3-2 Desierto

Entre tentaciones del demonio y mociones de Dios

Contexto 

Ha comenzado el peregrinar de Jesús en su vida pública. Decidió salir de Nazareth y bajar al Jordán cerca de Jericó donde su primo Juan estaba llevando a cabo masivos bautismos de inmersión para lavar los pecados. Es el primer profeta luego de muchos años. Una gran multitud acudía a hacerse sumergir por Juan Bautista. Jesús sale de su casa convencido de que Dios le ama y que tiene una misión especial para él. Algo que era mucho más que ejercer de carpintero en Nazareth y sus alrededores. 

Alguna idea general tenía de cual podría ser esa misión. Su madre puede haberle comentado lo que manifestaban los pastores en cuanto a que unos ángeles le identificaban como alguien que traería una buena noticia para todos y que sería un salvador. De hecho su nombre, Jesús, lo habían recibido María y José como encargo divino y significaba precisamente “el que salva” También resonaban lo que dijeron los magos y lo que anunciaron Simeón y Ana en el templo. 

Lo que nos estaba claro era como llevaría a cabo esa misión de salvar y de comunicar una buena noticia para todos. Eso habría que averiguarlo ahora en el Jordán.

Al verlo Juan se resistía a bautizarlo. Debiera ser al revés le señalaba. Argumentaba que era Jesús el indicado a bautizarle. ¿por qué? … ¿qué sabía o intuía Juan? Pero lo más revelador fue que luego de emerger de las aguas del Jordán, tuvo una experiencia mística extraordinaria. Se siente la presencia divina del Padre Dios proclamando que Jesús era su hijo amado en quien tenía puesta toda su confianza. Se confirmaban sus dos motivaciones: El Padre Dios le ama especialmente y hay un proyecto de vida que El confía en Jesús.

Contemplaremos ahora como el Espíritu Santo que se había hecho presente en forma de una paloma, ahora lo conduce a una larga jornada de discernimiento en el desierto. Cuarenta días y sus noches nos lo relatan ahora al unísono los dos evangelistas Mateo y Lucas que anteriormente tenían relatos complementarios del nacimiento y la vida de Jesús en sus niñez y juventud.

Cuarenta es un número significativo en la biblia, corresponde a los años del pueblo de Israel en Egipto, los días de Jesús entre su resurrección y su ascensión a los cielos, las noches que duró el diluvio, los días que estuvo Moisés en el Sinaí entre otros. Más que una medida exacta ha de entenderse como “un tiempo muy prolongado”.

Contemplaremos a Jesús en este discernimiento buscando la voluntad del Padre, buscando el cómo llevaría a cabo su misión. El espíritu santo lo guiaría con mociones que le encaminaran a establecer su plan de vida. El demonio intentará distorsionar todo con tentaciones que lo lleven a un plan ególatra que impida lograr la voluntad de Dios que nosotros la conocimos en el primer retiro cuando la Trinidad divina decide hacer redención del género humano y salvarlo de las consecuencias de su alejamiento de Dios dejándose llevar solo por sus objetivos personales, sin amor, inmisericorde y egoísta.

Acompañaremos a Jesús en esta batalla cuerpo a cuerpo que se librará en su interior hasta que al final, vuelva del desierto a desarrollar su misión con ideas más claras de cómo, con quien y cuando la llevaría a cabo.

Oración Inicial.

Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente
orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea. 

Gracia a pedir

Pedimos la gracia de acompañar a Jesús en su discernimiento apostólico de cómo llevar a cabo la misión que le confía el Padre y junto a Él, rechazar las tentaciones del demonio que hasta el día de hoy sigue intentando lograrlas con nosotros.

Texto.  

Lucas 4,1-13

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.

 El demonio le dijo entonces: 'Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan'.

Pero Jesús le respondió: 'Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan'.

Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: 'Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá'.

Pero Jesús le respondió: 'Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto'.

Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: 'Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra'.

Pero Jesús le respondió: 'Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios'.

Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.

 

Mateo 4,1-11

 

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio.

Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo: 'Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes'.

Jesús le respondió: 'Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios'.

Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: 'Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra'.

Jesús le respondió: 'También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios'.

El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: 'Te daré todo esto, si te postras para adorarme'.

Jesús le respondió: 'Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto'.

Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.

Puntos. EE:   [273]

Centraremos nuestra contemplación en estos tres puntos de los Ejercicios Espirituales sugeridos por San Ignacio de Loyola:


Primero: Después de haberse bautizado fue al desierto donde ayunó cuarenta días y cuarenta noches.

