1.2-Anunciación

María accede a llevar a cabo la misión de engendrar a Jesús.

Contexto

Luego que la Trinidad decidiera que intervendría para “hacer redención del género humano” el proceso se lleva a cabo con el envío del ángel Gabriel a Nazareth para anunciarle a María que ha sido elegida por Dios para la maravillosa misión de concebir un hijo por acción del Espíritu Santo, por lo cual ese niño será Santo.


EL texto de esta meditación está centrado en el diálogo que sostiene el ángel con María y que ella se lo habría comentado al evangelista Lucas junto con otras situaciones ocurridas en la primera infancia de Jesús.


Este anuncio es el pórtico de la existencia terrena del Hijo. María dará a luz a Jesús. De esta forma nuestro recorrido por la vida de Jesús parte desde antes de su nacimiento. Se remonta a la decisión de la Trinidad y a la concepción por obra del Espíritu Santo.


Llama la atención en el diálogo, el saludo, señalándole a María que se alegre porque es preferida de Dios. Luego le argumenta comparando con la situación de Isabel, su prima y concluye con la aceptación de María a la misión encomendada. Describe aquí una relación personal entre Dios y María. Dios toma la iniciativa para darle una misión y María al final responde aceptando tal misión. 


Nos podemos preguntar por nuestra relación con Dios. ¿Hemos tenido un diálogo con el Señor como el de María?  ¿Hemos estado en escucha para ese diálogo?


A partir de este momento, con el “Sí” de María se da inicio al proceso de salvación del género humano que, habiendo sido creado por amor, ha hecho uso de la libertad regalada por Dios para desatar un egocentrismo que le hace padecer las angustias, los rencores, el desamor y así presa del pecado ha hecho de la vida un infierno. Jesús tendrá por misión anunciar que podemos vivir de otra forma en el Reino de Dios, donde reina el amor, el perdón y la fraternidad.


El diálogo de Dios con María se desarrolla sobre algo que ha de hacer ella para bien de toda la humanidad. Se pasa de una relación singular a un objetivo plural. La acción de María es para el colectivo, la comunidad, el pueblo todo. 


Nos podemos preguntar ¿cuáles son los colectivos donde me ubico en estos momentos de mi vida? Recorramos la familia, el grupo de amistades, compañeros(as) de trabajo, comunidad, población o ciudad donde vivo, etc. Y luego, tomar conciencia que Dios puede estar pidiéndome algo que Él quiere para ese grupo. Con María fue pedirle su colaboración para que nazca Jesús con un mensaje de salvación. ¿Cuál podrá ser la misión que me pide a mí?


En este punto aparece con fuerza un segundo personaje. Si en la contemplación anterior el protagonista era Dios, la Trinidad (representada ahora por el Ángel que es su mensajero), en este segundo capítulo el personaje es María. 


Podemos preguntarnos ¿cuál es la imagen que tengo de ella? ¿qué sentimientos brotan en mi al poner mi atención en María? ¿Cuál es mi historia de vida con la virgen?


Contemplemos y reflexionemos este diálogo entre el ángel Gabriel y María.

 

Oración Inicial.

Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea. 

Gracia a pedir

Pedimos la gracia de sentir la relación personal con Dios que María tiene y una disposición como la de ella a aceptar una misión particular: lo que Dios quiere de mí. 

Texto.  (Lucas 1,26-38)

 En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: '¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo'. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el ángel le dijo: 'No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo.  El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin'.

María dijo al ángel: '¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?

El ángel le respondió: 'El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios'.

María dijo entonces: 'Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho'. Y el ángel se alejó. 

Puntos EE: [262]

Reflexionemos lo que nos suscita cada uno de estos puntos de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola:

1. El primer punto es que el ángel San Gabriel, saludando a Nuestra Señora, le anunció la concepción de Cristo nuestro Señor: “Entrando el ángel donde estaba la saludó, diciéndole: Dios te salve, llena de gracia; concebirás en tu seno y darás a luz un hijo.”

2.  El segundo: confirma el ángel lo que dijo a Nuestra Señora anunciando la concepción de San Juan Bautista, diciéndole: “Mira que Isabel, tu parienta, ha concebido un hijo en su vejez.”

3. El tercero: respondió Nuestra Señora al ángel: “He aquí la esclava del Señor, cúmplase en mi según tu palabra.”

Contemplación

Contemplemos la escena. María en algún lugar de su casa en Nazareth.  Allí en un rincón, orando, en silencio, con sus ojos cerrados y sus manos juntas. Contemplemos su rostro sereno, en paz, allí por un largo tiempo, en oración. 

Imaginemos que de pronto siente la presencia del ángel Gabriel y su saludo: “Alégrate María”. Son los deseos de Dios y luego agrega “Alégrate llena de gracia. El Señor está contigo”. A María le cambia el rostro. Pasa de la paz al desconcierto. Ahora está llena de dudas y de preguntas sobre lo que estaba sucediendo. ¿Qué había detrás de ese saludo?

