2.1-Los pastores

Los últimos son los primeros en recibir la buena noticia

Contexto 

La Trinidad decide redimir de sus sufrimientos a la humanidad (Ejercicio 1), envía un mensajero para darle la misión a María de que sea la madre del Hijo que se hace hombre en Jesús (Ejercicio 2). María peregrina a la casa de su prima ya mayor con Jesús ya concebido y se encuentra con Isabel en un abrazo en que participan también Juan Bautista que hace seis meses está en su seno (Ejercicio 3). El peregrinar de Jesús antes de nacer continúa volviendo a Nazareth, para luego tener que volver hacia los alrededores de Jerusalén. En Belén, nace en un rincón de una gruta que servía de establo y como cuna un pesebre (Ejercicio 4).

Con esto completamos el tiempo de Adviento: Jesús ya está con nosotros. Ahora recorreremos el camino de Jesús por toda su infancia, desde el portal hasta que ya joven crece en Nazareth. 

Continuamos, entonces, empalmando con el final del ejercicio anterior en que un coro de ángeles entonaba ese canto que hasta hoy repetimos en nuestras liturgias: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a quienes Dios ama” Si en el primer Ejercicio el personaje central era Dios Trino, en el segundo fue María, en el tercero Isabel, Jesús que nace el cuarto, ahora el personaje central será este grupo de pastores. 

Los pastores eran los últimos de la sociedad. Pobres, mal vistos, no tenían residencia, dormían en el campo junto a sus animales. Mal olientes, bruscos, la gente se cuidaba de ellos. Y son los primeros en conocer del hecho más importante de nuestro mundo occidental. A partir de esa noche se hablará de la historia antes y después y los primeros en saber de ellos fueron esos pocos pastores despreciados por la mayoría.

Esa noche fue una más para el mundo. Nada espectacular ocurría a la vista de todo el mundo. No hubo grandes luces ni campanas. Nadie estuvo en vela esperando la llegada de Dios.  El mundo giraba como siempre.  En Belén, solitariamente José y María se maravillaban y adoraban a un niño. Ellos sabían de quien se trataba. Y estaban allí solos en ese rincón, en ese improvisado hogar que arreglaron como pudieron.

En el campo un ángel se presenta ante los más despreciados y los engrandece comunicándoles la mejor noticia nunca conocida. Una vida nueva es posible, un estilo de vida les colmará de felicidad, un nuevo paradigma les permitirá gozar de una vida que nunca se termina y Dios se hace presente en la tierra para comunicar aquello y cómo es posible hacerlo realidad.

Ni el emperador, ni Herodes, ni los poderosos, ni los sacerdotes tuvieron ese privilegio. Fueron ese grupo de humildes pastores los que recibieron la noticia. Y son ellos los que luego de comprobar lo anunciado comienzan a dar testimonio de ello. Aquí comienza a expandirse el misterio de la voluntad de Dios. Ellos son los primeros evangelizadores, propagadores de tan buena noticia.

Que misterioso es el plan de Dios, que inexplicable es su modo de proceder. Y en estos ejercicios espirituales, nos quiere transmitir a nosotros un mensaje que ha reservado para que lo acojamos, siempre que nos hagamos sencillos y humildes como esos pastores. Hace dos milenios, se hizo presente en dos jóvenes campesinos de Nazareth, un pueblo perdido, donde nada bueno parecía podía surgir. Nace en el último rincón disponible en la periferia de Belén y los primeros en enterarse fueron esos pastores.

Hoy viene a nuestra vida, aquí quiere que vuelva a nacer y a encenderse una llama de esperanza en medio de las crisis que vivimos. Hay un mensaje, hay algo que quiere transmitir y por algo estamos ya en el quinto ejercicio, en estos retiros personales. Ha puesto su mirada en nosotros, no por nuestros conocimientos ni por nuestras influencias, ni por nuestro poder. Busca lo más humilde de nosotros como buscó a esos pastores.

Nos disponemos a llevar a cabo este ejercicio confiados en que ha sido su decisión que los ángeles nos inviten a ir al encuentro de ese niño que está envuelto en pañales pronto a comenzar su peregrinar entre nosotros. Dios que sale a nuestro encuentro.

Oración Inicial.

Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente
orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea. 

Gracia a pedir

Pedimos la gracia de hacernos humildes como los pastores para recibir el anuncio de que Dios sale a nuestro encuentro en la persona de Jesús y hacernos disponibles para propagar esta buena noticia a todo el mundo.