Segundo: Fue tentado por el enemigo tres veces: “Llegándose a él el tentador le dice: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan; tírate de aquí abajo; todo esto que ves te lo daré si postrado en tierra me adoras.”

Tercero: “Vinieron los ángeles y le servían.”

Contemplación. 

Una vez más usaremos nuestra imaginación y con la ayuda del Espíritu Santo intentaremos interpretar lo que Jesús experimentó a través de la oración y la reflexión en este tiempo de retiro profundo en el desierto. No nos preocupemos por las apariencias, si se encontró con una imagen diabólica con cachos y cola o con alguien con quien conversó, si fueron voces o su imaginación. Trataremos de ir al fondo del discernimiento independiente de las formas, trataremos de interpretar los diálogos que se cruzaban por la interioridad de Jesús en este tiempo.

Lo primero es contemplarlo saliendo del Jordán, pensativo, caminando lentamente, sin rumbo fijo y de esa forma adentrarse en el desierto de Judea ubicado en las cercanías de Jericó al este de Jerusalén. Allí se instaló y oraba día y noche, en silencio, buscando, escuchando lo que pueda llegar. Estuvo allí por muchos días. No había que apresurar, se trataba de seguir los tiempos de Dios, escuchar al Padre.

Le seguimos de lejos, sin interrumpir, con respeto. Por la noche, levanta la mirada hacia el cielo estrellado, de día recorre los cerros escarpados y secos. Observa un ayuno muy riguroso, ingiere lo mínimo para no desfallecer. Por cierto, que le invade el hambre y la sed. Pero trata de que esto no le distraiga.

Pasando mucha hambre le llega esa tentación del maligno. “Si tu eres el hijo de Dios, convierte esas piedras en pan”. No es mala idea, saciaría su apetito. Si pudiera tener ese poder, no tan solo comería él. El hambre es algo que sufren miles, que se verían beneficiados al tener pan fácilmente con ese poder. Le seguirían de inmediato muchedumbres de hambrientos que no tienen qué comer. Sería un gran servicio, un alivio para muchos. Una petición importante de su oración al Padre era que no nos falte el pan de cada día.  … Convertir las piedras en pan … dejar de ser carpintero y transformarse en panadero. ¿Será eso lo que quiere el Padre? … 

Se necesita acabar con el hambre, pero … ¿es la solución convertir piedras en pan? … 

¿y los que no están cerca de él? … ¿Y cuando él ya no esté? … 

Todo estaría centrado en el poder de él por ser hijo de Dios. … 

Se necesita algo más estructural. 

En el mundo hay suficientes recursos para que todos coman. El problema de que a algunos les falte es porque a otros les sobra. Y si a muchos les falta es porque a pocos les sobra mucho. … 

No se resuelve el problema estructural con un acto de magia local efectuado por Jesús. 

El cambio ha de ser mayor, cambio de mentalidad. 

Pasar del egoísmo a la solidaridad. El Padre nos ama a todos por igual, porque todos somos hijos suyos. El tema pasa por proclamar un espíritu solidario, que en lugar de propiciar el competir, se incentive el compartir. Lo que hay que convertir es el corazón humano, no las piedras en pan. 

Si el corazón cambia y en lugar de rencores se anida la misericordia todo sería distinto. Si aumentamos el amor, no se llegará al odio. Esa es la conversión que propone Dios. No solo de pan vive el hombre, sino que del deseo de Dios. Y lo que Dios desea es más amor, más perdón, más solidaridad y con ello la convivencia será feliz y armónica, sin hambre, sin sed. 

No Satanás, la solución no pasa por convertir las piedras en pan, hay que proclamar un Reino donde el anhelo de Dios se lleve a cabo luego de convertir el corazón de todos, partiendo por el nuestro y así extendiéndolo de a poco. Que no dependa todo del Hijo de Dios, sino que sea una tarea colegiada que parta por un grupo y que se extienda en muchos grupos hasta ser universal. No propongas ideas egoístas y personalistas, Satanás. Ese puede ser tu reino, no el del Padre Dios.  

