Sábado 30 de diciembre de 2023. San Rogelio

Lucas 2. 22, 36-40

El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

22 Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, 36 Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. 37 Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. 38 Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.39 Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. 40 El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él

Reflexión.

Imaginemos hoy la vida de Jesús en el pueblo de Nazaret … niño … con María y José … creciendo en fortaleza, en sabiduría y gozando del favor de Dios. Contemplemos también a los niños que nos son cercanos, … familiares, … amigos … Le pedimos al Señor por sus vidas … por lo que les tocará vivir … para que puedan crecer y dar muchos frutos agradables a Dios. Para que sus vidas tengan sentido y ayuden a extender el reino del Señor.

Coloquio.

Gracias Padre, por encarnarte en medio de nosotros en la persona de Jesús. Lo contemplamos frágil y tierno en Belén. Seguimos contemplándolo como crece en Nazareth al cuidado de José y María. En el tenemos puesta toda nuestra esperanza. En el confiamos para ser sus colaboradores, sus apóstoles y seguirlo en esta maravillosa misión de anunciar el Reino en nuestra sociedad. Gracias, Señor, por tener presente nuestras penas y angustias, nuestros dolores, nuestros egoísmos y rencores. Gracias porque decides venir en nuestra salvación con una propuesta de vida que nos transforma de competidores en colaboradores, de enemigos en aliados, de adversarios en hermanos y de este modo vivir feliz, plenamente, gozando de tu amor y misericordia en esta vida y más allá, por toda la eternidad. Que así sea.