Reflexión.

Traigamos a nuestra memoria las buenas obras que hemos realizado.  Aquellas cosas en las que hemos sentido de corazón que debíamos hacerlas, que era el servicio al cual estábamos llamados. ¿Lo hicimos pensando en la recompensa que obtendríamos? … ¿Nos preocupa cómo será la retribución por esas obras o más bien las hacemos de corazón, simplemente por amor?. ¿Cómo y en qué necesitamos cambiar nuestra actitud de servicio?  Le pedimos al Señor ayuda para actuar desinteresadamente en el servicio a nuestros hermanos que hacemos en su nombre.

Coloquio.

Señor, ayúdanos a servir más y mejor. A ser felices amando más que siendo amados, a sentir la dicha de ayudar a quienes nos necesitan. Ayúdanos a ser más solidarios y a cultivar relaciones fraternas, basadas en el amor y el perdón. Que no nos afanemos tanto en que nos sirvan, sino más bien buscar siempre el bien del otro, porque en ellos está el corazón y la inquietud de Dios. Ayúdanos a sentirnos todos hermanos, hijos de un mismo Padre, tú nuestro Señor. Ayúdanos a seguir el modelo de Jesús, a imitar su estilo de vida, a que esa forma de vivir pase a ser lo natural entre nosotros, que no nos cueste. Y así poco a poco este mundo, nuestra sociedad se convierta en algo extraordinario: el Reino soñado por Dios. Amén