Gabriel le explica el plan de Dios con ella, pero las dudas aumentan. Le indica que tendrá un hijo, sin embargo, eso no es posible porque ella no ha tenido relaciones con algún hombre para concebir un hijo. Escuchemos su respuesta convencida de que el ángel está anunciando un imposible. 

Escuchemos la explicación de Gabriel sobre la intervención del Espíritu Santo y que para Dios no hay imposibles. Hay algo que está fuera del entendimiento de María que ocurrirá y lo que le parecía que no podía ser será un hecho. Para ello era necesario que dejara de interpretar, razonar, proyectar. Era necesario que humildemente aceptara la propuesta, todo lo que proviene de Dios es buena noticia y El es el Señor. Ante Dios María se ubica cono una servidora que aceptaba la propuesta de Dios y le da el “Si” al ángel, que se aleja, cumplida su misión de anunciar a María la voluntad de Dios con ella, que se traducirá en su voluntad con la humanidad. Esto es que la divinidad se abajara para indicarnos el camino directamente a través de Jesús que nacería concebido en María para cumplir tal misión.

Contemplemos a María como queda nuevamente en oración, recordando este encuentro con el ángel Gabriel, la propuesta, su aceptación, lo que esto significaría. Será mamá, … mamá de la divinidad hecha humanidad.

Reflexión personal

Llevamos a nuestra vida este pasaje del evangelio. Nos situamos en María, recordamos a María orando … con esa actitud orante sentimos la presencia del ángel. Recordamos nuestros momentos de oración silenciosa. … ¿Los hemos tenido? … podríamos multiplicarlos más o iniciarlos según sea nuestro caso. Es en la oración silenciosa, en la oración del corazón donde nos encontramos con Dios y con su mensajero. 

Así en oración, María escucha el saludo del ángel. … ¿Y si nosotros recibiéramos un trato similar? … Imaginamos que un mensajero de Dios nos dice “¡Alégrate!” y pronuncia nuestro nombre. “Alégrate porque Dios está contigo, te ama, eres su preferido(a)” … ¿Qué sentimos? … Dios toma la iniciativa para establecer con nosotros una relación personal de amor y confianza. ¡Para Dios somos importante! …nos quedamos un rato sintiendo lo que nos provoca esta declaración divina con nosotros. 

Luego, similar a lo que ocurrió con María, nos confía una misión. Hay algo que el Señor quiere que hagamos. Para llevar a cabo su voluntad, Dios necesita de nuestra participación. No especifica el detalle de lo que nos pide, pero si quiere saber si estamos disponibles para ello. Igual que María, podemos dudar de que seamos capaces de llevarla a cabo, pero el mensajero insiste. Somos invitados a confiar en el amor de Dios, en su infinita capacidad de amar y desde allí todo es posible. 

María dijo “Si”. Que se haga la voluntad del Padre. …  ¿Nos atrevemos a decir también “si”? … No sabemos con exactitud lo que nos pide, pero sabemos que es algo que nos pide el Dios de nuestra fe, el que amamos y en quien confiamos. Imaginemos que decimos “No”, que no cuente con nosotros, tenemos nuestros planes y no los cambiaremos. Comparemos con lo que sentimos al acceder con humildad y confianza. Le decimos al ángel nuestra decisión, nuestra voluntad, como lo hizo María y nos quedamos un rato en silencio, meditando y sintiendo nuestra respuesta.

La misión de María consistía en dar a luz a Jesús quien reinará eternamente en nuestros corazones, suscitando el amor, el perdón y el servicio. Jesús nos invitará a ser solidarios y fraternos, nos presentará una relación con Dios nueva, una nueva alianza que conlleva el deseo de Dios de que seamos felices, que eso puede comenzar ahora, pero que trasciende nuestra vida terrena y se proyecta por toda la eternidad. ¿Y a nosotros? … ¿En qué consistirá la misión que nos encarga? … ¿A quiénes estará dirigida? … ¿será hacia nuestra familia cercana o lejana? … ¿será hacia personas conocidas y amigas o hacia quienes aún no nos hemos encontrado? … Independiente de lo que sea, nos ponemos en oración de espera, de estar en disposición de recibir detalles de lo que El quiere de nosotros.

Coloquio

 Converso con el Señor sobre lo que siento luego de esta reflexión y esta contemplación. Le confío lo que ocurre en mí, como estoy dispuesto(a) a llevar a cabo su voluntad. Le respondo explícitamente mi aceptación de buscar incansablemente cuál es su voluntad en mí, para luego consagrar mi vida a que se reflejen en ella sus deseos.  Se lo digo en forma sencilla, con mis propias palabras y la dejo registrada en mi cuaderno espiritual. 

Examen de la oración

(Este examen de la oración es lo más importante a compartir con mi acompañante espiritual)

Para compartir grupal

En el grupo podríamos responder a las siguientes preguntas

1) ¿Qué sentimientos aparecieron?

2) ¿Qué me ayudó más a desarrollar mi oración? … ¿qué fue un impedimento?

3) ¿Cómo es la imagen de María en mi vida espiritual? … ¿cómo ha cambiado con el tiempo?

Encarnación

Visita Isabel

Nacimiento