Flagelación
Dolor físico

Oración Inicial.
Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea.

Gracia a pedir.
Pedimos la gracia de poder sentir con Jesús los dolores que recibió de parte de la guardia y al mismo tiempo compartir  con Él nuestros dolores.

Texto Marcos 15,16-20

Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron.

Y comenzaron a saludarlo: '¡Salud, rey de los judíos!.

Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje.

Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.

Contemplación

Este momento es muy duro de contemplar sin involucrarse, pues nuestro cariño, nuestro amor por Jesús nos impide mirarlo a la distancia. Sentimos lo que él siente y eso nos duele y nos estremece.

Cada vez que el látigo se descarga con fuerza en su espalda nos convulsiona a nosotros mismos. Los gemidos, los gritos y quejidos de Jesús nos llegan al alma. Parece interminable, contamos con la mente las veces en que el verdugo se ensaña contra el cuerpo sangrante de Jesús y es interminable.

Ya Jesús no tiene la expresión tranquila que soporta mal tratos, escupitajos y humillaciones. … Ahora está destruido.  … Su rostro deformado, su cuerpo desgarrado. … Que horrible. … Que angustia.

Vemos como se burlan. … No tienen piedad alguna. … Para ellos no es un hombre al que maltratan, ni hablar que supieran quien es ese hombre al que tratan de destruir. … Uno de ellos se mofa de que anunciara un Reino y llega con una corona tejido con ramas de espino y se la ponen en la cabeza.

Indescriptible los dolores que sufrió Jesús en este lugar. … Indescriptible como quedó su cuerpo. …

Su mente ahora está nublada por los dolores. … Cada cierto rato, siente una insensibilidad corporal y tiende a perder la conciencia. … Por esos instantes cesan los dolores hasta que reaparecen por otro lado.

Se deja llevar por el sufrimiento. … No lucha, no pide, no reclama. … Simplemente se deja llevar. … Sufre. … Los dolores son intensos. … Duele el cuerpo y duele todo lo que le está ocurriendo. … Cierra los ojos cuando puede y se deja llevar.

Va agotando las últimas reservas de energía sin desmayar. … No lucha contra el dolor porque es más fuerte que su humanidad. … No puede ignorarlo porque es muy fuerte y evidente. … Solo le queda asumirlo, … dejarse llevar, … sin luchar, …abrazar el dolor y eso es un sedante momentáneo y pasajero.

Al final de esta tortura lo empujan hacia la calle y le cargan con un madero que será su única compañía desde ahora.

Nosotros nos quedamos a la distancia con la garganta apretada por el dolor, la impotencia de contemplarle en esas condiciones.

Reflexión.

Recordemos cuando nosotros hemos sentido fuertes dolores. … Esa enfermedad, … ese accidente, … esa agresión violenta. … Cuando hemos sentido dolores corporales muy fuertes. … Cuando cada minuto nos parecía una eternidad. …  Lo único que queríamos era que se acabaran esos dolores.

Le pedimos al Señor no volver a esos momentos. Recordamos lo que acabamos de contemplar y lo comparamos con nuestros dolores.

En silencio nos quedamos un rato solidarizando con Jesús y su tortura. En silencio con la mente en la experiencia contemplada. Nosotros con él, con su sufrimiento, con su dolor.

Luego, en un segundo momento de silencio, dejamos que él se incorpore a nuestros momentos de dolor. Él en nosotros, en nuestro sufrimiento, en nuestros dolores. Le presentamos nuestros dolores, nuestras heridas, lo que nos hace sufrir

Pasado estos dos momentos, rezamos el Alma de Cristo, pausadamente, poniendo atención a cada frase y cada petición

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
Amén

Repetimos como jaculatoria: Yo en tus dolores, Tú en mis dolores. … Yo en tus dolores, Tú en mis dolores. … Yo en tus dolores, Tú en mis dolores.  … Ahora y siempre … Por los siglos de los siglos. Amén.

Coloquio.

Hacemos un coloquio con Jesús, sobre la experiencia de lo que sentimos al estar presente en sus dolores y que él pueda estar en los nuestros.