Salmo 90(89), 3-6, 12-14, 17
"La Brevedad de la Vida y la Súplica por la Sabiduría del Corazón"
“3 Tú reduces al hombre al polvo, diciendo: «¡Vuelvan, hijos de Adán!». 4 Porque mil años a tus ojos son como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia en la noche. 5 Tú los barres, y son como un sueño, como la hierba que brota en la mañana: 6 por la mañana brota y florece, y por la tarde se seca y se marchita... 12 ¡Enséñanos a contar nuestros días, para que nuestro corazón adquiera la sabiduría! 13 ¡Vuelve, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. 14 Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos y nos alegraremos toda nuestra vida... 17 ¡Que descienda sobre nosotros la bondad del Señor! ¡Que el Señor, nuestro Dios, afiance la obra de nuestras manos!”
Contexto
El Salmo 90, atribuido a Moisés, es una profunda meditación sobre la eternidad de Dios y la fragilidad y brevedad de la vida humana. Es una oración que surge de la experiencia de la finitud. La primera parte del salmo establece esta fugacidad de la existencia. Los versículos seleccionados aquí contienen la súplica central del salmo: una petición de sabiduría para vivir bien el poco tiempo que tenemos, un clamor por la misericordia de Dios, y una esperanza de que el amor de Dios pueda dar alegría y permanencia a nuestra vida efímera.
Tema Central
El tema central es una súplica a Dios por la sabiduría para vivir una vida significativa a la luz de su brevedad. Consciente de la fugacidad humana, el salmista pide a Dios que le enseñe a valorar el tiempo ("contar nuestros días"). Ante esta condición precaria, clama por el amor compasivo de Dios como la única fuente de alegría duradera, y pide que Dios mismo dé consistencia y permanencia a las obras humanas.
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo, con su realismo sobre la condición humana, es una fuente de profunda sabiduría para nuestra vida, a menudo vivida como si fuéramos inmortales:
Conciencia de la Brevedad de la Vida: "Tú reduces al hombre al polvo... mil años a tus ojos son como el día de ayer... somos como la hierba...". El salmo nos invita a una meditación honesta sobre nuestra propia finitud. Esta conciencia no es para deprimirnos, sino para despertarnos de la superficialidad y del malgasto del tiempo. Es una llamada a vivir con mayor intencionalidad y profundidad.
Pedir la Sabiduría del Corazón: "¡Enséñanos a contar nuestros días, para que nuestro corazón adquiera la sabiduría!". Esta es la petición central. "Contar nuestros días" no es solo llevar un calendario, sino valorar cada día como un don precioso. La verdadera sabiduría consiste en vivir cada momento a la luz de la eternidad, discerniendo lo que es verdaderamente importante de lo que es pasajero y vano.
El Clamor por la Misericordia de Dios: "¡Vuelve, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores". En nuestra fragilidad, nuestra única esperanza es la compasión de Dios. Es una oración de anhelo, un deseo de que Dios se manifieste de nuevo con su favor.
El Amor de Dios como Fuente de Alegría Duradera: "Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos y nos alegraremos toda nuestra vida". ¿Qué puede dar una alegría que dure "toda nuestra vida", a pesar de su brevedad y sus sufrimientos? El salmista lo tiene claro: solo el amor fiel (jesed) de Dios. Si somos saciados por su amor cada mañana, podremos vivir cada día con una alegría profunda que las circunstancias no pueden quitar.
La Búsqueda de un Legado que Perdure: "¡Que el Señor, nuestro Dios, afiance la obra de nuestras manos!". Conscientes de que nuestras obras son tan frágiles como nosotros, pedimos que Dios mismo les dé solidez, que las "afiance", que les dé un valor que trascienda nuestra breve existencia. Es una oración para que nuestro trabajo, nuestros esfuerzos, nuestro servicio, no sean en vano, sino que contribuyan a la obra eterna de Dios.
Preguntas para la reflexión
¿Soy consciente de la brevedad de mi vida? ¿De qué manera esta conciencia me ayuda a "adquirir la sabiduría" y a centrarme en lo que es verdaderamente importante?
¿Qué significa para mí hoy "contar mis días"? ¿Estoy aprovechando el tiempo que Dios me da, o lo estoy malgastando en cosas vanas?
¿Con qué frecuencia pido a Dios que me "sacien seguida con su amor" como la fuente de mi alegría diaria?
¿Confío en que el amor de Dios puede darme una alegría que dure "toda mi vida", incluso en medio de las dificultades?
¿Qué "obra de mis manos" (mi trabajo, mi servicio, mi familia, mis relaciones) le pido hoy a Dios que "afiance" y le dé un valor duradero?
Oración
Señor, Dios eterno, que reduces al hombre al polvo, enséñanos a contar nuestros días para que nuestro corazón adquiera la sabiduría. Ten compasión de nosotros, tus servidores, y sácianos cada mañana con tu amor, para que cantemos y nos alegremos todos nuestros días. Que tu bondad descienda sobre nosotros, y afianza Tú, Señor, nuestro Dios, la obra de nuestras manos. Amén.