Resurrección
Gozo y Esperanza

Oración Inicial.
Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea.

Gracia a pedir.
Pedimos la gracia de poder gozarnos de la resurrección de Jesús, de la confirmación del proyecto de vida que nos vino a anunciar y de lo que podemos hacer para llevarlo a cabo concretamente en nuestra cotidianidad.

Texto Marcos 16,1-8

 Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro.

 Y decían entre ellas: '¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?

Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande.  Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas quedaron sorprendidas, pero él les dijo: 'No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto. Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho'.

 Ellas salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo. 

Contemplación

Imaginémonos que estamos allí afuera del sepulcro esa mañana de primavera. Es un día muy luminoso, sin nube alguna en el cielo y un sol que brilla con fuerza, aunque aún no logra entibiar el frescor de la aurora.

Vemos como se acercan las tres mujeres a la puerta del sepulcro. Lo hacen como a escondidas, caminan un tanto agachadas y miran a su alrededor cuidando de si alguien las observara.

Llegan al sepulcro y no pueden creer que la parte más compleja estuviera resuelta. La piedra está corrida, la entrada está libre. No hay soldado alguno que custodie.

Se asoman hacia adentro con temor y las vemos ingresar. Se pierden hacia el interior del sepulcro. Ellas no tienen idea de lo que nosotros sí sabemos después de tantos años que la historia del peregrino de Nazareth no acaba en la cruz, ni menos en ese sepulcro. Dios Padre se manifestó y resucitó a Jesús desde la muerte y sigue viviendo eternamente en nosotros y con nosotros.

El dolor de la pasión se transforma en el gozo de saber que Jesús vive por siempre. Que lo que inició es una realidad y que podemos seguir extendiendo su mensaje desde nuestras vidas mismas. Desde nuestras “galileas”, como les dijo el Ángel a las mujeres. Que había que volver a su vida cotidiana, en sus casas en Galilea y que allí lo encontrarían resucitado.

Mientras pensamos en aquello, vemos a las mujeres salir como una estampida del interior del sepulcro. Su rostro, su expresión es una mezcla de temor ante lo inexplicable, lo misterioso y una alegría inmensa de que lo que había ocurrido el viernes no era el final de la historia. De que la vida comenzaba ahora. La resurrección de Jesús no era la simple prolongación de la existencia de ese campesino de Nazareth. Es el comienzo de un nuevo sentido de la existencia. Es la confirmación de que todo lo que Jesús anunció, invitó y trajo es la voluntad del Padre Dios que se manifiesta en él y en su resurrección

Ya no es el egoísmo, el enfrentamiento, el resentimiento y la venganza el destino de la humanidad. Ya no es la angustia de lograr las cosas por el poder personal y ya no son todos los sufrimientos un sin sentido.

A partir de ahora se confirma que vivir como hermanos es la consigna, que el amor es superior al odio, que el perdón no produce la amargura del rencor, que la solidaridad alegra mucho más que el competir ganando sobre los otros.

Jesús resucitado es la confirmación de lo que nos invitó a llevar como estilo de vida, pues su buena noticia transciende lo religioso y se extiende a la vida entera, personal y comunitaria. Es la invitación a aplicar el amor, no tan solo a nosotros mismos, sino que a todos los otros. A generar con ello familias con relaciones internas plenas, comunidades fraternas, barrios solidarios y en general a que la sociedad donde vivimos sea un fiel reflejo del sueño divino del Padre de lo que ha de ser su Reino.

Eso impulsa a esas tres mujeres a partir hacia donde se encontraban los discípulos con la tremenda noticia. Jesús fue resucitado por el Padre y todo el proyecto del Reino está vigente y hay que ponerlo en marcha. 

Reflexión.

Repasamos lo vivido en esta semana. Es la culminación de una larga historia que comenzó cuando la Trinidad decide redimir al género humano de las angustias y dolores que sufre producto de haberse alejado de su origen divino y tratando de construir un mundo centrado en la humanidad en lugar de en Dios. Esa redención pasa por la liberación del sometimiento que tiene ante la maldad extendida por diversas áreas. Significa salvarlo de las consecuencias de ese pecado tanto personal como colectivo.

Para llevar a cabo esa redención, se encarna en Jesús de Nazareth quien anuncia esta nueva forma de vivir, propone este nuevo estilo de vida. Su propuesta es tan profunda y significativa que alerta y provoca el rechazo de las fuerzas del mal encarnada en quienes detentaban el poder, los que finalmente intentan destruir a Jesús y su proyecto del Reino.

En la pasión contemplamos a Jesús que para sellar su planteamiento era necesario que sufriera lo que todos sufrimos, que padeciera los dolores de distinto tipo que nos aquejan. Contemplamos a Jesús con el trago amargo de la traición, del abandono, de la injusticia, de la humillación, del dolor físico, de todo lo que de alguna forma hemos vivido y estamos viviendo.

Contemplamos también con su resurrección la confirmación de que el estilo de vida que Jesús de Nazareth planteó es la voluntad del Padre Dios y por lo tanto Jesús es realmente el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios de la Trinidad. Siguiendo su evangelio, seguimos el plan divino.

Finalmente, hagamos un momento de silencio, para quedarnos abiertos a recibir las mociones del Señor :

Con todo lo anterior, ahora estamos preparados para responder a las tres preguntas que Ignacio nos propone ante la cruz:

Por los cristos de hoy, los que encontramos diariamente en nuestro camino.

Solo llevando a cabo la forma de vivir propuesta por Jesús, tendrá sentido todo lo que Jesús sufrió en su pasión, lo que nosotros sufrimos y lo que los otros padecen.

Que así sea.


Coloquio.

Le comentamos a Jesús nuestras intenciones de cambios en nuestro estilo de vida que surgen a partir de lo vivido en estas reflexiones.