Domingo 28 de mayo de 2023. Pentecostés. San Germán

Juan 20,19-23

Reciban el Espíritu Santo

19 Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". 20 Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. 21 Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". 22 Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. 23 Los pecados serán perdonados  a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos  a los que ustedes se los retengan"

Reflexión.

Contemplemos la escena … nos incorporamos a ella … con nuestra vida … con nuestros miedos … con nuestras inquietudes … Sentimos  a Jesús entregándonos su paz … Le sentimos soplando sobre nosotros …  entregándonos su Espíritu … el Espíritu Santo de Dios.  Con esa fuerza meditemos sobre nuestra vida futura … lo que podemos hacer por El … con El,  por nuestros hermanos … por el Reino … con la fuerza que el Espíritu Santo nos regala… con sus dones: Sintiéndonos hijos amados del Padre, tanto nos ama que sentimos temor el defraudarlo, con la sabiduría que proviene de Dios mismo, discerniendo la voluntad del Padre en nosotros, nutriéndonos del amor que brota de las Escrituras explicándonos la ciencia de Dios y actuando con la fortaleza que es regalo del Señor.

Coloquio.

Señor Jesús, llegas a nuestras vidas, te apareces en medio de nuestras incertidumbres, de nuestros miedos y nuestras penas. Y nos deseas la paz. Gracias, Señor, la necesitamos tanto, especialmente en estos tiempos de crisis que vivimos. Necesitamos tu paz. Necesitamos la certeza de que tu resurrección es preludio de la nuestra. Gracias, por manifestarte entre nosotros, gracias por enviarnos a continuar con la misión con la que el Padre te envió a ti. Nos pondremos en marcha, Señor, para anunciarle a todo el mundo que el Padre es profundamente amoroso y misericordioso y quiere para nosotros un mundo donde vivamos felices, solidaria y fraternamente, sin rencores ni egoísmos, donde reine la justicia y la paz. Gracias por soplar sobre nosotros tu Espíritu Santo que nos ha acompañado en esta maravillosa misión. Está ahora con nosotros y contamos con El por toda la eternidad. Gracias, Señor