2.2-Circuncisión

El niño es Jesús de Nazareth, hijo de una familia judía

Contexto 

Hemos comenzado a contemplar y acompañar a Jesús, desde el momento que la Trinidad decide que para hacer redención del género humano que sufre, es necesario que la divinidad se abaje desde los cielos y se encarne como uno más entre nosotros. Lo hace recurriendo a la colaboración de María en quien, luego de su aceptación de tal misión, se encarna Jesús. Acompañamos a María en su visita a su prima Isabel y luego en el viaje a Belén desde Nazareth. Estuvimos presentes en el nacimiento y luego con los pastores fuimos los primeros en recibir el anuncio del ángel que ese niño que nació en Belén, era el Mesías, el Salvador que traería una buena noticia para todo el mundo.

Lo que sigue a continuación es narrado brevemente por el evangelista Lucas. Hay dos instancias que a veces se confunden entre ellas, pero que están separadas por más de un mes. A los ocho días, la tradición y la religión judía, establece que se debe circuncidar a todo niño varón con lo que se cumple con la promesa de la Alianza con Abraham que define este compromiso. 

También está en la tradición judía que, a los cuarenta días del nacimiento, todo primogénito varón debe ser presentado en el templo y la madre también para ser purificada. Este segundo momento le dedicaremos otro retiro

EL rito de la circuncisión podía ser llevado a cabo en casa de los padres, en la sinagoga o en cualquier lugar, se requería de diez testigos y quien efectúa la circuncisión era alguien, no necesariamente el padre o sacerdote, sino que fuera experto en el tema. Cumplido este rito, el niño ya era de religión judía y además ya tenía nombre. Actualmente en muchas partes se continúa con esta acción desde el punto de vista sanitario, independiente de su connotación religiosa.

Para efectos de nuestro seguimiento del peregrino Jesús, es relevante que, al ya estar vivo entre nosotros, siendo originario en Belén de Judá, crecerá y se desarrollará en Nazareth de galilea. Por eso es que también se le denominará como Nazareno o Galileo. Su religión es la judía con todas sus tradiciones históricas. Además, a partir de ahora su nombre es “Jesús” por el cual le llamaremos eternamente hasta hoy mismo.

A partir de ahora Dios hecho hombre tiene una familia, una nacionalidad, una religión y un nombre. Acompañemos a Jesús, María y José en esta liturgia que es análoga a lo que los católicos denominamos bautismo.

Oración Inicial.

Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente
orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea. 

Gracia a pedir

Pedimos la gracia de reconocer en Jesús de Nazareth al Hijo de Dios que desde nuestra Iglesia, desde nuestra familia, podamos seguirlo en su crecimiento y luego ser colaboradores en su misión de anunciar el Reino de Dios en nuestra sociedad. 

Texto.  (Lucas 2,21)

Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción. 

Puntos. EE:   [266]

Reflexionemos lo que nos suscita cada uno de estos puntos de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola


Primero: Circuncidaron al Niño Jesús.

Segundo: “Se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.”

Tercero: Devuelven el Niño a su Madre, que tenía compasión de la sangre que salía de su Hijo.

Contemplación

Contemplemos a María y José en el portal, que cada día está más adecuado y arreglado, pasando a ser su hogar improvisado. Allí deciden cumplir con la ley de su religión, esto es que a los ocho días deberían efectuar el rito de la circuncisión. Esto requería diez testigos y podía ser en casa de los padres, en el templo o sinagoga.   Su casa temporal no estaba apta para una ceremonia tan importante y no deben haber tenido diez testigos, por lo cual lo más probable es que José llevara al niño a la sinagoga en Belén para efectuar la intervención. María no podía ir, pues no podía presentare en el templo hasta ser purificada, cuarenta días después del parto.

Contemplemos a José, recibiendo al niño de los brazos de María que se queda en el portal, esperando que vuelvan con la misión cumplida. Lo vemos caminando por las calles de Belén, con paso firme y con el niño en brazos. 

Llegan a la sinagoga, entran y José conversa con un mohel, persona experta en circuncidar, que era lo acostumbrado, pues los papás, no tenían su habilidad. El mohel era un hombre maduro con barba corta y apariencia más bien retraída que observa con detención a este joven y humilde papá y al niño que se ve muy saludable y hermoso con una semana de vida. Escuchamos como le pregunta. “¿Cuál será el nombre que quieres ponerle al niño?” … Se llama Jesús, le responde prestamente, era el nombre que había decidido el ángel en realidad.  El mohel se quedó meditando … Jesús significaba el que salva, el salvador. Muy optimistas esta pobre gente que se ve que no posee mucho y su hijo será salvador… Bueno su misión no era cuestionar el nombre y si le hubieran comentado que un ángel había determinado que ese era el nombre del niño no lo habría entendido para nada.

