Sábado 25 de junio de 2022. San Guillermo Inmaculado Corazón de María

Lucas 2,41-51

Conservaba todo esto en su corazón

41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. 42 Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, 43 y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. 44 Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. 45 Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. 46 Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. 48 Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". 49 Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". 50 Ellos no entendieron lo que les decía. 51 Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. 52 Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.

Reflexión.

Contemplemos la escena … Observemos la angustia de María y José … ¿Cuándo hemos sentido la necesidad de dedicarnos más a las cosas de Dios? … ¿Quiénes se han angustiado por eso? … ¿cómo compatibilizar ambas cosas? … ¿Cómo vivir en Nazaret y en Jerusalén? … ¿Cómo integrar fe y vida? … ¿Cómo podríamos lograr que las cosas de Dios sean las cosas cotidianas, desde nuestra vida habitual, en la casa, en el trabajo, en el barrio, en la comunidad, en los estudios?

Coloquio.

Mamita María, Cómo debe haber sufrido tu inmaculado corazón cuando no encontrabas a Jesús que pasaba de niño a joven. Qué momento más angustioso. Al mismo tiempo que alivio al encontrarlo. A veces, a nosotros también se nos pierde de vista Jesús en nuestras vidas. Y nos desesperamos hasta que nos vuelve la paz cuando lo re encontramos. Que privilegio, mamita María, haber tenido bajo tu protección a Jesús. Tu misión de criarlo y enseñarle tanta cosa como solo las madres saben hacerlo. Que honor para ti verlo transformarse de la divinidad del anuncio a ser un bebé pequeñito. De bebé a niño, de niño a joven, de joven a hombre y luego de verlo morir gozarte de su paso de hombre a a divinidad nuevamente con su resurrección. Ayúdanos, mamita María a conocer más a Jesús, tu que lo conociste íntimamente. Ayúdanos a amarle más, tu que lo amaste al extremo como lo hacen las madres. Ayúdanos a seguirle mejor, para continuar con su misión de anunciar el Reino que convierta nuestra sociedad en un mundo de amor y perdón, solidario y fraterno como era su deseo y el del Padre Dios. Amén