La pobreza es algo muy injusto, conlleva hambre y tristeza. Pero la pobreza no se combate con riqueza, porque la riqueza conlleva otros males que bien conocen los ricos: la avaricia, el miedo a perder las pertenencias, el avasallar a otros para aumentar las riquezas, el endurecimiento del corazón y tantos otros. La pobreza ha de tratarse con un cambio más estructural en nuestra forma de relacionarnos. La riqueza es la oferta de satanás, para Dios una pobreza solidaria es preferible a una riqueza egoísta. Dios quiere habitar en nosotros y para hacerlo necesita que nos vaciemos de nuestras riquezas para que haya un lugar adecuado para que se aloje el Señor. Un tiempo después proclamará “Felices los pobres porque de ellos es el Reino de Dios”. Todo va encajando. Este puede ser lo que Dios quiere que anuncie.

Vemos como el rostro de Jesús se va transformando, pasa de la incertidumbre, de la duda al entusiasmo y luego lo vemos caminar en paz, recordando ese primer combate en que sufrió la tentación del individualismo, del centralismo con el mismo como protagonista. La lucha entre la riqueza y la pobreza. Camina lento, casi sonriendo, satisfecho, con claridad en el alma.

… 

Pasan los días y comienza a imaginarse como divulgar esta forma de vivir, acorde con la voluntad divina. Como convocar, cuál será el mejor método. Está allí en un rincón del mundo. Salió de un pueblito pequeño donde todos le conocían y ahora está en medio de un desierto, cerca de algunas ciudades importantes, pero donde nadie le conoce. Es el hijo predilecto del Padre Dios, se lo confirmó en el Jordán. Pero nadie sabe de aquello.

Aparece aquí el maligno con otra tentación. “¿Necesitas convocar a muchos? … Tienes que hacerte famoso. A la gente hay que darle pan y circo. Si quieres atraer a muchos seguidores, necesitas algo espectacular. Si tu eres el Hijo de Dios, lánzate de lo más alto del templo, los ángeles te sostendrán y todos reconocerán y te seguirán. La noticia circulará y muchos más te seguirán, tu fama puede llegar a ser ilimitada”.

Jesús se queda pensando en la propuesta. … Es muy astuta. … Es tentadora. … Ser famoso. … Que muchos le conozcan … que le sigan. Con ello podría comunicar con mayor eficiencia el mensaje del Padre. … 

Pero algo no cuadra … de nuevo todo depende de él. Sería famoso, pero el proyecto necesita más que su fama. 

El deseo de la fama requiere de una cuota grande de vanidad que Jesús no tiene. 

La fama engrandece al que la posee y empequeñece a los seguidores y Jesús amando quiere engrandecer a todos. Que se sientan todos hijos amados del mismo Padre

Más tarde nos dirá que aprendamos de él que es manso y humilde. 

La propuesta de Satanás compromete a Dios para que actúe en un acto espectacular que le da fama a Él. No le cuadra … no va con su humildad.

No, Satanás, el método a usar no pasa por la fama de una sola persona. Esto es comunitario, como comunitaria es la esencia de la Trinidad. Es parte de tu método el egocentrismo, la fama personal. Tu invita a pactos personales contigo. No es el método divino. Dios es humilde, no aplasta, respeta, propone, sugiere y acompaña, no dirige. La fama y la humildad son contrarias. Sigue tu convocando famosos, individualistas. El Reino de Dios se anunciará en comunidad donde todos caben, sin privilegios, sin famas personales. Se convocará a todos, hombres y mujeres, famosos y desconocidos, pobres y ricos, poderosos y desvalidos. Todos … y el Reino se extenderá … con la levadura del amor crecerá … desde lo pequeñito como crece la mostaza desde un insignificante grano inicial.

Apártate, Satanás, no tientes a Dios con riquezas y con fama, porque ambas no caben en el Reino de Dios.

Nuevamente vemos a Jesús, tranquilo. Incluso radiante. Entusiasmado. Ya está proyectando lo que será su vida pública, cuál debiera ser su método y ya se va imaginando como se va extendiendo lenta y progresivamente el Reino soñado por el Padre.

Pero el mal espíritu no se había dado por vencido. Vuelve al ataque con otra estrategia. Ahora las emprende con su legión de poderosos. Le señala a Jesús: “Si quieres llegar con efectividad con tu proyecto, lo mejor es que lo hagas desde arriba acá en la tierra. El mundo funciona jerárquicamente. Parte por los poderosos y a todo el resto lo tendrás en tus manos. Allí los tienes … son solo unos pocos, pero gobiernan las naciones, las conciencias, los territorios y los bienes. Es el poder político, el poder religioso, el poder económico, el poder militar.  ¿Sabes? Me pertenecen. He pactado con muchos de ellos. Les ayudo en sus planes y son de los míos. Este mundo me pertenece porque he conquistado a los poderosos. ¿Los quieres?”