El mohel y José pasan a una habitación contigua donde será efectuada la operación. Recuestan al niño en una mesa y luego con mucha habilidad y muy rápidamente procede a efectuar el corte correspondiente.  El llanto del niño y la sangre que comenzó a correr fueron al unísono. Le limpian la sangre con un pañal, pronuncian las palabras contempladas en la liturgia y rápidamente se termina el procedimiento, no sin provocar que el niño no dejara de llorar. El niño ya tiene nombre: Jesús y se ha incorporado a la religión judía. Personas que estaban allí en la sinagoga, firman como testigos, entre ellos nosotros, dando fe que el niño nacido ocho días antes fue circuncidado de acuerdo a lo estipulado por la ley judía

Vuelve José con el niño al portal donde lo espera María quien está muy ansiosa. Para ella el trámite no fue rápido, duró una eternidad. Por primera vez se aparta del niño un rato y ahora se lo traen de vuelta. José le pasa el niño y ella lo toma en brazos con el pañal ensangrentado. Se nos viene a la mente la misma imagen tres décadas después cuando a María le pasan el cuerpo ensangrentado de Jesús al bajarlo de la cruz.  

Nos quedamos allí con ella calmando a Jesús que llora por el dolor que le queda y nosotros somos testigos de ese acto litúrgico de incorporación de Jesús a su religión y que a partir de ahora oficialmente su nombre es “Jesús” … ¡Cuantas veces repetiremos su nombre, orando, pidiendo, conversando espiritualmente con él!

Reflexión personal

Al contemplar a María y José que pese a estar en un lugar tan lejano a su hogar no dudan en hacer todo lo posible para seguir los ritos de su religión, nos preguntamos … ¿Tenemos nosotros la misma disposición de ellos con nuestra Iglesia a la que pertenecemos? … La circuncisión tenía el sentido de ratificar la alianza con Dios e incorporarse a la comunidad judía … Nosotros, ¿nos sentimos íntimamente parte de una comunidad de creyentes que tenemos un compromiso con nuestro Dios? … ¿cómo se nota?

Jesús es el nombre que tendría el niño de Belén. El que salva, el salvador, el liberador. … ¿De qué necesito liberarme? … ¿qué me tiene atado que no me permite vivir plenamente? … ¿De qué necesito salvarme? … ¿qué es lo que me desagrada, que me tensiona, que no me deja vivir en paz? … ¿De qué necesito ser salvado(a)? … Jesús trae esa misión, por eso Jesús es su nombre.  El salvador, Dios salva.

María recibe a Jesús herido por primera vez. A los ocho días de nacer ya se derrama sangre y María lo acoge … Nos quedamos en silencio contemplando esa imagen, María mirando fijamente al niño, el que llora con dolor, ella que lo trata de calmar y los pañales ensangrentados … ¿Qué sentimos? … ¿Qué pasa por nuestro corazón? … 

Hemos sido testigos de este acto, nosotros damos fe de que se realizó … en nuestros tiempos y en nuestra Iglesia es similar a los padrinos.  Si nosotros fuimos testigos, podríamos sentir que seguiremos con este niño una relación muy cercana, casi familiar, podremos ser padrinos y madrinas de él. José sería nuestro compadre y María nuestra comadre.  ¿Qué sentimos, que al estar presente en la circuncisión, pasamos a estar íntimamente ligados a la sagrada familia?

Finalmente nos quedamos un rato largo haciendo oración silenciosa, repitiendo el nombre “Jesús” cada vez que exhalamos.  Tomamos aire por la nariz y lo expulsamos lentamente, repitiendo mentalmente el nombre “Jesús” … lo hacemos por un buen rato, … sin pensar en otra cosa que no sea el aire que entra y sale automática y cadenciosamente, … solo percibiendo el aire que entra y cuando sale mentalmente decimos “Jesús” … “Jesús” … “Jesús”

Nos quedamos así un buen rato, sentados(as) con las manos juntas en posición de oración y repitiendo como mantra el nombre de Jesús. 

Podemos repetir más tarde en nuestro día el nombre de Jesús, la mayor cantidad de veces en que no estemos concentrados en algo específico. 

Coloquio
Conversamos con María y con José sobre lo que significa para nosotros haber sido testigos de este acto litúrgico y sobre nuestro compromiso de seguir cercanamente a este niño que crecerá en sabiduría, será joven, preparándose para la misión de anunciar el Reino de Dios a lo que colaboraremos con El hasta nuestro tiempo actual. 

Examen de la oración

Para compartir grupal
En el grupo podríamos responder a las siguientes preguntas

1) ¿Qué sentimientos aparecieron?

2) ¿Qué me ayudó más a desarrollar mi oración? … ¿qué fue un impedimento?