceden con rectitud, los que practican la justicia en todo tiempo!". Se establece una conexión directa entre la felicidad y una vida vivida según los principios de Dios. La verdadera bienaventuranza no se encuentra en el egoísmo o la transgresión, sino en la búsqueda constante de la rectitud y la práctica de la justicia.
Anhelo Personal de la Salvación y la Comunión: "¡Acuérdate de mí, Señor, por el amor a tu pueblo! ¡Visítame con tu salvación! para que yo vea la felicidad de tus elegidos...". El salmista no se conforma con una alabanza abstracta; desea experimentar personalmente la salvación y la alegría que Dios concede a su pueblo. Es una oración de profunda implicación personal, un deseo de pertenecer y participar plenamente de los dones de Dios. Nos invita a hacer nuestra esta súplica, anhelando ver y compartir la felicidad de la comunidad de los creyentes.
Identificación con el Pueblo de Dios: "...me alegre con la alegría de tu nación y me gloríe con el pueblo de tu herencia". Hay un fuerte sentido de identidad comunitaria. La alegría y la gloria personales están ligadas a la alegría y la gloria del pueblo de Dios en su conjunto. Esto nos recuerda la importancia de la comunión y la solidaridad en la fe.
Aunque el resto del Salmo 106 se adentrará en la confesión de los pecados, estos versículos iniciales establecen el fundamento indispensable: la bondad inalterable de Dios y su amor eterno. Es desde esta certeza que podemos luego mirar nuestras propias fragilidades y las de la historia, sabiendo que su misericordia es siempre mayor.
Preguntas para la reflexión
¿En qué momentos de mi vida necesito recordar con más fuerza que Dios "es bueno" y que "es eterno su amor", especialmente cuando las circunstancias parecen contradecirlo?
¿Me esfuerzo por "contar las proezas del Señor" y "proclamar sus alabanzas" en mi vida diaria, o tiendo a dar por sentada su acción?
¿Qué significa para mí hoy "proceder con rectitud" y "practicar la justicia en todo tiempo"? ¿Encuentro verdadera "felicidad" en este camino?
¿Con qué sinceridad puedo yo hoy orar: "¡Acuérdate de mí, Señor... Visítame con tu salvación!" y anhelar ver la felicidad de los elegidos de Dios?
¿Cómo puedo yo cultivar un mayor sentido de pertenencia y alegría compartida con "la nación" de Dios, la Iglesia, gloriándome en ser parte de su herencia?
Oración
¡Aleluya! Señor, te damos gracias porque eres bueno y porque es eterno tu amor. Ayúdanos a reconocer tus innumerables proezas y a proclamar tus alabanzas. Concédenos la gracia de proceder siempre con rectitud y de practicar la justicia, para que podamos ser verdaderamente felices. Acuérdate de nosotros, Señor, por el amor que tienes a tu pueblo; visítanos con tu salvación, para que veamos la felicidad de tus elegidos, nos alegremos con la alegría de tu nación y nos gloriemos con el pueblo de tu herencia. Amén.