Juan 17,11b-19
"Jesús Ora por la Protección y Santificación de sus Discípulos en el Mundo"
“11b Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. 12 Mientras estaba con ellos, yo los cuidaba en tu Nombre; yo protegía a los que me diste, y ninguno de ellos se perdió, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. 13 Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi alegría sea perfecta en ellos. 14 Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. 16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. 18 Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. 19 Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.”
Contexto
Este pasaje forma parte de la "Oración Sacerdotal" de Jesús, pronunciada durante la Última Cena y registrada en el capítulo 17 del Evangelio de Juan. Jesús, habiendo orado por su propia glorificación y por los discípulos que estaban con Él (vv. 1-11a), ahora enfoca su intercesión específicamente en la protección y santificación de estos discípulos que van a permanecer "en el mundo" después de su partida. Sabe que enfrentarán la hostilidad del mundo y necesitarán la ayuda divina para mantenerse fieles y unidos.
Tema Central
El tema central es la oración intercesora de Jesús al Padre por sus discípulos, pidiendo principalmente tres cosas:
Unidad: Que sean uno, reflejando la unidad entre el Padre y el Hijo.
Protección: Que el Padre los preserve del "Maligno" (el poder del mal) ya que, aunque están "en el mundo", no son "del mundo" y por eso el mundo los odiará.
Santificación (Consagración): Que sean consagrados en la verdad, siendo la Palabra de Dios la verdad. Jesús mismo se consagra por ellos para este propósito.
Esta oración subraya la misión de los discípulos: ser enviados al mundo así como el Padre envió a Jesús.
Aplicación a nuestra actualidad
Las peticiones de Jesús en esta oración siguen siendo vitales para nosotros, sus discípulos de hoy, que también vivimos "en el mundo" pero no somos "del mundo":
Llamados a la Unidad: "Para que sean uno, como nosotros somos uno". La unidad de los creyentes es un deseo ardiente de Jesús y un testimonio poderoso para el mundo. Esta unidad no es mera uniformidad, sino una comunión profunda en amor y verdad, reflejo de la vida trinitaria. Estamos constantemente desafiados a trabajar por esta unidad en nuestras familias, comunidades y entre las diversas denominaciones cristianas.
Protección del Maligno en el Mundo: "No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno". Jesús no nos pide que nos retiremos del mundo o que nos aislemos, sino que vivamos en él como sal y luz, protegidos del poder del mal. Esta protección no es automática; debemos buscarla en la oración y vivir en vigilancia, sabiendo que el "Maligno" busca dividirnos y apartarnos de Dios.
Vivir en el Mundo sin Ser del Mundo: "Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo". Esta es una tensión fundamental de la vida cristiana. Estamos llamados a involucrarnos en las realidades terrenales, a amar y servir al mundo, pero sin adoptar sus valores contrarios al Evangelio (materialismo, egoísmo, injusticia). Nuestra ciudadanía última está en el cielo, y nuestros valores deben ser los del Reino de Dios.
Consagrados en la Verdad por la Palabra: "Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad". Ser "consagrado" significa ser apartado para Dios, ser hecho santo. Esta santificación se realiza a través de la "verdad", que es la Palabra de Dios. Implica una inmersión constante en la Palabra de Dios (la Escritura, las enseñanzas de Jesús) para que ella nos transforme y nos configure según la voluntad divina.
Enviados al Mundo: "Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo". Nuestra vida "en el mundo" no es pasiva; tiene una misión. Somos enviados a continuar la obra de Jesús, a llevar su luz y su verdad a todos los rincones de la sociedad. La consagración en la verdad nos capacita para esta misión.
Esta oración de Jesús nos llena de consuelo al saber que Él intercede por nuestra protección y santificación, y al mismo tiempo nos desafía a vivir nuestra fe con autenticidad en medio del mundo, buscando la unidad y cumpliendo la misión que nos ha confiado.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera estoy contribuyendo (o dificultando) la unidad de los creyentes en mi entorno, para que seamos "uno" como Jesús y el Padre?
¿Soy consciente de la necesidad de la protección divina contra el "Maligno" mientras vivo "en el mundo"? ¿Cómo busco esa protección?
¿Cómo manejo la tensión de estar "en el mundo" sin ser "del mundo"? ¿Qué valores del mundo me resultan más difíciles de resistir?
¿Qué tan central es la "Palabra de Dios" en mi vida como fuente de verdad y santificación? ¿Dedico tiempo a conocerla y permitir que me transforme?
Si Jesús me "envía al mundo", ¿cuál siento que es mi misión específica en mi contexto actual para llevar su verdad y su amor?
Oración
Padre santo, por la intercesión de tu Hijo Jesucristo, cuida en tu Nombre a todos los que te ha dado, para que seamos uno como Tú y Él son uno. No nos saques del mundo, pero presérvanos del Maligno. Conságranos en tu verdad, que es tu Palabra, y así como enviaste a tu Hijo al mundo, envíanos también a nosotros a ser sus testigos, santificados en la verdad, para llevar tu luz y tu amor a todos. Amén.