2 Corintios 11,1-11
"El Celo Celoso de Pablo por los Corintios y su Amor Desinteresado"
“1 ¡Ojalá pudieran soportarme un poco de locura! ¡Sí, sopórtenmela! 2 Porque el celo que siento por ustedes es un celo de Dios, ya que los he unido a un solo esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura. 3 Pero temo que, así como la serpiente sedujo a Eva con su astucia, también los pensamientos de ustedes se corrompan, apartándose de la sinceridad y de la pureza que se debe a Cristo. 4 En efecto, si alguien va a predicarles otro Jesús, distinto del que nosotros les hemos predicado, o si ustedes reciben otro espíritu, distinto del que han recibido, u otro evangelio, distinto del que han abrazado, ¡qué bien lo toleran! 5 Sin embargo, yo no me considero en nada inferior a esos «superapóstoles». 6 Y aunque yo sea incompetente en la manera de hablar, no lo soy en el conocimiento: esto se lo hemos demostrado de todas las maneras y en todas las circunstancias. 7 ¿Acaso cometí una falta cuando me humillé para enaltecerlos a ustedes, anunciándoles gratuitamente el Evangelio de Dios? 8 Para servirlos a ustedes, tuve que despojar a otras Iglesias, recibiendo de ellas un subsidio. 9 Mientras estuve entre ustedes, a pesar de mis necesidades, nunca fui una carga para nadie, porque los hermanos que llegaron de Macedonia proveyeron a mis necesidades. En todo momento me cuidé y me seguiré cuidando de no serles gravoso en nada. 10 Por la verdad de Cristo que reside en mí, nadie podrá quitarme este motivo de gloria en las regiones de Acaya. 11 ¿Y por qué procedo así? ¿Porque no los amo? ¡Dios lo sabe!”
Contexto
Este pasaje forma parte de una sección de la Segunda Carta a los Corintios (capítulos 10-13) donde Pablo se ve obligado a defender su apostolado y su autoridad frente a ciertos "superapóstoles" o falsos maestros que habían llegado a Corinto, menospreciando a Pablo y tratando de ganar el favor de la comunidad. Pablo utiliza una ironía amarga y lo que él mismo llama una "locura" (hablar en su propia defensa, algo que normalmente evitaría) para proteger a los corintios de ser desviados de la verdad del Evangelio.
Tema Central
El tema central es el celo apasionado y paternal de Pablo por la pureza de la fe de los corintios, a quienes considera haber "desposado" con Cristo. Expresa su temor de que sean seducidos por falsas enseñanzas ("otro Jesús", "otro espíritu", "otro evangelio"). Defiende la autenticidad de su propio ministerio, destacando su conocimiento de Cristo y, crucialmente, su predicación gratuita del Evangelio entre ellos como prueba de su amor desinteresado, en contraste con los posibles motivos egoístas de sus oponentes.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Pablo, aunque nacidas de una situación específica de conflicto, nos ofrecen reflexiones valiosas:
Celo por la Pureza de la Fe: Pablo siente un "celo de Dios" por los corintios, queriendo presentarlos a Cristo como una "virgen pura". Este celo nos recuerda la importancia de proteger la integridad del Evangelio y de estar atentos a las "doctrinas perversas" o a las interpretaciones que diluyen o distorsionan la verdad de Jesucristo. En un mundo con tantas voces y mensajes, es crucial discernir y aferrarse al Evangelio auténtico.
El Peligro de Ser Seducidos: Así como Eva fue seducida, los creyentes pueden ser desviados de la "sinceridad y pureza que se debe a Cristo". La "astucia" del mal puede presentarse de muchas formas, a veces atractivas o aparentemente inocuas. Esto nos llama a una vigilancia constante y a un discernimiento crítico de las influencias que recibimos.
No Inferioridad en el Conocimiento Esencial: Pablo admite que quizás no sea elocuente según los estándares del mundo ("incompetente en la manera de hablar"), pero no en el "conocimiento" de Cristo. La autenticidad del ministerio no reside en la retórica brillante o en las apariencias, sino en la fidelidad al mensaje de Jesús y en la profundidad del conocimiento de Él.
Servicio Desinteresado como Prueba de Amor: La decisión de Pablo de predicar gratuitamente el Evangelio a los corintios, trabajando para su propio sustento o recibiendo ayuda de otras iglesias más pobres, era una forma de "humillarse para enaltecerlos". Era una prueba tangible de su amor genuino y desinteresado, para no ser una carga y para que nadie pudiera acusarlo de buscar un beneficio personal. Esto nos desafía a examinar nuestras propias motivaciones en el servicio a Dios y a los demás: ¿buscamos el bien del otro o nuestro propio interés?
La Verdad de Cristo como Fundamento: "Por la verdad de Cristo que reside en mí...". La convicción de Pablo se basa en la verdad de Cristo que vive en él. Esta verdad es la que le da la autoridad y la pasión para defender su ministerio y proteger a su comunidad.
Este pasaje nos muestra el corazón de un pastor que ama profundamente a su rebaño y está dispuesto a luchar, incluso con "locura" y auto-humillación, para protegerlo de los engaños y para demostrar la autenticidad de su amor y su servicio. Nos llama a valorar la sana doctrina, a ser vigilantes contra las falsas enseñanzas y a apreciar el servicio desinteresado que busca genuinamente el bien de los demás por amor a Cristo.
Preguntas para la reflexión
¿Siento yo un "celo" similar al de Pablo por la pureza de la fe y por proteger a otros (especialmente a los más vulnerables espiritualmente) de enseñanzas que puedan desviarlos de Cristo?
¿De qué manera puedo yo hoy estar alerta para no ser "seducido/a" por "otro evangelio" o "otro espíritu" que se aparte de la sinceridad y pureza que se debe a Cristo?
¿Valoro más la elocuencia y las apariencias, o la profundidad del "conocimiento" de Cristo y la fidelidad al Evangelio en aquellos que enseñan o lideran en la fe?
¿Cómo puedo yo, en mi propio servicio a Dios y a los demás, buscar un mayor desinterés, poniendo el bien de los otros por encima de mi propia comodidad o beneficio, como hizo Pablo?
¿Qué significa para mí que la "verdad de Cristo resida" en mí? ¿Cómo me capacita esto para vivir y testimoniar mi fe?
Oración
Señor Jesús, que inspiraste a tu apóstol Pablo con un celo apasionado por la pureza de la fe de tus discípulos, danos también a nosotros ese amor y esa preocupación por la verdad de tu Evangelio. Protégenos de toda astucia que quiera apartarnos de la sinceridad y pureza que te debemos. Ayúdanos a servirte con desinterés, buscando siempre el bien de nuestros hermanos y hermanas, y que la verdad de Cristo que reside en nosotros sea la fuente de nuestra fortaleza y nuestro testimonio. Amén.