Reflexión.

Imaginemos que no acercamos a Jesús y el dice … “aquí viene un(a) verdadero(a) cristiano(a), en quien no hay engaño” … ¿qué nos puede hacer merecedores de ese reconocimiento más allá de orar las lecturas y rezar debajo de nuestra higuera? … ¿qué creemos que Jesús espera de nosotros para merecernos el título de ser su discípulo (a)? … ¿Cómo nos podemos poner en marcha para ello?

Coloquio.

Señor Jesús, tu nos conoces bien, sabes lo bueno y lo malo de nuestra historia. Conoces nuestras miserias y nuestras riquezas. Tu nos creaste y nos has seguido criando para que nuestra vida pueda ser reconocida como la de un verdadero cristiano, seguidor tuyo. Ayúdanos, Señor para no decepcionarte, para que seamos coherentes. Que nuestro actuar sea consecuente con lo que tu predicas. Envía tu Espíritu, Jesús, para que nos impulse a amar más y perdonar más, para que nos anime a vivir fraternalmente y construir en nuestra sociedad el Reino soñado por el Padre Dios.  Creemos en ti, Señor, creemos que siguiéndote encontraremos la verdad y contigo nos realizaremos totalmente en una vida plena y eterna. Gracias, Señor, por acogernos contigo en tu proyecto, gracias por confiar en nosotros. No te defraudaremos. Amén