3-6 Elige a doce apóstoles

De discípulos elegidos a enviados

Contexto 

Hemos seguido a Jesús en su recorrido desde el desierto reclutando a discípulos de distintas partes, pero principalmente pescadores, a quienes les indica que se convertirán en “pescadores de hombres”. 

Partió con los seguidores del Bautista. Los hermanos Andrés y Simón, a quien le cambia el nombre por Pedro que será posteriormente reconocido como el primer papa de la Iglesia católica.

Luego a los hermanos Santiago y Juan, que eran hijos de Zebedeo a quienes les puso por sobrenombre “Bonaerges” o “hijos del trueno”. Juan nos deja su evangelio.

Convocó también a Felipe y su amigo Natanael que más adelante se le menciona como Bartolomé. Ambos pescadores del mar de Galilea. 

Luego invitó a Mateo, el cobrador de impuestos que también nos dejó un evangelio A todos ellos les hemos seguido en los retiros anteriores. A estos siete, se le agregan cinco más para completar el equipo inicial. 

Tomás, a quien le llama “gemelo”, otro pescador galileo que le recordamos mucho porque fue quien después de la resurrección solo creyó cuando pudo ver a Jesús y sus llagas.

Santiago, hijo de Alfeo, muy probablemente otro pescador, a quien le llamaban “el menor” para diferenciarlo del hijo de Zebedeo hermano de Juan. Posteriormente Santiago será el líder de la Iglesia en Jerusalén.

Tadeo, otro pescador, también conocido como Judas Tadeo, hijo de Santiago, se le menciona con los dos nombres para diferenciarlo con el otro Judas (Iscariote). 

A todos ellos se les agrega otro Simón, el cananeo o también conocido como el zelota. No es clara su profesión u oficio previo a unirse al grupo, aunque muy probablemente, por el apodo pertenecía al movimiento revolucionario zelote.

Finalmente se une Judas Iscariote, quien no se conoce su oficio previo tampoco, pero dentro del grupo, Jesús le encargó se hiciera cargo de las finanzas. Triste recuerdo nos queda de Judas por haber entregado a Jesús en la pasión y luego suicidarse arrepentido.

En este retiro contemplaremos como estos doce elegidos por Jesús les convierte en apóstoles, esto es en “enviados”. Experimentaremos la transformación entre la elección y el envío. Reflexionaremos sobre el para qué los elige y a qué los envía y experimentaremos lo que sentiríamos si fuéramos nosotros uno más del grupo. ¿Por qué no?

Oración Inicial.

Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente
orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea. 

Gracia a pedir

Pedimos la gracia de sentirnos elegidos por Jesús y al mismo tiempo ser enviados a llevar adelante la misión encomendada por el Padre Dios: Anunciar a todos la llegada del Reino de Dios.

Textos.  

Mateo 10,1-4;

Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.

Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

 

Marcos 3,13-19;

Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios.

Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

 

Lucas 6,12-16;

En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Contemplación. 

 Con la imaginación seguimos a Jesús por Galilea con un número grande de discípulos que le siguen. Llegada la tarde, Jesús se aparta en silencio y se dirige hacia una montaña cercana. Los discípulos ya conocían esa práctica habitual de su maestro. Se retiraba de todos y pasaba toda la noche en oración con el Padre Dios.

Le divisamos a lo lejos en actitud orante, … meditando, … en silencio. Es una noche estrellada y una luna grande ilumina todo. Jesús y el Padre … El Padre y Jesús.  Tiempo después nos comentará que él y el Padre están unidos. Aquí le vemos en acción. Profundamente unido con su Padre celestial.

Ya debe haber tenido en mente quienes serían los doce elegidos para enviarlos en misión. En todo el trayecto desde el desierto, al irse encontrado con cada uno, debe haber discernido si era o no uno de los elegidos.  Ahora pide al Padre le confirme su elección. Repasó uno por uno los que tenía en mente y en cada uno de ellos se quedaba largo rato en silencio. En escucha. Era necesario que sintiera la confirmación divina. Largo rato estuvo allí. 