Texto.  (Lucas 2,8-20)

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: 'No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:  Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.  Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre'.

Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:  ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!.

Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: 'Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado'.

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.  Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.

Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.

Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.

Puntos. EE:   [265]

Reflexionemos lo que nos suscita cada uno de estos puntos de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola

Primero: El nacimiento de Cristo nuestro Señor se manifiesta a los pastores por el ángel: “Os anuncio una gran alegría porque hoy ha nacido el Salvador del mundo.”

Segundo: Los pastores van a Belén: “Fueron a prisa, y encontraron a María y a José y al Niño puesto en el pesebre.”

Tercero: “Los pastores se volvieron glorificando y alabando al Señor.”

Contemplación

Con la imaginación volvemos a contemplar a los pastores que junto a sus animales están a la intemperie en una noche estrellada y fría. Volvemos a divisarlos tranquilos, unos durmiendo otros conversando o jugando a algo para matar el tiempo. Se turnan para cuidar a sus ovejas y cabritos. Todo es silencio. Una suave briza se hace presente. Algunos perros ladran a la distancia. Todo está en calma. El mundo duerme.

En la cercanía María y José están en vela en el portal. No se cansan de contemplar a su hijo que duerme en el pesebre. Lo contemplan y lo adoran porque ellos bien saben cómo se inició esto hace nueve meses. La vida les cambió completamente. Y le cambiará también a toda la humanidad cuando se vaya extendiendo la buena noticia.

Nos imaginamos de espectadores en la cercanía de los pastores cuando sienten una presencia angelical y se ilumina el campo como con un relámpago continuo. Se asustan mucho, despiertan a los que dormían y se agrupan como para defenderse. Están impresionados. 

Escuchamos al ángel que los calma, les pide que no tengan miedo porque es portador de un mensaje de Dios. Les comunica en sencillo. “Algo extraordinario ha ocurrido. Una muy buena noticia para todos. Es algo que les hará felices. Una gran alegría para todo el pueblo”

Cuando estaban acostumbrados a escuchar malas noticias y crisis de todo tipo. Cuando se sabía de injusticias, abusos y prepotencias. De diferencias, rivalidades, peleas, guerras, imperios que aplastaban a los más débiles. Cuando lo normal era eso, escuchar que algo bueno viene es muy alentador.

Más aún, la noticia que ha nacido el Mesías esperado por todos. El que los librará de las penas y las angustias. Es el Señor que se hace presente en medio del pueblo. No lo podían creer. Y allí cerca, en la ciudad de David: Belén.  ¡Qué suerte estar allí! … ¡Qué privilegio!

El ángel les da pistas para que se entusiasmen a ir a su encuentro, a no quedarse allí. A ponerse de pie, a caminar a encontrarse con ese Mesías que viene a cambiarles la vida miserable por una nueva forma de vivir. Les relata como reconocerlo. Debe haber sonado extraño que el Mesías, salvador fuera un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, pero la invitación era más maravillosa que esa particular forma de encontrarlo.

Como telón de fondo se escucha un coro angelical que entona el cántico del Gloria.  Se alaba a Dios que está en los cielos, pero que no se queda allí, sino que se compadece de la humanidad a la que ama sin excepciones y trae paz a todas las personas como señal de su amor incondicional. No nos abandona. Se involucra y nos viene a entusiasmar para que construyamos un mundo a imagen del Reino que él quiere para nosotros.

Los ángeles se van disipando, la noche vuelve a estar a oscuras, en silencio, como si nada hubiera pasado. Pero esos pastores no pueden seguir igual. Esto hay que comprobarlo se dicen y parten a Belén a buscar al niño. En todas partes les niegan que haya un recién nacido. Era muy extraño que un grupo de pastores buscara a un bebé. Hasta que alguien relacionó con esos jóvenes en que ella estaba embarazada y les indicó que probablemente les encontrarían en una gruta en las afueras de Belén. Allá acudieron rápidamente, buscaron hasta que encontraron la escena relatada por los ángeles: “un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.

