1.4-Nacimiento

Ha nacido un salvador, que es el Mesías, el Señor 

Contexto 

María está ya de vuelta en Nazareth, luego de visitar a su prima Isabel (Ejercicio 3). Hacía unos tres meses había recibido el anuncio del Ángel (Ejercicio 2) de que Dios la había elegido para llevar a cabo la hermosa misión de ser mamá del mismo Dios, para que ese niño creciera y anunciara a todo el mundo una buena noticia que acabaría con las angustias, las incertidumbres, los miedos y todo aquello que limitara una vida plena y feliz. Esa sería la misión de Jesús por decisión de la Trinidad (Ejercicio 1)

Nada nos detalla Lucas sobre cómo fueron los seis meses transcurridos entre su regreso y el nacimiento. Tampoco tenemos relato de cuando María le cuenta a José que estaba esperando un hijo. El evangelio de Mateo nos agrega que José fue alertado por un Ángel de que el niño que se estaba gestando en María era por acción del Espíritu Santo. José que era un buen hombre, con fe aceptó la explicación del Ángel y acogió a María y se dispuso a prepararse con ella para recibir a ese niño, a quien cuidaría y amaría como si fuera propio. Ya era para José una gran bendición ser el papá adoptivo de Dios hecho hombre.

Y así transcurrieron más de cinco meses de preparación en que cada día era más evidente el embarazo de María. De su origen divino probablemente era un secreto que compartían María, José e Isabel quien recibió esa confirmación por el Espíritu Santo, tan pronto saluda a María (Ejercicio 3).

En este Ejercicio acompañaremos a la familia peregrina desde Nazareth hasta Belén. Luego seremos testigos del nacimiento de Jesús y de cómo el Ángel comunicó la noticia a unos pastores acompañado de un ejército celestial que alababa Dios.

Con este ejercicio culminamos la primera parte de Jesús peregrino que cubre desde que la Trinidad decide hacer redención del género humano y la divinidad comienza su peregrinar desde los cielos para concebir en María que luego parte a visitar a su prima Isabel, vuelve a Nazareth, para reemprender viaje ahora a Belén, donde peregrinan por distintos lugares hasta terminar alojándose en un establo.

Este es el comienzo de una historia más extensa, que comprende toda la vida de Jesús, desde su niñez, juventud, su vida pública, su pasión y finalmente su resurrección, luego de la cual siguen peregrinando en cada uno de nosotros, inspirándonos, acompañándonos y aconsejándonos.

Este período inicial que culmina con el nacimiento es el ADVIENTO. Tiempo de espera, tiempo de revisar nuestra vida, nuestras prioridades y de mucha esperanza que el niño que nace en Belén es portador de las mejores noticias que podríamos recibir: Dios nos ama infinitamente, nos perdona porque nos ama, confía en nosotros y nos pide que le ayudemos a construir el Reino de Dios entre nosotros. Reino de fraternidad, de misericordia, de amor y justicia. Por amor nos creó y por amor quiere que vivamos unidos a Él, desde ahora y por siempre, pues la muerte física no es el final, sino que un paso más de nuestra existencia que continúa eternamente.

Oración Inicial.

Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente
orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea. 

Gracia a pedir

Pedimos la gracia de sentirnos colaboradores de María y José en su peregrinar hacia Belén, de ser testigos del nacimiento de Jesús y del gozo que trae estar en el inicio de una Buena Noticia para toda la humanidad.

Texto.  (Lucas 2,2-14)

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.

José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.

Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el ángel les dijo: 'No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre'. Y junto con el ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!

Puntos. EE:   [264]

Reflexionemos lo que nos suscita cada uno de estos puntos de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola


Primero: Nuestra Señora y su esposo José van de Nazaret a Belén: “Subió José desde Galilea a Belén, para someterse al César, con María, su esposa, que ya estaba en cinta.”

 

Segundo: “Dio a luz a su Hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo puso en el pesebre.”

 

Tercero: “Se juntó una multitud de ejército celestial, que decía: Gloria a Dios en el cielo.”

Contemplación

Con la imaginación contemplemos primero el viaje de Nazareth a Belén. Lo más probable es que su humilde casa en Nazareth ya estaba a la espera. José debe haber tenido una cuna hermosa y cómoda para Jesús. El lugar donde se ubicaría estaba ya listo. Y llega la orden del emperador. Contemplemos como lo conversan. Los riesgos, lo que ocurriría si no iban a Belén. Los riesgos de que naciera en el camino. Deciden ir, prepararse para ello, confiar en que Dios les ayudaría. Que para algo sería esa situación inesperada. Todo ha sido inesperado. Se dejan llevar por su inmensa fe en la providencia divina.

