Hechos 20,17-27
"Discurso de Despedida de Pablo a los Presbíteros de Éfeso: Un Testimonio de Servicio Fiel"
“17 Desde Mileto, Pablo envió a buscar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso. 18 Cuando se presentaron, les dijo: «Ustedes saben cómo me comporté siempre con ustedes, desde el primer día que puse el pie en la provincia de Asia. 19 Serví al Señor con toda humildad, en medio de lágrimas y de las pruebas que me sobrevinieron por las asechanzas de los judíos. 20 Saben que no omití nada de lo que podía serles útil: les prediqué y les enseñé en público y en privado, 21 exhortando tanto a los judíos como a los griegos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús. 22 Y ahora, como encadenado por el Espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que me sucederá allí. 23 Solamente sé que el Espíritu Santo me advierte en cada ciudad que me esperan cadenas y tribulaciones. 24 Pero mi vida no cuenta para mí, con tal de que pueda terminar mi carrera y cumplir el ministerio que he recibido del Señor Jesús: el de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios. 25 Y ahora sé que ya no volverán a verme ninguno de ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino. 26 Por eso hoy declaro delante de ustedes que no soy responsable de la sangre de nadie, 27 ya que no omití nada, sino que les anuncié íntegramente el designio de Dios.”
Contexto
Este pasaje forma parte del tercer viaje misionero de Pablo. De camino a Jerusalén, donde sabe que le esperan sufrimientos, Pablo hace una escala en Mileto y convoca a los presbíteros (ancianos o líderes) de la iglesia de Éfeso, una comunidad donde había trabajado intensamente durante unos tres años. Este discurso es uno de los más personales y emotivos de Pablo en los Hechos de los Apóstoles. Es un discurso de despedida, lleno de reflexiones sobre su propio ministerio, advertencias para el futuro y un profundo sentido de responsabilidad pastoral.
Tema Central
El tema central es el testimonio de Pablo sobre su propio ministerio fiel y abnegado entre los efesios, su determinación de cumplir la misión recibida del Señor Jesús a pesar de los sufrimientos previstos, y su solemne declaración de haber anunciado íntegramente el plan de Dios, dejándolos sin excusa. Es un modelo de liderazgo pastoral, servicio humilde y compromiso inquebrantable con el Evangelio.
Aplicación a nuestra actualidad
El discurso de despedida de Pablo a los líderes de Éfeso es una fuente de inspiración y un desafío para todos los que tienen alguna responsabilidad de liderazgo o servicio en la Iglesia, y para todo creyente en general:
Servicio Humilde y Sacrificado: Pablo recuerda cómo sirvió "con toda humildad, en medio de lágrimas y de las pruebas". El ministerio cristiano auténtico no busca el reconocimiento personal, sino que se vive con humildad y a menudo implica sacrificio y sufrimiento por causa del Evangelio.
Predicación Íntegra y Útil: "No omití nada de lo que podía serles útil... les anuncié íntegramente el designio de Dios". Pablo no diluyó el mensaje ni ocultó verdades difíciles. Su preocupación era el bien espiritual de aquellos a quienes servía, enseñando "en público y en privado". Esto nos llama a una proclamación valiente y completa del Evangelio, buscando siempre lo que es verdaderamente "útil" para el crecimiento espiritual de los demás.
Enfoque en la Conversión y la Fe: Su predicación exhortaba "a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús". Estos son los dos pilares fundamentales de la respuesta al Evangelio: un cambio de vida (conversión) y la fe personal en Jesucristo.
Obediencia al Espíritu a Pesar del Sufrimiento: "Como encadenado por el Espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que me sucederá allí... Solamente sé que el Espíritu Santo me advierte... que me esperan cadenas y tribulaciones". Pablo es dócil a la guía del Espíritu, incluso cuando esta lo lleva hacia el sufrimiento. Su prioridad no es su propia seguridad, sino cumplir la voluntad de Dios.
La Vida al Servicio de la Misión: "Pero mi vida no cuenta para mí, con tal de que pueda terminar mi carrera y cumplir el ministerio que he recibido del Señor Jesús". Esta es una declaración radical de entrega. La vida de Pablo está completamente orientada a su misión: dar testimonio de la Buena Noticia. Nos desafía a examinar nuestras propias prioridades y el valor que le damos a nuestra "carrera" en el servicio del Señor.
Responsabilidad Pastoral: "No soy responsable de la sangre de nadie, ya que no omití nada, sino que les anuncié íntegramente el designio de Dios". Pablo siente una profunda responsabilidad por aquellos a quienes ha pastoreado. Haberles anunciado todo el plan de Dios lo deja con la conciencia tranquila. Quienes tienen responsabilidades de enseñanza o liderazgo en la Iglesia comparten esta seria responsabilidad.
Este discurso es un testamento conmovedor de un apóstol que lo dio todo por Cristo y por el Evangelio. Nos invita a una reflexión profunda sobre la calidad de nuestro propio servicio, nuestra fidelidad al mensaje y nuestra disposición a seguir a Jesús incluso cuando el camino es difícil.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera puedo yo servir al Señor "con toda humildad", especialmente en mis roles de liderazgo o servicio, ya sea en la Iglesia o en mi vida cotidiana?
Al compartir mi fe o enseñar a otros, ¿me preocupo por anunciar "íntegramente el designio de Dios" y aquello que es "útil" para su crecimiento, o tiendo a omitir aspectos difíciles o a centrarme solo en lo que es popular?
¿Cómo reacciono cuando siento que el Espíritu Santo me guía hacia un camino que podría implicar sacrificio o sufrimiento? ¿Estoy dispuesto/a a seguir, como Pablo?
¿Qué significa para mí hoy "terminar mi carrera y cumplir el ministerio que he recibido del Señor Jesús"? ¿Cuál siento que es ese ministerio específico para mí?
¿Siento yo una responsabilidad similar a la de Pablo por el bienestar espiritual de aquellos a quienes Dios ha puesto en mi camino (familia, amigos, comunidad)?
Oración
Señor Jesús, te damos gracias por el testimonio de tu apóstol Pablo, por su servicio humilde, su predicación valiente y su entrega total a la misión que le encomendaste. Inspíranos a seguir su ejemplo, a no omitir nada de tu Evangelio por temor o conveniencia, y a estar dispuestos a enfrentar las pruebas por amor a Ti. Que, como él, podamos decir al final de nuestra carrera que hemos cumplido el ministerio recibido, anunciando íntegramente tu designio de salvación. Amén.