Sábado 11 de marzo de 2023. San Eulogio

Lucas 15,1-3.11-32

Tu hermano ha revivido

1 Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. 2 Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". 3 Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de herencia que me corresponde". Y el padre les repartió sus bienes. 13 Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. 14 Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. 15 Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. 16 Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! 18 Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; 19 ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros". 20 Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo". 22 Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, 24 porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta.  25 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. 26 Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. 27 Él le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo". 28 Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, 29 pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. 30 ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!". 31 Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"".

Reflexión.

Tantas veces hemos leído y meditado esta parábola … En esta ocasión nos ponemos en el lugar del hijo mayor …  En nuestra vida, … ¿cuándo nos hemos sentido como el hijo mayor? … ¿en qué situaciones no entendemos que el Señor sea tan generoso con los que han pecado tanto? … ¿Quiénes son en nuestra vida como el hijo menor? … ¿Qué sentimos por ellos? … ¿Qué nos diría a nosotros Jesús ante estos sentimientos? … ¿Estamos  dispuestos a compartir la mesa con quienes aparecen como pecadores?

Coloquio.

Señor Jesús, te damos gracias por presentarnos a ese padre misericordioso que tiene el corazón misericordioso de nuestro Padre Dios. Gracias porque con esta parábola disipas las sombras de culpa que podamos arrastrar de nuestro pasado y al igual que al hijo menor, antes que nos arrepintamos y pidamos perdón, el Padre ya nos ha perdonado y nos recibe con un abrazo. Ayúdanos a no caer en la crítica del hijo mayor y que heredemos de nuestro Padre un corazón que acoge a todos, sobre todo a aquellos que han cometido errores en su vida, porque nos ama a todos por igual.  Señor, ayúdanos para no caer en la envidia, para que nuestra actitud sea más de agradecimiento porque tu siempre estás con nosotros que de crítica porque también amas a los que no actúan como nosotros. Perdónanos, Señor por nuestros errores en las decisiones de nuestra vida. Perdónanos por las veces en que emprendemos proyectos sin ti, en que nos vamos de tu lado en busca de otros valores, distintos a los tuyos. Ayúdanos, Señor, a tener un corazón misericordioso como el tuyo, que siempre perdonas y que amas tanto que no te llegan las ofensas. Como quisiéramos sentir como tu sientes, amar como tu amas, perdonar como tu perdonas. Gracias, Señor porque siempre estás con nosotros. Amén.  Amén.