Como se prepararon para el viaje, lo que llevarían. Entre eso, los pañales para el niño. Más de alguien les debe haber ayudado o incluso acompañado para este viaje parecido al que María hizo para visitar a Isabel hace 6 meses. Debe haber durado también unos tres días por la distancia, pero ahora ella estaba con más de 8 meses de embarazo. Acompañemos a esta pareja saliendo de su casa en Nazareth. María sentada en un burrito como dice la tradición, por el camino que lleva a Belén. Contemplemos el camino, ¿ancho o angosto? … De tierra, sinuoso, pasa entre cerros. Se topan con otras personas que vienen y van por ese camino y se saludan. Los peregrinos se ayudan mutuamente. En alguna parada para descansar o comer deben haber conversado con otros caminantes. 

Contemplemos como llegan a Belén … pueblo pequeño … mucha gente para el tamaño del pueblo porque otros como José acudían para el censo decretado por el emperador. Les acompañamos buscando alojamiento. Todo completo. No hay lugar. NI siquiera en casa de algunos conocidos y parientes de José. Todo completo, no hay lugar. De algún modo queda la sensación que el estado de María en lugar de ayudar era una contra, pues si daba a luz era una complicación para los posaderos. Contemplemos la cara angustiosa de ambos. ¿Dónde se quedarían? … No hay lugar para ellos. ¿por qué Dios no ayuda? … Finalmente les ofrecen que se acomoden en un establo, incrustado en una gruta, donde al menos no estarían a la intemperie. Es el portal de Belén que tantas representaciones ha tenido en nuestras casas. Iluminado, adornado con guirnaldas

Vamos juntos al portal. Huele a animales de campo … está oscuro y allí están unos cuantos bueyes, vacas, burros. También algunas gallinas y pavos. José encuentra un pesebre, lo toma, lo limpia y le comenta a María que estaba estupendo como cuna para el niño. María está sentada en un rincón, sonríe y asiente. Es mejor que nada. José lo acomoda con algo de paja para que quede blandito. 

Luego limpia el lugar. Le ayudamos en ello. Encuentra unas lámparas de aceite, las repara y logra encenderlas, iluminando el ambiente. Se ve distinto ahora. Más acogedor. Afuera hace frío. María está semi recostada y comienza a sentir los dolores de parto nuevamente. Salimos a buscar a alguien para que la asista, pero no encontramos a nadie. 

Cuando volvemos, el lugar resplandece, mucho más que cuando José prendió las lámparas. María está ahora de pie … y en el pesebre se encuentra el niño Jesús envuelto en pañales. José y María lo contemplan con tanto amor. 

Les acompañamos en silencio. Nos quedamos un rato contemplando al niño. Duerme plácidamente. Contemplamos a Jesús frágil, pequeñito. Aquí comienza su peregrinar por este mundo. Crecerá y será un joven y un hombre fuerte. Nos entusiasmará con su vida, con su mensaje, con su invitación a vivir evangélicamente. Le seguiremos, sufriremos con su pasión. Lamentaremos su crucifixión. Nos entusiasmaremos con su resurrección. Pero ahora está allí. Durmiendo en una cuna de paja. Un pesebre acondicionado de camita para él. Nos quedamos allí un rato, en silencio, que no despierte. Tan pequeño, … tan frágil. … Cuesta hacerse la idea que ese niño es la divinidad humanizada.

Nos trasladamos con la imaginación ahora a un campo cercano. Es una noche estrellada. Una fría briza logra que sintamos una picazón en las mejillas. Allí hay un rebaño de ovejas y corderos y unos pastores que las cuidan, turnándose para dormir. Tienen un fuego alrededor del cual están unos sentados conversando bajito y otros durmiendo tapados con mantas. Nos quedamos a una distancia prudente para no importunar. 

De pronto un resplandor ilumina la noche. No puede ser un relámpago porque no hay una sola nube. Todo el entorno se ilumina. Los pastores se asustan y se ponen de pie. Los que estaban durmiendo se despiertan y también se llenan de temor.  Aparece un ángel que los calma. ¡No tengan miedo! … Es Dios el que manda este mensajero. Y continúa su mensaje, anunciándoles que es portador de una buena noticia. Ha nacido un salvador que traerá alegría para todos. Los pastores le escuchan intrigados y el ángel les indica que vayan al portal y que allí encontrarán a un niño envuelto en pañales. 

Escuchamos el coro de ángeles entonando el “gloria”. Nos quedamos en oración contemplando a los pastores y a los ángeles que se alejan. El ambiente se llena de paz. Paz en la tierra como cantaban los ángeles. Nos quedamos allí sintiendo esa paz, respirando esa paz, impulsados por esa paz.

