1 Corintios 12,3b-7.12-13
"Un Solo Espíritu, Diversos Dones, un Solo Cuerpo en Cristo"
“3b ...y nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no es por el Espíritu Santo. 4 Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. 5 Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. 6 Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. 7 En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común... 12 Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. 13 Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo –judíos y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.”
Contexto
Este pasaje pertenece a la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, específicamente al inicio de una sección donde Pablo aborda el tema de los dones espirituales (carismas) que se manifestaban en la comunidad de Corinto. Parece que había cierta confusión, desorden y quizás rivalidad en torno a estos dones. Pablo comienza estableciendo un criterio fundamental: toda auténtica manifestación del Espíritu lleva a confesar a Jesús como Señor. Luego, explica que la diversidad de dones, ministerios y actividades proviene de la misma fuente trinitaria (Espíritu, Señor, Dios) y está ordenada al bien común. Utiliza la poderosa analogía del cuerpo para ilustrar la unidad en la diversidad de la Iglesia.
Tema Central
El tema central es la unidad fundamental de la Iglesia en Cristo, lograda por un solo Espíritu, a pesar de la diversidad de dones espirituales, ministerios y actividades que se manifiestan en sus miembros. La confesión de "Jesús es el Señor" es obra del Espíritu, y todas las manifestaciones del Espíritu son para el "bien común", construyendo el único Cuerpo de Cristo, al que todos los creyentes son incorporados por el bautismo.
Aplicación a nuestra actualidad
Las enseñanzas de Pablo sobre los dones espirituales y la unidad del Cuerpo de Cristo son perennemente relevantes:
Jesús es el Señor por el Espíritu Santo: La confesión fundamental de la fe cristiana –"Jesús es el Señor"– no es un simple asentimiento intelectual, sino una convicción profunda obrada en nosotros por el Espíritu Santo. Reconocer esto nos lleva a valorar el don de la fe y la acción del Espíritu en nuestra vida y en la de los demás.
Unidad en la Trinidad, Diversidad en la Iglesia: "Diversidad de dones, pero el mismo Espíritu... diversidad de ministerios, pero un solo Señor... diversidad de actividades, pero es el mismo Dios". Pablo nos muestra que la fuente de la vida de la Iglesia es la Trinidad. Esta unidad divina no anula la diversidad, sino que la fundamenta y la enriquece. Cada creyente recibe dones y es llamado a ministerios y actividades diferentes, pero todos provienen del mismo Dios y están al servicio del mismo Señor. Debemos valorar y respetar la diversidad de dones en la Iglesia, sin caer en la envidia o la comparación.
Dones para el Bien Común: "En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común". Los dones espirituales no son para el lucimiento personal o para crear divisiones, sino para la edificación de toda la comunidad, para el servicio mutuo. Esto nos llama a discernir nuestros propios dones y a ponerlos generosamente al servicio de los demás, buscando siempre el bien de todo el Cuerpo.
Un Solo Cuerpo en Cristo por el Bautismo: "Todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo... y todos hemos bebido de un mismo Espíritu". El bautismo nos incorpora a Cristo y nos une en un solo Cuerpo, la Iglesia, superando las divisiones sociales, culturales o étnicas ("judíos y griegos, esclavos y hombres libres"). El mismo Espíritu que nos une es la fuente de nuestra vida común. Esta verdad nos desafía a vivir en una comunión real y efectiva con todos nuestros hermanos y hermanas en la fe, reconociendo nuestra interdependencia.
Este pasaje es una poderosa llamada a la unidad en la diversidad, recordándonos que todos los dones y ministerios tienen su origen en el mismo Dios y deben servir para construir el único Cuerpo de Cristo, animado por el único Espíritu. Nos invita a una profunda valoración de la acción del Espíritu Santo y a un compromiso con el bien común.
Preguntas para la reflexión
¿Soy consciente de que mi capacidad de confesar "Jesús es el Señor" es un don del Espíritu Santo? ¿Cómo agradezco este don?
¿Cómo valoro y celebro la "diversidad de dones, ministerios y actividades" en mi comunidad de fe? ¿Me siento tentado/a a veces a la envidia o a pensar que mis dones son menos importantes (o más importantes) que los de otros?
¿De qué manera estoy utilizando los dones que el Espíritu me ha dado "para el bien común" de la Iglesia y del mundo?
Si todos hemos sido bautizados "en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo", ¿cómo puedo yo contribuir a superar las divisiones y a vivir una comunión más auténtica con todos mis hermanos y hermanas en Cristo, independientemente de nuestras diferencias?
Oración
Espíritu Santo, te damos gracias porque por Ti podemos confesar que Jesús es el Señor. Te pedimos que nos ayudes a valorar la diversidad de dones, ministerios y actividades que Tú mismo suscitas en tu Iglesia, recordándonos siempre que todos proceden de Ti, para el servicio del único Señor y para la gloria del mismo Dios. Concédenos vivir como miembros unidos del único Cuerpo de Cristo, al que hemos sido incorporados por el bautismo, y a poner nuestros dones al servicio del bien común, para que el mundo crea. Amén.