1 Timoteo 3,14-16
"La Iglesia, Columna de la Verdad, y el Gran Misterio de la Piedad"
“14 Te escribo estas cosas con la esperanza de ir a verte pronto. 15 Pero si tardo en llegar, para que sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. 16 Y evidentemente, ¡qué grande es el misterio de la piedad! Él se manifestó en la carne, fue justificado en el Espíritu, contemplado por los Ángeles, proclamado a los paganos, creído en el mundo y glorificado en el cielo.”
Contexto
Este pasaje se encuentra en la Primera Carta a Timoteo. San Pablo, después de haber dado instrucciones detalladas sobre la organización de la comunidad, la oración y las cualidades de los líderes (obispos y diáconos), hace una pausa para explicar a Timoteo el propósito de su carta. Anticipa una posible demora en su visita y quiere dejar por escrito las normas de comportamiento para la "casa de Dios". Esta reflexión lo lleva a una de las definiciones más sublimes de la Iglesia en el Nuevo Testamento y culmina con la cita de lo que probablemente era un himno cristológico primitivo, que resume el "misterio de la piedad".
Tema Central
El tema central tiene dos focos interconectados: 1) La identidad y misión de la Iglesia, descrita como la "casa de Dios", la comunidad del "Dios viviente", y de manera crucial, como "columna y fundamento de la verdad". 2) El contenido de esa verdad, que es el "gran misterio de la piedad", resumido en un himno que traza el itinerario de Cristo desde su encarnación hasta su glorificación. La vida ordenada de la Iglesia sirve para custodiar y proclamar este misterio central.
Aplicación a nuestra actualidad
Estas densas palabras de Pablo nos ofrecen una profunda comprensión de la Iglesia y del corazón de nuestra fe:
La Iglesia como "Casa de Dios": La Iglesia no es un club social o una organización meramente humana. Es la "casa de Dios", la "familia de Dios" (como dirá en otros lugares), el espacio donde Dios habita y donde nos relacionamos como hermanos bajo su paternidad. Esto le confiere una dignidad y un carácter sagrado.
La Iglesia como "Columna y Fundamento de la Verdad": En un mundo de opiniones cambiantes y de relativismo ("fake news", post-verdad), Pablo asigna a la Iglesia una misión crucial: ser la guardiana, la defensora y la proclamadora de la verdad del Evangelio. Como una columna sostiene un edificio, la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, sostiene la verdad revelada para que no se derrumbe ni se corrompa a lo largo de la historia. Esto nos llama a confiar en el Magisterio de la Iglesia como un pilar seguro.
El "Misterio de la Piedad": La "piedad" (eusebeia) no es un sentimentalismo, sino la verdadera religión, la respuesta adecuada del hombre a la revelación de Dios. El "misterio" de esta piedad es la persona y la obra de Jesucristo. No es un acertijo que hay que resolver, sino una realidad divina que se nos ha revelado y que nos supera.
Un Himno a Cristo, el Corazón de la Fe: El himno del versículo 16 es un resumen precioso de todo el Evangelio, en seis pinceladas:
"Él se manifestó en la carne": La Encarnación. Dios se hizo visible en la humanidad de Jesús.
"Fue justificado en el Espíritu": Su resurrección, obra del Espíritu, lo vindicó y demostró que era el Justo.
"Contemplado por los Ángeles": Su misterio es tan grande que incluso los seres celestiales lo contemplan con asombro.
"Proclamado a los paganos": La misión universal. El Evangelio rompe las fronteras de Israel.
"Creído en el mundo": La respuesta de la fe humana a la proclamación.
"Glorificado en el cielo": La Ascensión y su entronización a la derecha del Padre.
Este himno es el "ADN" de nuestra fe.
Este pasaje nos invita a una renovada apreciación y amor por la Iglesia, no por su perfección humana, sino por su misión divina de ser "columna y fundamento de la verdad". Y nos llama a centrar nuestra fe y nuestra piedad en el "gran misterio" que ella custodia: la persona de Jesucristo, desde su humilde encarnación hasta su exaltación gloriosa. La forma en que "nos comportamos en la casa de Dios" debe ser un reflejo del asombro y la gratitud por este misterio.
Preguntas para la reflexión
¿Cómo vivo yo mi pertenencia a la Iglesia? ¿La veo como la "casa de Dios" y la "familia del Dios viviente", o más como una institución externa?
¿Confío en la misión de la Iglesia de ser "columna y fundamento de la verdad", especialmente cuando sus enseñanzas pueden ser difíciles o contraculturales?
¿Dedico tiempo a meditar en el "gran misterio de la piedad", es decir, en el itinerario de la vida de Cristo, desde su encarnación hasta su gloria?
¿De qué manera mi "comportamiento" personal refleja que soy parte de esta "casa de Dios"?
Al recitar el Credo, que es un desarrollo de himnos como este, ¿soy consciente de que estoy proclamando el misterio central que da sentido a toda mi fe?
Oración
¡Oh Dios viviente, te damos gracias por tu Iglesia, tu casa, columna y fundamento de la verdad! Te alabamos por el gran misterio de nuestra fe, que hemos conocido en tu Hijo Jesucristo: manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, contemplado por los Ángeles, proclamado a las naciones, creído en el mundo y glorificado en el cielo. Ayúdanos a comportarnos siempre como miembros dignos de tu casa, custodiando y proclamando este misterio con nuestra vida, para tu honor y tu gloria por los siglos de los siglos. Amén.