Reflexión personal
María y José se preparaban para ser una familia común, unida en matrimonio y aparece un ángel que les cambia los proyectos. María y José tenían todo preparado para recibir al niño en Nazareth y de pronto algo inesperado cambia todo y deben emprender camino a Belén. Se dejan llevar por los sucesos y confían en que Dios les acompañará. Son fieles a los planes del Señor. ¿Nos ha pasado? … ¿Cuándo se han cambiado todos los planes y el derrotero de la vida cambia por completo o ligeramente, pero ya no es lo que tenía planificado? … Recordemos en nuestra vida esos cambios … en la familia … en el trabajo … en el lugar donde vivimos … en lo que pasa en el mundo … una guerra, una pandemia, una crisis social … y todo cambia … Una acción inesperada de alguien … y todo es distinto … Hay que partir confiados en nuevos rumbos, con fe en que Dios siempre con nosotros, aunque a veces no comprendamos el porqué, pero El nunca nos abandona. Recordemos cuando nos hemos desesperado, poque las cosas aparentemente no funcionan. No nos dábamos cuenta de la importancia para la voluntad de Dios que ese niño naciera en la máxima precariedad, para que fuera esperanza de los más frágiles. Lo mismo en nuestros planes, para algo será. Para algo fue … ¿lo entendemos ahora?

José improvisó lo que pudo para que ese lugar fuera acogedor. No era lo óptimo, pero logró dejarlo mejor para recibir al niño. ¿qué hemos tenido que improvisar en nuestra vida? … ¿Cómo mejoramos aquello que no nos gustaba? … ¿Cómo nos hemos levantado de las caídas de la vida y resilientemente hemos vuelto a caminar? … Recordemos aquel fracaso, aquella enfermedad, ese accidente, esa persona que partió … esa persona que nos traicionó.  Pero salimos adelante, ordenamos el establo, acomodamos un pesebre y prendimos una lámpara y triunfó la luz a la oscuridad.

Y finalmente llegó el momento esperado. Los nueve meses de espera culminan con Jesús que nace. La historia de la humanidad se divide en dos. Antes y después de este momento. María y José actores centrales de esta escena, están allí, contemplando, adorando a Jesús en el pesebre. Nosotros también. ¿Qué sentimos de estar reviviendo tan trascendental momento? … ¿Qué esperanzas surgen en nuestro corazón? … ¿qué le pedimos a Dios que llega a ingresar a nuestras vidas? … La divinidad se hace humanidad en este niño que nace con un proyecto, con una misión. Nosotros tenemos el privilegio de ser parte de este misterio desde sus inicios en esta contemplación.  ¿qué sentimos? … nos quedamos un rato largo … en silencio … ante el pesebre, adorando a Jesús recién nacido … acompañando a María y José que están allí, de rodillas ante la realidad maravillosa que les ha tocado vivir. Y nosotros, presentes en ese lugar, humildemente, guardando mucho respeto, con el corazón abierto a recibir a ese niño que nace para que seamos plenos y felices … Tomamos nota de lo que sentimos en este momento solemne.

Salimos a caminar saboreando todo lo que sentimos y nos encontramos con los pastores que reciben el anuncio del ángel. Dios envió su mensajero a María a comunicarle su misión, a José para que aceptara la voluntad de Dios y ahora a los pastores para que vayan a contemplar el comienzo de una nueva era. La época del amor, del perdón y del servicio. Se inician los tiempos de la fraternidad, la solidaridad y la justicia. A partir de ahora en el corazón de quienes reconocen a Dios y lo glorifican se anidará una paz que comienza en esta vida y se prolonga eternamente. Y los primeros en recibir esa noticia son este grupo de pastores, los más pobres, los menos importantes, vagabundos cuidando animales ajenos. Y los ángeles comienzan con ellos, anunciando esta nueva época. Y nosotros con ellos. ¿Qué sentimos al escuchar el coro de ángeles? … ¿Glorificamos nosotros a Dios en los cielos? … ¿Qué hechos dan prueba que en nuestra vida Dios es central y damos gloria a El que nos amó primero? … En estos momentos, ¿sentimos la paz que proviene de la divinidad, calmando nuestra existencia y colmándonos de bondad, reconciliación y justicia en nuestra vida? … Nos quedamos un rato en silencio para saborear y recibir esa paz. … Entonamos con los ángeles el Gloria a ese Dios que nos ama y nos perdona y nos invita a volver a Belén, para allí comenzar a acompañar el peregrinar de ese niño que crecerá y nos invitará a una nueva vida, más plena, más feliz.  Que así sea.

Coloquio
Nos imaginamos ante el pesebre, … de rodillas, … adorando. 

¿Qué le podemos decir a Jesús que acaba de nacer? … 

¿qué nos gustaría pedirle? … 

¿Qué nos nace ofrecerle?  … 

Hemos tenido el privilegio de estar allí … 

¿a qué podemos comprometernos?

Examen de la oración

Para compartir grupal
En el grupo podríamos responder a las siguientes preguntas

1) ¿Qué sentimientos aparecieron?

2) ¿Qué me ayudó más a desarrollar mi oración? … ¿qué fue un impedimento?

3) ¿Qué descubrí al estar allí presente?

Encarnación

Anunciación

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