Domingo 4 de mayo 2025. Tercer Domingo de Pascua
San Carlos Rodríguez
Juan 21,1-19
Jesús les dio pan y pescado
Domingo 4 de mayo 2025. Tercer Domingo de Pascua
San Carlos Rodríguez
Juan 21,1-19
Jesús les dio pan y pescado
1 Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: 2 estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. 3 Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. 4 Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. 5 Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No". 6 Él les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. 7 El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. 8 Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. 9 Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. 10 Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar". 11 Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. 12 Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres?", porque sabían que era el Señor. 13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. 14 Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. 15 Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". Él le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". 16 Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". Él le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". 17 Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. 18 Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras". 19 De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".
Reflexión.
Contemplemos la escena ... A Jesús preguntando ... a Pedro contestando ... ¿Qué ovejas nos ha encargado el Señor? ¿Quiénes están a nuestro cuidado? Contemplemos sus rostros ... Observemos sus vidas ... El Señor nos vuelve a preguntar si los amamos ... y vuelven las imágenes de esas personas más débiles que dependen de nosotros. … ¿Qué sentimos?
Coloquio.
Señor, ya resucitado nos acompañas y te apareces en nuestras vidas. En nuestras casas y donde trabajamos y vivimos regularmente. Gracias, Señor por estar siempre con nosotros. No dejes de inspirarnos para tomar decisiones en lo cotidiano. Que nuestro discernir y actuar esté inspirado en tu guía. Abre nuestras mentes y corazones para poder escuchar tus sugerencias y seguirlas. Así incorporaremos a nuestra vida tus valores y nuestras relaciones serán más reflejo de los deseos del Padre y nuestra sociedad estará cada día más cerca del reino soñado por Dios. como a Pedro, también nos preguntas a nosotros si te amamos. Por supuesto, tu sabes que te amamos. Con todas nuestras fragilidades, inconsecuencias, ingratitudes y con nuestros pecados que nos avergüenzan tanto. Pese a eso, si, Señor, te amamos. Tres veces le preguntaste a Pedo, tantas veces como el te negó. ¿Cuántas veces nos tendrías que preguntar a nosotros? Todas esas veces nuestra respuesta es afirmativa, lo ratificamos, Señor. Todas esas veces nos encargas que cuidemos tu rebaño: nuestras hermanas, nuestros hermanos. En tu nombre, Señor, nos ponemos en marcha para cuidarlos, para llevarles una buena noticia a los más frágiles, a los pobres. Para liberar de sus cadenas a los que están o se sienten cautivos en sus vidas. Para que los que no son capaces de ver lo luminoso de la vida contigo y viven en las tinieblas de la mentira, el resentimiento y el desamor puedan recobrar la visión y les cambie la vida. Para acoger a los que se sienten postergados o excluidos, discriminados de distinto tipo, por su género, condición sexual, nacionalidad, color de piel, etnia o cualquier motiva de discriminación. También solidarizar con los que están complicados con culpas y deudas no resueltas. Todos, ellos y ellas los cuidaremos, Señor. En tu nombre. Amén
(Reflexiones obtenidas con ayuda de aplicaciones de inteligencia artificial)