Juan 14,23-29
"Amor, Obediencia, Morada Divina y la Paz de Cristo"
“23 Jesús le respondió: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. 24 El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. 25 Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. 26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que yo les he dicho. 27 Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! 28 Me han oído decir: “Me voy y volveré a ustedes”. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo. 29 Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando suceda, crean.”
Contexto
Este pasaje forma parte del Discurso de Despedida de Jesús durante la Última Cena (Evangelio de Juan). Jesús está respondiendo a una pregunta de Judas Tadeo (no el Iscariote) sobre por qué se manifestaría a sus discípulos y no al mundo (Juan 14,22). Jesús profundiza en la condición para esta manifestación divina: el amor que se traduce en fidelidad a su palabra. Además, reitera la promesa del Espíritu Santo como el Consolador y Maestro, les ofrece su paz distintiva y los anima a no temer ante su partida, la cual es un retorno glorioso al Padre.
Tema Central
El tema central es la profunda conexión entre el amor a Jesús, la obediencia a su palabra (que es la palabra del Padre), y la experiencia de la inhabitación trinitaria (el Padre y el Hijo morando en el creyente). Ante la partida de Jesús, la continuidad de su enseñanza y presencia será asegurada por el Espíritu Santo. Finalmente, Jesús lega su paz única, que disipa el temor, y explica que su ida al Padre es un motivo de alegría y un cumplimiento que debe fortalecer la fe de los discípulos.
Aplicación a nuestra actualidad
Las ricas enseñanzas de Jesús en este pasaje siguen siendo vitales para nuestra vida espiritual:
Amor y Obediencia, Claves de la Comunión: "El que me ama será fiel a mi palabra". Jesús reitera que el amor genuino se demuestra en la obediencia a sus enseñanzas. Esta fidelidad abre la puerta a una intimidad asombrosa: "iremos a él y habitaremos en él". No es solo que Dios nos visite, sino que hace su morada en nosotros. Es un llamado a examinar la coherencia entre nuestro amor profesado a Jesús y nuestra disposición a vivir según su Palabra.
El Espíritu Santo, Maestro y Recordador: La promesa del Paráclito, el Espíritu Santo, es fundamental. Ante la ausencia física de Jesús, el Espíritu enviado por el Padre en su Nombre tiene una doble misión: "les enseñará todo y les recordará lo que yo les he dicho". El Espíritu nos guía a una comprensión más profunda de las enseñanzas de Jesús y las hace vivas y relevantes para nuestra situación actual. Nos invita a una constante docilidad y apertura a la acción del Espíritu en nuestra vida de oración y discernimiento.
La Paz de Cristo, Distinta a la del Mundo: "Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo". La paz del mundo es a menudo superficial, dependiente de la ausencia de conflictos externos o de circunstancias favorables. La paz de Cristo es un don interior, profundo y resiliente, que brota de la reconciliación con Dios y de la confianza en su amor, incluso en medio de las pruebas. Es la paz que permite a Jesús decir: "¡No se inquieten ni teman!". ¿Buscamos esta paz verdadera o nos conformamos con sustitutos?
La Partida de Jesús, Motivo de Alegría y Fe: Jesús anima a sus discípulos a no entristecerse por su partida, sino a alegrarse, "porque el Padre es más grande que yo" (una afirmación que subraya la gloria y la fuente a la que retorna, no una inferioridad ontológica). Su ida al Padre es el cumplimiento de su misión y la condición para el envío del Espíritu. El hecho de que les anuncie estas cosas de antemano tiene como fin fortalecer su fe cuando vean que se cumplen. Esto nos enseña a ver los planes de Dios con una perspectiva de fe, confiando en que, incluso a través de eventos dolorosos o desconcertantes, Él está obrando para nuestro bien y para su gloria.
Este pasaje nos invita a una vida de amor obediente que nos abre a la morada de Dios, a confiar en la guía del Espíritu Santo, a acoger la paz única de Cristo que supera todo temor, y a mantener la fe firme ante los misterios del plan de Dios.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera concreta la fidelidad a la palabra de Jesús (sus enseñanzas, mandamientos) profundiza mi experiencia de su amor y de la presencia de Dios en mi vida?
¿Cómo puedo ser más dócil y receptivo/a a la enseñanza del Espíritu Santo y al recuerdo que Él quiere hacer vivo de las palabras de Jesús en mi día a día?
¿En qué situaciones específicas necesito más la "paz de Cristo" que no es como la del mundo? ¿Cómo puedo abrirme a recibir este don?
Cuando enfrento "partidas" o cambios difíciles en mi vida, ¿cómo puedo, como Jesús invita, encontrar motivos de alegría y fortalecer mi fe, confiando en el plan más grande de Dios?
Oración
Señor Jesús, ayúdanos a amarte siendo fieles a tu palabra, para que así, junto con el Padre, hagas tu morada en nosotros. Envíanos tu Espíritu Santo, el Paráclito, para que nos enseñe todas las cosas y nos recuerde siempre tus enseñanzas de vida. Danos tu paz, esa paz que el mundo no puede dar, para que nuestros corazones no se inquieten ni teman. Que confiemos siempre en tus promesas y nos alegremos en tu victoria y tu retorno al Padre. Amén.