Oraciones

ORACION DEL ABANDONO

Charles de Foucald

Padre mío, me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco.

Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo
con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.

ALMA DE CRISTO

San Ignacio de Loyola

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
Amén 


ORACION POR LA PAZ

San Francisco de Asis

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.

Que allá donde hay odio,
yo ponga el amor.

Que allá donde hay ofensa,
yo ponga el perdón.

Que allá donde hay discordia,
yo ponga la unión.

Que allá donde hay error,
yo ponga la verdad.

Que allá donde hay duda,
yo ponga la Fe.

Que allá donde desesperación,
yo ponga la esperanza.

Que allá donde hay tinieblas,
yo ponga la luz.

Que allá donde hay tristeza,
yo ponga la alegría.

Maestro, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,

ser comprendido, cuanto comprender,

ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe,

es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,

es perdonando, como se es perdonado,

es muriendo como se resucita a la vida eterna.

Amén.

TOMAD SEÑOR Y RECIBID

San Ignacio de Loyola

Toma, Señor,
y recibe toda mi libertad, 

mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad; 

todo mi haber
y mi poseer. 

Tú me lo diste,
a Ti, Señor, lo retorno. 

Todo es Tuyo:
dispone de ello según Tu Voluntad. 

Dame Tu Amor y Gracia, 

que éstas me bastan. 

Amén

NADA TE TURBE

Santa Teresa

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,

Y, venga lo que venga,
Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura; 

PADRE ALBERTO HURTADO


Apóstol de Jesucristo,

servidor de los pobres,

amigo de los niños

y maestro de juventudes,

bendecimos a nuestro Dios

por tu paso entre nosotros.


Tú supiste amar y servir.

Tú fuiste profeta de la justicia

y refugio de los más desamparados.

Tú construiste con amor

un hogar para acoger a Cristo.


Como un verdadero padre,

tú nos llamas a vivir la fe

comprometida, consecuente y solidaria.


Tú nos guías con entusiasmo

en el seguimiento del Maestro.

Tú nos conduces al Salvador

que nuestro mundo necesita.


Haznos vivir siempre contentos

aun en medio de las dificultades.

Haz que sepamos vencer el egoísmo

y entregar nuestra vida a los hermanos.


PADRE HURTADO,

HIJO DE MARÍA Y DE LA IGLESIA,

AMIGO DE DIOS Y DE LOS HOMBRES,

RUEGA POR TODOS NOSOTROS.

Amén.