Reflexión.

Con los ojos cerrados imaginemos la escena: María llega con alegría al hogar de Isabel, y al saludarla, sentimos el gozo de Isabel y el movimiento de Juan en su vientre. Percibimos la felicidad, la humildad y la gratitud que envuelven este momento, donde dos mujeres reconocen y celebran la acción de Dios en sus vidas. …  ¿Cómo reaccionamos ante los dones y las bendiciones que Dios ha puesto en nuestra vida?...   ¿Cómo se nota en nosotros que confiamos plenamente en las promesas de Dios, como lo hizo María?  …  ¿Con quienes reconocemos y celebramos la obra de Dios en sus vidas? …  ¿De qué manera podemos ser portador de alegría y esperanza, como lo fue María para Isabel?

Coloquio.

Señor Jesús, Hoy quiero aprender de María e Isabel a reconocer tu presencia en mi vida y en la vida de quienes me rodean. Dame un corazón humilde, capaz de compartir y celebrar la alegría de tu obra. … Enséñame a confiar plenamente en tus promesas, a servir con amor y a ser instrumento de esperanza y consuelo para los demás. Llena mi vida de tu Espíritu Santo, para que pueda anunciar con gozo las maravillas que haces en mi vida. … Gracias por el regalo de la fe y por las personas que me animan a seguir creyendo en ti.  … Amén.