Juan 15,12-17
"El Mandamiento del Amor: Amigos de Jesús, Elegidos para Dar Fruto"
“12 Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. 13 No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. 14 Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. 15 Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. 16 No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero, para que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo conceda. 17 Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.”
Contexto
Este pasaje es parte del Discurso de Despedida de Jesús a sus discípulos durante la Última Cena (Evangelio de Juan). Jesús acaba de hablar sobre la necesidad de permanecer en Él como los sarmientos en la vid para dar fruto (Juan 15,1-8) y sobre permanecer en su amor cumpliendo sus mandamientos para tener una alegría perfecta (Juan 15,9-11). Ahora, Jesús explicita cuál es ese mandamiento principal y revela la profundidad de la relación que ofrece a sus discípulos: la amistad, fundamentada en su elección y destinada a una vida fructífera.
Tema Central
El tema central es el mandamiento supremo de Jesús: el amor mutuo, modelado según su propio amor sacrificial ("como yo los he amado"), que llega hasta dar la vida. Este amor es la condición y la manifestación de la amistad con Jesús. Los discípulos son elevados de la condición de siervos a la de amigos, elegidos y destinados por Jesús para dar un fruto que perdure, con la promesa de que sus oraciones hechas en su Nombre serán escuchadas.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Jesús nos ofrecen una visión transformadora de lo que significa ser su discípulo:
El Amor como Mandamiento Central y Modelo: "Ámense los unos a los otros, como yo los he amado". Este es el corazón de la vida cristiana. No es una sugerencia, sino un mandamiento. Y el modelo es el amor de Jesús: un amor que no es meramente sentimental, sino activo, servicial, sacrificial, que busca el bien del otro hasta el extremo. Nos desafía constantemente a examinar la calidad de nuestro amor hacia los demás. ¿Amamos con la medida de Jesús?
La Amistad con Jesús: "Ya no los llamo servidores... yo los llamo amigos". Esta es una revelación asombrosa. Jesús nos eleva a un nivel de intimidad y confianza extraordinario. Un amigo comparte sus secretos, y Jesús nos ha dado a conocer "todo lo que oyó de su Padre". Esta amistad se vive "si hacen lo que yo les mando", es decir, si vivimos en ese amor recíproco. Nos invita a cultivar esta amistad personal con Él a través de la oración, la escucha de su Palabra y la obediencia amorosa.
Elegidos y Destinados para Dar Fruto: "No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero". Nuestra vocación cristiana no es una iniciativa propia, sino una elección gratuita de Jesús. Y esta elección tiene un propósito claro: la fecundidad. Estamos llamados a una vida que produzca "fruto" (obras de amor, justicia, paz, conversión de corazones) que tenga un impacto duradero. ¿Soy consciente de esta elección y de este destino a dar fruto? ¿Qué frutos concretos estoy produciendo?
La Oración Fructífera: La promesa "para que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo conceda" está íntimamente ligada a esta vida de permanencia en Él y de dar fruto. Cuando vivimos en sintonía con su voluntad y buscamos los frutos de su Reino, nuestras oraciones se alinean con el corazón de Dios y son escuchadas.
El Amor Reafirmado: Jesús concluye repitiendo el mandamiento: "Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros". Subraya la importancia capital de este amor como la esencia de su enseñanza y el distintivo de sus seguidores.
Este pasaje es una llamada a vivir una vida de amor profundo y activo, arraigada en la amistad con Jesús, conscientes de haber sido elegidos por Él para una misión fructífera que glorifica al Padre.
Preguntas para la reflexión
¿Cómo estoy viviendo el mandamiento de amar a los demás "como Jesús me ha amado" en mis relaciones cotidianas? ¿Qué me resulta más difícil en esto?
¿Qué significa para mí, en la práctica, ser "amigo" de Jesús? ¿Cómo se manifiesta esa amistad en mis decisiones, prioridades y en mi relación con Él?
Si he sido "elegido y destinado para ir y dar fruto duradero", ¿qué tipo de fruto específico creo que Dios espera de mí en esta etapa de mi vida y cómo puedo cultivarlo?
¿Cómo entiendo la conexión entre dar fruto y la promesa de que el Padre concederá lo que pidamos en el Nombre de Jesús? ¿Mis oraciones reflejan un deseo de dar fruto para el Reino?
Oración
Señor Jesús, gracias por llamarnos tus amigos y por habernos elegido para ir y dar fruto duradero. Graba en nuestro corazón tu mandamiento nuevo: que nos amemos los unos a los otros como Tú nos has amado, hasta dar la vida. Ayúdanos a vivir esta amistad contigo en una obediencia amorosa, para que, permaneciendo en Ti, demos mucho fruto para la gloria del Padre y nuestras oraciones sean escuchadas. Amén.