Lo vemos ponerse de pie y caminar lentamente en círculo, para luego volver a su posición orante por otro largo rato. … Jesús orando … en profunda comunicación con el Padre.

Llegada la mañana, baja de la montaña y del grupo de discípulo llama a los doce elegidos para ser apóstoles. Vemos como le siguen a otra parte del campo, se sientan sobre la hierba fresca y comienza a comentarle de que se tratará la misión. 

Hay que ir por todas partes, por todas las naciones, partiendo por su propio pueblo, pero expandiéndose hacia los cuatro puntos cardinales. Hay que llegar a todos los corazones. Hay que conquistar todos los rincones para que triunfe el amor sobre el odio, el perdón sobre el rencor, la ayuda sobre el egoísmo. 

Hay que predicar la llegada del Reino del Padre a todos, hay que anunciar una nueva forma de vivir, de darle sentido a la vida, donde no se trata de ganar, sino de servir. No se trata de buscar poder, sino que ayudar a los más débiles. Ni se trata de competir para lograr más riquezas, sino que de compartir y con ello gozar de una paz distinta a la del mundo.

Los elegidos le escuchan entusiasmados, pero también con temores. ¿Serán capaces? … ¿Les rechazarán? … ¿tendrán el poder de convocatoria de Jesús? … Lo que les pide no es fácil. El mundo funciona al revés de esos principios.

Imaginamos que Jesús se percata de las dudas y les insiste en que confíen. Que siempre él estará con ellos. Que le sentirán cercano, presente. Que hay que expulsar a Satanás que se ha adueñado de la creación con su mensaje de buscar riquezas, poderes y fama. Que con ello se han multiplicado las angustias, los miedos y las venganzas que padece la gente y que les hace sufrir. Se trata precisamente de acabar con el sufrimiento que el mal espíritu provoca, anidándose en los corazones de muchos. Les arenga para que expulsen a los demonios de las personas de buena voluntad. Hay que erradicar el mal del mundo. Esa es la misión. A eso les envía.

Imaginamos a ese grupo de doce discípulos, seguidores de Jesús, que se van transformando de elegidos en enviados. Contemplamos como sus rostros se van transfigurando y de inseguridad y temor ahora irradian convicción y entusiasmo. Hay que recorrer el mundo, partiendo por los más cercanos y extendiéndose a todo el entorno, predicando una nueva forma de vivir. Hay que hacerlo con el estilo de Jesús. Sus palabras eran convincente porque sus actos eran consecuente con su forma de vivir. Porque el amaba, perdonaba y servía a todos al mismo tiempo que invitaba a hacerlo.

Se trata de expulsar demonios, sin miedo. De desenmascarar los trucos de Satanás, que trata de engañar, es el príncipe de la mentira. Se trata de acompañar a quienes son sus víctimas para que tengan un cambio radical en sus vidas. 

Se trata de acabar con el sufrimiento. 


Jesús les da poder para ello. Los envía. Son ahora sus apóstoles, sus enviados.

Los vemos partir, siempre juntos, al menos de a dos. A poner en práctica el envío. Confiados y alegres. Si Jesús está con ellos ¿a quien pueden temer? 

Reflexión personal.

...

Coloquio. 

Conversamos con Jesús de este proceso vivido. Sobre los que sentimos de habernos transformados de seguidores en elegidos y de elegidos en enviados. Le comentamos por donde partiremos, por nosotros mismos, poniendo en práctica en nuestra vida sus valores. Con nuestra familia cercana, con nuestras amistades, nuestra comunidad y así extendiendo la misión por todo el mundo. Se lo contamos con nuestras propias palabras. Como dos amigos que conversan.

Examen de la oración

Para compartir grupal
En el grupo podríamos responder a las siguientes preguntas