Salmo 68(67),2-7
"¡Que se Levante Dios! Su Presencia Dispersa a los Enemigos y Alegra a los Justos"
“2 ¡Que Dios se levante y se dispersen sus enemigos, que los que lo odian huyan delante de él! 3 ¡Que se disipen como el humo, como se derrite la cera ante el fuego! ¡Así perecerán los malvados delante de Dios! 4 Pero los justos se alegrarán y se regocijarán delante de Dios, y saltarán de contentos. 5 ¡Canten a Dios, entonen un himno a su Nombre! ¡Preparen el camino al que cabalga sobre las nubes! Su Nombre es «el Señor». ¡Salten de gozo delante de él! 6 Él es padre de los huérfanos y defensor de las viudas, el Dios que habita en su Templo santo. 7 El Dios que da un hogar a los abandonados y conduce a los cautivos a la prosperidad; sólo los rebeldes quedan en el desierto abrasador.”
Contexto
El Salmo 68 es un salmo complejo y vigoroso, lleno de imágenes poderosas que describen a Dios como un guerrero triunfante, un rey y un protector de su pueblo. Se cree que pudo haber sido un himno procesional, quizás utilizado cuando el Arca de la Alianza era llevada en alguna celebración. Los primeros versículos (2-4) recuerdan la fórmula utilizada cuando el Arca se ponía en movimiento en el desierto (Números 10,35), evocando la presencia temible de Dios que pone en fuga a sus enemigos y trae alegría a los justos. Los versículos siguientes (5-7) describen el carácter de este Dios: su nombre es "el Señor", es el protector de los vulnerables y el que provee y libera a los desamparados.
Tema Central
El tema central es la manifestación poderosa y triunfante de Dios, cuya presencia dispersa a sus enemigos (el mal, la injusticia) y es motivo de inmensa alegría y regocijo para los justos. Se exalta a Dios como el Señor soberano que cabalga sobre las nubes, y se destaca su carácter compasivo como padre de los huérfanos, defensor de las viudas y proveedor para los abandonados y cautivos.
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo, con su lenguaje bélico y sus imágenes antiguas, nos sigue hablando hoy de la lucha entre el bien y el mal, y de la victoria final de Dios:
La Presencia de Dios que Disipa el Mal: "¡Que Dios se levante y se dispersen sus enemigos!". Esta es una oración que podemos hacer nuestra cuando nos enfrentamos a las fuerzas del mal en el mundo o en nuestra propia vida (injusticia, opresión, tentación, desesperanza). La presencia activa de Dios tiene el poder de disipar la oscuridad y la maldad "como el humo" o "como se derrite la cera". Nos invita a invocar la intervención de Dios en las luchas que libramos.
Alegría y Regocijo para los Justos: "Pero los justos se alegrarán y se regocijarán delante de Dios, y saltarán de contentos". La manifestación de Dios no solo derrota el mal, sino que trae una alegría desbordante a aquellos que viven en su amistad y buscan su justicia. Esta alegría no es pasiva, sino activa, expresiva ("saltarán de contentos"). Nos recuerda que la santidad y la justicia están unidas a una alegría profunda.
Alabar al Dios Trascendente y Cercano: "¡Canten a Dios... al que cabalga sobre las nubes! Su Nombre es «el Señor»". Se nos invita a alabar la trascendencia y la soberanía de Dios, pero este Dios majestuoso es también cercano: "padre de los huérfanos y defensor de las viudas... da un hogar a los abandonados y conduce a los cautivos a la prosperidad". Su grandeza no lo aleja de los más vulnerables, sino que lo acerca a ellos con compasión y poder liberador.
El Dios de los Desamparados: La descripción de Dios como protector de los huérfanos, las viudas, los abandonados y los cautivos es central en la revelación bíblica. Nos muestra el corazón de Dios, que tiene una predilección por los que sufren y son marginados. Esto nos desafía a reflejar esa misma compasión en nuestras vidas, a ser instrumentos de Dios para defender y cuidar a los más necesitados de nuestro entorno.
Consecuencias de la Rebelión: "Sólo los rebeldes quedan en el desierto abrasador". Hay una advertencia implícita: aquellos que se oponen obstinadamente a Dios y a sus caminos se autoexcluyen de su bendición y su providencia.
Este salmo nos llena de confianza en el poder de Dios para vencer el mal y nos llama a una alegría militante, que se expresa en alabanza y en un compromiso con la justicia y la defensa de los más vulnerables, reflejando el carácter de nuestro Dios, Padre y Defensor.
Preguntas para la reflexión
¿En qué "batallas" o luchas personales o sociales necesito invocar hoy "¡Que Dios se levante!" para que su presencia disperse el mal?
¿Cómo puedo cultivar una alegría más profunda y expresiva en mi vida de fe, reconociendo la victoria de Dios y su presencia entre los justos?
Al pensar en Dios como "padre de los huérfanos y defensor de las viudas", ¿cómo me siento llamado/a a actuar en favor de los más vulnerables de mi comunidad o del mundo?
¿De qué manera la imagen de Dios "dando un hogar a los abandonados y conduciendo a los cautivos a la prosperidad" me da esperanza para situaciones de desamparo o cautiverio (físico, emocional, espiritual) que conozco?
¿Qué significa para mí hoy ser "justo" delante de Dios, de tal manera que pueda experimentar la alegría y el regocijo que Él promete?
Oración
¡Levántate, Señor, y que se dispersen tus enemigos! Que tu presencia disipe toda oscuridad y maldad. Llena de alegría y regocijo el corazón de tus justos, para que saltemos de contentos delante de Ti. Te alabamos, Señor, que cabalgas sobre las nubes; te cantamos a Ti, Padre de los huérfanos, Defensor de las viudas, Hogar de los abandonados y Libertador de los cautivos. Que tu justicia y tu amor reinen en la tierra, y que todos te reconozcan y te alaben. Amén.