Miércoles 9 de noviembre de 2022. Dedicación de la Basílica de S. Juan de Letrán

Juan 2. 13-22

Hablaba del templo de su cuerpo

13 Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén 14 y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. 15 Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas 16 y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio". 17 Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá. 18 Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?". 19 Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar". 20 Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?". 21 Pero él se refería al templo de su cuerpo. 22 Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.

Reflexión.

Contemplemos a Jesús indignado… Recorramos nuestra propia historia de fe. ... ¿Nos ha ocurrido que nuestra adoración al Señor se ha distorsionado? … ¿cuándo hemos caído en la tentación de transformar nuestra fe en transacciones comerciales con Dios? … tu nos das … nosotros te damos … Repasemos nuestra propia vida … está llena de gratuidad, ¿cómo la de Dios? … ¿o está centrada en dar para recibir? … Dejemos hoy a Jesús que actúe en nuestro corazón expulsando a esos mercaderes que llevamos dentro y que distorsionan nuestra relación con el Padre.

Coloquio.

Señor Jesús, te indignaba que profanaran el templo, la casa del Padre, donde habita Dios. Te indigna que la transformen en una casa de comercio. Del mismo modo, te ha de indignar hoy cuando los templos vivos de nuestros hermanos y hermanas, donde también habita el Espíritu Santo son profanados por quienes abusan de ellos y ellas. Señor, ayúdanos a respetar nuestro cuerpo y el de todos, porque tu está presente en cada uno. Que seamos capaces de amar, servir y reverenciarte a ti, presente en todos y en cada uno de nosotros. Amén