Domingo 15 de diciembre de 2024. Tercer Domingo De Adviento.
San Reinaldo
Lucas 3,10-18
Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso … él los bautizará en el Espíritu Santo
10 La gente le preguntaba: "¿Qué debemos hacer entonces?". 11 Él les respondía: "El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto". 12 Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?". 13 Él les respondió: "No exijan más de lo estipulado". 14 A su vez, unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos hacer?". Juan les respondió: "No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo". 15 Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, 16 él tomó la palabra y les dijo a todos: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. 17 Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible". 18 Y por medio de muchas otras exhortaciones anunciaba al pueblo la Buena Noticia.
Reflexión.
Si estuviéramos allí … Si le preguntáramos a Juan – “¿Maestro, y yo que debo hacer?” … ¿Qué creemos que nos respondería Juan? ...¿Qué áreas de nuestra vida necesitan cambio? ... ¿Dónde es necesario fijar nuestra atención para gozar del Reino? ... ¿Será nuestra falta de solidaridad? … ¿Será la tensión que nos produce el dinero? ... ¿Será nuestras ganas de ser más poderosos? ... ¿Será nuestra falta de humildad? … ¿Qué debemos trabajar para gozar del Reino y ser feliz como Dios quiere que seamos?
Coloquio.
Señor Jesús, Hoy quiero escuchar la voz de Juan el Bautista que me llama a la conversión. Dame un corazón generoso y justo para vivir de acuerdo con tu voluntad. Ayúdame a compartir lo que tengo con los demás, a actuar con integridad y a ser signo de tu amor en el mundo. Lléname con tu Espíritu Santo y purifícame con tu fuego, para que mi vida sea un reflejo de tu Reino. Enséñame a vivir preparado para tu venida, con esperanza y alegría, anunciando la Buena Noticia a quienes me rodean. Gracias por el regalo de tu salvación. Que mi vida sea una respuesta de gratitud y entrega a tu amor. Amén.