Contemplamos como los pastores se acercan lentamente al portal donde están José y María cuidando de Jesús. Todo es absolutamente normal, no hay ni luces ni ángeles cantando. Están allí envueltos en el silencio de la noche, interrumpido por algún trino de un pájaro nocturno o un animal que camba de posición. Se acercan con curiosidad. ¡Es cierto! ,,, allí está el niño envuelto en pañales … y acostado en un pesebre como le contaron los ángeles. Entran respetuosamente y conversan con María y con José.  Le cuentan lo que escucharon de los ángeles. Que ese niño será el Mesías, el salvador. Que trae una buena noticia. Observamos como María sonríe cordialmente a lo que ellos cuentan entusiasmados.

Había allí otros lugareños que habían venido y se admiraban de lo que contaban los pastores. Sin quererlo, estaban siendo ellos mensajeros, replicando lo que el Ángel del Señor les había anunciado. Y ellos se notaban tan entusiasmado. Es que eran los últimos en la sociedad. Todo lo que pudiera cambiar será para ellos buena noticia.

María les escuchaba sin intervenir. Los miraba, les seguía con la mirada. Ella bien sabía de esa experiencia especial de percibir la presencia angelical. Como era posible sentir un mensaje que hacía sentido y que llegaba al corazón. Es el lenguaje del Espíritu que llega al alma. Que entusiasma, que anima y que invita a la acción

Con ese lenguaje de Dios los pastores encontraron a Jesús y ahora vuelven a sus campos, con sus animales, contándole a todo el mundo lo que han vivido. Son los primeros evangelizadores. Los contemplamos como se pierden en la noche de regreso, felices, entusiasmados y nosotros nos quedamos de nuevo a solas junto a María, José y el niño. Es tarde, pero no dan ganas de retirarse. Estar allí esta noche es un regalo inmenso que queremos sentir y percibir. Nos quedamos en silencio, de rodillas frente al pesebre, junto al niño Dios que duerme plácidamente, con una paz divina junto a una fragilidad humana. Permanecemos allí, en silencio, adorando.

Reflexión personal

De lo contemplado, lo traemos a nuestra vida. Nosotros también percibimos el anuncio del ángel. Hace nueve meses fue a María. Ahora es a los pastores y a nosotros con ellos. Ponemos atención en nuestra semejanza con los pastores. ¿En qué somos sencillos, humildes, sin jerarquías? … Le pedimos al Señor nos ayude a despojarnos de aquellos honores, conocimientos, envestiduras que nos impiden escuchar a los mensajeros de Dios con la claridad que lo sintieron los pastores y antes María.

El ángel anunció que traía una buena noticia, alegría para todo el pueblo. ¿Qué sería una buena noticia para nosotros hoy? … En lo personal, ¿qué quisiera que ocurriera en mi vida? … ¿En lo familiar, que noticia sería buena para nosotros? … lo mismo en lo comunitario, … con mis amistades, … en lo laboral, … en lo social, … en el vecindario, … en la ciudad donde vivo, … en mi país, … en el mundo. ¿Qué sería buena noticia? … ¿Será eso lo que llega con este niño que nace? … Anotamos en nuestro cuaderno de ejercicios lo que encontramos en cada uno de estos ámbitos.  ¿Qué sería una buena noticia que nos llene de alegría?

Recordamos la escena de María, José y el niño solos en el portal y nosotros con ellos, adorando, en silencio … ¿qué sentimientos afloraron? … ¿qué sentimos ahora de haber participado en ello? … Los ángeles proclamaron que sentiríamos paz entre nosotros. Nos quedamos un rato en silencio, poniendo la atención solo en la respiración hasta sentir esa paz y nos quedamos así, en paz, por un rato largo, inundándonos de su paz, glorificando a Dios que está en las alturas y adorando a Jesús, que ya está con nosotros en esta vida terrena.

Coloquio
Hacemos un coloquio con María y José. Le contamos lo que sentimos y nuestra experiencia del anuncio del ángel a los pastores y como nosotros también nos entusiasma que con Jesús, podamos gozar de lo que anhelamos como buena noticia. Que aún no sabemos como ocurrirá, pero que tenemos confianza que así será y les presentamos nuestra disponibilidad para acompañarlos en todo con Jesús, pues queremos ser partícipes de su vida desde ahora mismo.

Examen de la oración

Para compartir grupal
En el grupo podríamos responder a las siguientes preguntas

1)  ¿Qué sentimientos aparecieron?

2)  ¿Qué me ayudó más a desarrollar mi oración? … ¿qué fue un impedimento?

3)  ¿Qué buenas noticias me animo a compartir grupalmente? … Las que ya han ocurrido y las que quisiéramos llegaran pronto?