Jesús guarda silencio y reflexiona de lo que acaba de escuchar. Es cierto lo que argumenta Satán. El mundo está gobernado por unos pocos. El resto baila con la música que estos pocos deciden tocar. Pero el mensaje, la buena noticia no les parecerá atractiva, está orientada a darle felicidad a esa mayoría que no tiene acceso al poder. ¿Cómo llegar a ellos? …

Allí entra Satanás con toda su artillería. “Fácil, Jesús. Ellos me siguen. Mi proyecto de acuñar riquezas, de tener fama y poder les encanta. La idea de competir para ganar, sin importar si con ello se pasa a llevar a otros la llevan a cabo. Mi ideal de que al mundo avanza con los más fuertes, no con los débiles, les tiene convencidos. Me adoran. Son míos. ¡¡Haz tu lo mismo y los tendrás contigo!!

Jesús se quedó perplejo. Satanás llegó demasiado lejos. ¿Adorarle a él? … Solo a Dios. Nunca a satanás, por cierto. Más aún si con eso se entraba a pactar con los poderosos que aplastan a los más débiles.

“No, satanás. Yo nunca te adoraré. Solo adoro a Dios. Apártate de mi camino. Quédate con tus poderosos, quédate con tus ricos con corazón de piedra, quédate con tus famosos. No te sigo. Si ellos quieren podrán ser parte de nuestro grupo con humildad, sin soberbia, sin arrogancia, sin ostentación. Que vengan si tienen espíritu de pobre, si están dispuestos a vaciarse de su poderío y avanzar con el Padre Dios en su interior. Pero para ello, deben vaciarse de sus riquezas y poderes. No satanás, no te seguiré y menos te adoraré”

Jesús se sentía y se veía tan seguro de su misión. El desafío estaba planteado. El demonio reconoció su derrota. Y se retiró del desierto buscando otra oportunidad. Poco tiempo después creería haber triunfado cuando el poder político, religioso y económico confabulados convencían al poder militar para eliminar a Jesús. Incluso les pareció haberlo logrado en la cruz, pero finalmente el Padre Dios no abandona a su hijo amado y lo resucita. La historia es larga y continúa hasta nuestros días.

El demonio se retiró, pero Jesús continuó allí un tiempo más, en oración. Las ideas estaban más claras, pero así como en el Jordán escuchó al Padre confirmarle su amor y predilección, ahora necesitaba que su plan de anunciar el Reino de Dios comunitariamente, para lo que necesitaría convocar a muchos y hacerlo desde la vida, amando, perdonando, sirviendo era realmente lo que Dios quería, era su voluntad. Y oró largamente, en silencio, escuchando, acogiendo lo que le soplaba el Espíritu que lo había conducido a ese lugar. Y sintió internamente que efectivamente era el camino, era como percibir ángeles que le estuvieran atendiendo y que le ayudarían en esta cruzada.

Finalmente vemos a Jesús saliendo del desierto. Débil, cansado, pero con su misión bastante más clara. Se trata de anunciar y propiciar un cambio en todo el mundo para que prevalezca el amor, el perdón, la solidaridad y la justicia. La base del cambio serán las relaciones interpersonales. Habrá una relación triple de amor. Ya nos enseñará su mandamiento del amor. Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. Serán las tres personas, la relación triple: Dios, uno mismo y los otros. 

El proyecto no lo hará solo, ahora hay que conformar una comunidad, un equipo con el cual partir y de allí seguir peregrinando por los distintos pueblos para llevar esta cruzada que responda al deseo de la Trinidad que toda la creación se salve de la angustia del pecado. Que redima sus faltas y sea feliz ahora y eternamente. 

Seguimos a Jesús por los caminos de Judea volviendo a Galilea, contento, pleno, decidido. Tiene una misión, una estrategia un objetivo, una razón por la cual dar la vida …

¿y nosotros?

Reflexión personal.

Coloquio. 

Conversemos con Jesús a la salida del desierto. Comentémosle como fuimos testigos de la tremenda lucha en su interior y cómo también en nosotros se libra un enfrentamiento parecido. Digámosle con sinceridad lo que sentimos y si también para nosotros es más claro el camino a seguir y si nos entusiasma seguir su proyecto o por el contrario la alternativa pudiera ser válida en nosotros y en el mundo.

Examen de la oración

Para compartir grupal
En el grupo podríamos responder a las siguientes preguntas