Reflexión.

Contemplemos la escena… Jesús, el Espíritu Santo bajando desde el cielo y el Padre proclamando al Hijo.  Nos dejamos llenar por la santa Trinidad. … ¿qué sentimos? … ¿ y si nosotros nos sintiéramos elegido también como hijos amado?  Imaginemos que sentimos la voz del Padre diciéndonos a nosotros que somos sus hijos amados y que pone toda su predilección en nosotros … ¿qué sentimos?

Coloquio.

Señor Jesús, eres el Hijo muy querido del Padre. En Ti Dios Padre tiene puesta toda su predilección. A ti seguimos entonces, Jesús. Acéptanos como parte de tu equipo para trabajar contigo en tu misión que el Padre te tiene reservada. Nosotros también queremos ser bautizados para ser parte de ese proyecto divino: Anunciar el Reino de Dios. Bautízanos, Señor, en el fuego del Espíritu Santo para así llevar una buena noticia a los pobres, liberar a los cautivos, dar vista a los ciegos y anunciar que todas las deudas quedan pagadas por la inmensa misericordia de Dios que todo lo perdona y que nos ama infinitamente. Amén.