En el Sanedrín
Víctima inocente

Oración Inicial.
Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea.

Gracia a pedir.
Pedimos la gracia de que podamos perdonar a quienes cometen injusticias con nosotros, de quienes hemos sido víctimas inocentes..   

Texto Marcos 14,55-65

Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban.

Algunos declaraban falsamente contra Jesús: 'Nosotros lo hemos oído decir: 'Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre'.

Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones.

El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: '¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?. El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente: '¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

Jesús respondió: 'Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo'.

Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: '¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?'. Y todos sentenciaron que merecía la muerte.

Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían: '¡Profetiza!'. Y también los servidores le daban bofetadas.

Contemplación

Nos encontramos en la casa de Caifás. Es avanzada la noche y ya está reunido el Sanedrín, lo que es abiertamente ilegal, pues todo juicio importante, en que por ejemplo hubiera pena de muerte, debía ser de día y nunca en día de fiesta y estaban en plena celebración de la pascua.

Claramente se está fraguando una injusticia en que Jesús será la víctima inocente. Observemos el lugar, alumbrado por antorchas. Los miembros del Sanedrín con sus ropajes esperando que ingrese el acusado. Se siente ruido de gentío y entran a Jesús con sus manos atadas empujados por los guardias que lo traen preso. Jesús, sin embargo, está sereno. Camina erguido, con una gruesa cuerda atada para que no se vaya a escapar.

Lo ponen al medio del salón. Mientras Caifás y los sacerdotes llaman a testigos falsos que se contradicen. Buscan una justificación para condenarlo. Jesús les mira con pena. Se da cuenta que tratan de inventar cualquier cosa para ajusticiarlo. Pero él no ha causado daño alguno. Siente también pena por los que están siendo usados para mentir buscando como condenarlo.

Pasa el rato y tanto Caifás como los miembros del sanedrín se ponen nerviosos. Vemos que Caifás se pone de pie y avanza hacia Jesús. Quedan ambos frente a frente. Intercambian miradas. Se cruzan allí la mirada serena y profunda de Jesús con la mirada furiosa de un líder que tiene miedo de perder el poder que tiene. Escuchamos al sumo sacerdote que pregunta con sorna:  Dinos, Jesús de Nazareth, ¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

Se hizo un silencio. Todos atento a lo que respondería el acusado. Jesús probablemente pensaba: “si lo niego es mentira, si lo afirmo me acusarán de blasfemar. Será injusto porque realmente mi Padre de los cielos me dio la misión mesiánica”. Pasan unos segundos que fueron una eternidad en esa sala.

Hasta que Jesús responde con firmeza: “Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo

Se le ilumina el rostro a Caifás….  Lo ha logrado. … Con esa declaración ahora puede acusarlo de blasfemia y con ello condenarlo. Consulta al tribunal para que aprueben la condena a la blasfemia, esto es, la muerte.

Jesús siente una pena interna gigante, propia de quien sufre una injusticia. Es inocente y le están condenando. La verdad lo hace ser víctima de la insidia. Debe haber pensado: “Pobres, están enredados en sus egoísmos. Están atados a sus ansias de poder. Son capaces de cualquier cosa para no perder posiciones. Y lo hacen desde la religión. Pobres, no saben la tremenda injusticia que están cometiendo. Suerte la que tienen ellos de que el Padre sea misericordioso. Se estarían condenando si no fuera así.”

El Padre que acompaña a Jesús le transmite paz para que surja la compasión ante quienes han iniciado un camino doloroso que terminará en la cruz. Jesús se siente víctima inocente de los sacerdotes de su religión que lo condenan inmisericordemente. Solo es posible sobrellevar ese sentimiento con la compasión que le lleva a perdonarlos por tan tremendo delito, cometido en nombre de un Dios, que por cierto, no conocen.

Reflexión.

Recorramos nuestra vida. ¿Cuándo hemos sentido que se han emitido en contra nuestra juicios injustos? … ¿Quiénes han sido los que nos inventaron o supusieron cosas que no eran efectivas y ante ello actuaron en contra nuestra? … ¿Qué sentimos en esa ocasión? … ¿cómo reaccionamos?

Volvemos a traer a nuestra oración a quienes actuaron injustamente con nosotros y tratamos de aplicar el proceso que Jesús tuvo con los sumo sacerdotes y los escribas. Repetimos como Jesús lo hizo: Pobres ellos y ellas que causan daño con sus injusticias. Suerte de ellos que el Padre es misericordioso y les perdonará. …

Nos quedamos un rato en silencio pidiéndole al Padre Dios nos ayude a cultivar esa capacidad suya de perdonar y podamos ser compasivos con aquellos que nos juzgaron siendo inocentes.  Más bien tratamos de interceder por esas personas y le pedimos al Padre: Perdónales, Señor. No los juzgues … se equivocaron, pero no les juzgues … Perdónalos. 

Y así convencidos de que el Padre infinitamente misericordioso les ha perdonado su falta … ¿Quiénes somos nosotros para no hacerlo también? … Nos quedamos un rato en silencio … repitiendo internamente … No importa, sigo mi vida ignorando esa injusticia. Le decimos a quienes nos juzgaron injustamente:  te perdono así como el Padre me perdona y te perdona.

Coloquio.

Conversamos con Jesús y con el Padre para comentarle como hemos vivido el proceso de perdonar a quienes han cometido injusticias con nosotros.