2.6-Regreso de Egipto

El exilio terminó, se vuelve a casa con esperanza

Contexto 

El Hijo de la Trinidad encarnado en Jesús, nace en Belén de Judá. Trae la maravillosa misión de crecer y anunciar una buena noticia para todos que provocará mucha alegría: Dios ama a toda su creación y le perdona sus infidelidades. Dios quiere que todos seamos felices y que no suframos. Unos pobres pastores son los primeros en conocer la noticia y adorar a ese niño frágil que duerme en un pesebre como cuna. Le pusieron por nombre Jesús en el rito judío de la circuncisión. María su madre con José lo presentaron en el templo y unos ancianos profetas anunciaron el camino glorioso y doloroso que enfrentará en su vida.

Llegaron magos orientales que le reconocieron como el rey, el salvador de su pueblo y le adoraron y regalaron presentes. Engañaron a Herodes para proteger al niño de su egoísmo y emprendieron retorno sin comunicarle al rey que habían encontrado a quien será el rey por siglos. Herodes decide emprender una matanza a todos los niños para eliminar al futuro rey, pero José recibe de Dios la misión de alejarse para proteger al niño y emprenden un largo peregrinar hacia Egipto, donde se instalan en una colonia judía. 

Allí dejamos en el retiro anterior nuestra contemplación de este niño que de tan pequeñito ya peregrina por tierras extranjeras perseguido por las fuerzas malignas de un rey tirano. Dejamos a María y José instalados en algún lugar de Egipto, muy probablemente junto a otros judíos que se habían radicado en ese lugar. José trabajaba aplicando su oficio de carpintero, reparando y construyendo viviendas y muebles. Lo que le encargaran. El niño comenzaba a dar sus primeros pasos y a balbucear sus primeras palabras. 

Contemplaremos ahora a estos jóvenes desenvolverse en tierras extranjeras cuidando de su hijo, al que salvaron de una muerte segura en Belén. Salvaron al que trae por misión salvarnos de las angustias y sufrimientos.

Compartiremos con ellos la noticia que recibe José de que ha concluido el peligro y pueden volver a su tierra, pues Herodes ha muerto. Volveremos con ellos felices a su terruño. Nos entusiasmaremos con ellos y viviremos la esperanza de instalarse en su propio país. Veremos cómo cambian el destino original que era volver a Belén y se desvían a Nazareth porque el sucesor de Herodes en Judea era también un peligro si se percata de quien es Jesús. 

Nos disponemos a continuar con nuestra contemplación de Jesús peregrino que retorna a sus orígenes, al lugar donde el ángel comunicó a María la decisión de la Trinidad, su propuesta y el sí de ella para ser su mamá. Todo eso ocurrió en Nazareth donde dejaremos ahora al niño con sus padres.

Oración Inicial.

Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente
orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea. 

Gracia a pedir

Pedimos la gracia de sentir la alegría del retorno compartiendo con la joven familia su vida cotidiana y la esperanza de avanzar en un entorno que le permita criar adecuadamente al niño Jesús.

Texto.  (Mateo 2,19-23)

Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto,

y le dijo: 'Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño'.

José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.

Puntos. EE:   [270]

Centraremos nuestra contemplación en estos tres puntos de los Ejercicios Espirituales sugeridos por San Ignacio de Loyola


Primero: El ángel avisa a José para que vuelva a Israel: “Levántate, toma el Niño y a su Madre, y vete a la tierra de Israel.”

Segundo: “Levantándose fue a la tierra de Israel.”

Tercero: Porque en Judea reinaba Arquelao, hijo de Herodes, se retiró a Nazaret.

Contemplación

Nos imaginamos a María y José instalados en una casa pequeñita que pudieron alquilar en un barrio judío de una ciudad egipcia. Vemos a José deambulando por las distintas casas donde le piden algún trabajito. Hay días en que le va mejor que otros, pero sin que le sobrara, tampoco nunca les faltó. Cuando parecía que pasaban largos días sin trabajo, algo aparecía.

María se dedicaba completamente a cuidar de Jesús y a los quehaceres de la casa. Que no faltara pan que ella misma temprano en la mañana se encargaba de amasar y que siempre hubiera agua que traía de un pozo cercano. 

Nos imaginamos estar presentes cuando Jesús dio sus primeros pasos, avanzando uno o dos metros con sus brazos extendidos para mantener el equilibrio. Se suelta de las manos de José y avanza hacia María. Llega a ella y se funden en un abrazo. Y nosotros allí compartiendo esta escena hermosa. Todos felices. Nos imaginamos que estamos allí, en cuclillas y Jesús siendo sostenido por María. Estamos cerquita, un poco menos de tres metros y Jesús sonriendo se suelta de María y avanza decidido hacia nosotros que le esperamos con un abrazo. María y José aplauden, todos celebramos … ¿Qué se siente con Jesús, tan pequeñito que ya viene a nuestro encuentro? Quedémonos un rato disfrutando de esta escena familiar íntima con Jesús que ahora ya sabe andar, preparándose para su peregrinar por el mundo.

