Viernes 26 de agosto de 2022. Teresa Journet, María Baouardy

Mateo 25, 1-13

¡Llega el esposo! ¡Salgan recibirlo!

1 Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. 2 Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. 3 Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, 4 mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. 5 Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. 6 Pero a medianoche se oyó un grito: "Ya viene el esposo, salgan a su encuentro". 7 Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. 8 Las necias dijeron a las prudentes: "¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?". 9 Pero estas les respondieron: "No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado". 10 Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. 11 Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: "Señor, señor, ábrenos", 12 pero él respondió: "Les aseguro que no las conozco". 13 Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.

Reflexión.

¿Cómo prepararnos para el día en que nos encontremos con Jesús en el umbral de esta vida a la otra? … ¿En qué podrá consistir ese aceite de nuestras lámparas que nadie puede convidar, sino que es propio de nuestra vida? … ¿Qué obras de amor estamos haciendo concretamente para mantener nuestra lámpara encendida? … ¿a quiénes estamos ayudando para iluminar nuestro camino a la eternidad? … ¿Cómo practicamos la solidaridad y el amor fraterno? … Nadie puede convidarnos de ese aceite … solo depende de nosotros … de nuestra vida … ¿estamos siendo previsores? … ¿Cómo se nota?

Coloquio.

Señor Jesús, queremos ser como las vírgenes prudentes que además de lámparas llenaron sus frascos con aceite que es lo que les permite mantenerlas encendidas. Cuando llegue la hora del encuentro final y eterno queremos tener nuestras vidas iluminadas con el aceite que nos enseñaste en tu evangelio: el amor fraterno, la misericordia y el servicio solidario. Con ese aceite preparado nuestra lámpara brillará eternamente. Envíanos tu Espíritu, Señor para que nos impulse permanentemente a practicar este estilo de vida que es el que le agrada al Padre Dios. Amén