Otro día, al llegar José de uno de sus trabajos, María le dice “Mira José lo que aprendió Jesús”. Viene el niño y María le dice … “Ya Jesús, llame a su papá …”  Jesús toma aire y mirando fijamente a José y le escuchamos balbucear “Abbá, … Abbá”. José se emociona, sus ojos se humedecen, le abraza y le besa en la frente.  Años después nos enseñará llamarle de esa forma al Padre celestial y aprenderemos esa oración que hemos repetido tantas veces. Lo hacemos ahora en silencio, mentalmente y nos quedamos un rato, poniendo atención en la respiración y pronunciando bajito al expirar “Abbá” … “Abbá” 

Así transcurrían los días familiares en esa casa egipcia con esta pequeña familia judía. Otro momento emocionante fue una mañana que al despertar José sonreía y estaba eufórico. “María, María nuevamente he sentido que un mensajero de Dios me está guiando … Anoche soñé que Herodes había muerto y que estaban sepultándolo con mucha pompa, pero que el pueblo en lugar de llorar celebraba el fin de la tiranía. Si, María lo soñé, pero si es efectivo ya podemos volver a nuestra tierra. Que maravilla, comencemos a prepararnos”.   

Efectivamente, a los pocos días la noticia que llegaba desde el Oriente confirmaba el sueño de José. Herodes el Grande había muerto con muchos dolores pudriéndose de una infección, desesperado intentó suicidarse, pero no se lo permitieron. Su vida y su legado era también putrefacto. El reino se dividió en regiones a cargo de sus sucesores. Herodes Arquelao se hizo cargo de Judea y Samaria. Herodes Antipas de Galilea y Perea.

Confirmada la noticia emprendieron viaje de retorno. La misma ruta, pero ahora completamente distinto, conocían no solo el camino, sino que el lugar donde llegarían. José pensaba que en Belén tenían más posibilidades de desarrollarse y trabajar. Estaba cerquita de Jerusalén que era inmensa, pero ya solo Belén era al menos 4 veces más grande que Nazareth. Volverían al lugar donde nació y donde ocurrieron episodios tan hermosos como la visita de los pastores, de los magos y las profecías de Simeón y Ana. 

EL camino de vuelta era también distinto, pues ahora no se sentían inseguros y sospechaban de agentes de Herodes que pudieran aparecer, sino que además era bastante más transitado. Eran muchos los que volvían porque muerto Herodes surgía la esperanza de que la vida sería más tranquila en sus tierras.

Cruzaron la ciudad de Rafah y ya se encontrarían en Gaza, internándose hacia Judea. Faltaba poco, debían ahora desviarse hacia el Oriente hacia Beerseba y de allí subir al Norte hasta Belén.  Pero allí fue que nuevamente José tuvo un aviso en sueños advirtiéndole que no era prudente ingresar a territorio de Arquelao pues este estaba siguiendo el camino de su padre. Efectivamente, acababa de matar a unos tres mil fariseos y el terror volvía a apoderarse en esa región. No iban a exponer a Jesús nuevamente.

De nuevo, María pregunta a su esposo que harían y juntos resuelven que lo más seguro era no desviarse y seguir hacia el Norte a la región de Galilea, desde donde habían salido hace un par de años y volver a Nazareth. Pueblo pequeñito, pero donde eran bien conocido ambos y estarían lejos de Arquelao, pues allá gobernaba Antipas, el que aparte de escándalos familiares no tenía la fama sanguinaria de su hermano.

Les seguimos, entonces, ruta directa hacia el norte, bordeando el mediterráneo para luego adentrarse en la ciudad campesina de Nazareth, donde Jesús siguió creciendo, formándose y pasando la mayor parte de su infancia, toda su juventud y el inicio de su vida adulta. Por eso es que, hasta nuestros días, nos referimos a el como Jesús de Nazareth o con el gentilicio de “nazareno”

Los observamos allí volviendo a la que alcanzó a ser su primera casa. Les vemos siendo recibidos por sus parientes y amistades. Organizan una fiesta de bienvenida donde no podía faltar el vino de Caná. Celebran el retorno de esta joven familia que ya tiene heredero. Claro que nadie sospechaba lo que sería el destino de este niño pequeño que jugueteaba con otros niños de su misma edad, en medio de la celebración.

Nos quedamos allí en un rincón, escuchando los cantos, los brindis, las bromas y los bailes. ¡qué diferencia de cuando salimos huyendo de Belén a Egipto! La vida es así con dulce y agrás, con penas y alegrías. Hay momentos para huir y momentos para regresar. Nos quedamos saboreando lo que era el retorno y con ello el inicio de una etapa de crecimiento del niño Jesús que ya no es bebé, que se erguirá como joven idealista y luego llegando a adulto como líder del mayor cambio cultural de la historia: la encarnación de la voluntad de Dios en nuestra sociedad.

Reflexión personal

….

Coloquio
Conversemos nuevamente con José y María, acabados los festejos del regreso, en un rincón de su casa y recordemos juntos lo vivido en este viaje de retorno a casa. Los sentimientos que surgen del pasado y la esperanzas que tenemos del futuro. (Debemos cuidar de no adelantar detalles de lo que nosotros ya sabemos de como se desarrollará la historia)

Examen de la oración

Para compartir grupal
En el grupo podríamos responder a las siguientes preguntas