Martes 21 de mayo de 2024. Arcángel Tadini

Marcos 9, 30-37

El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos

30 Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, 31 porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". 32 Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. 33 Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?". 34 Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. 35 Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". 36 Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: 37 "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".

Reflexión.

Contemplemos a aquellas personas que son en nuestra sociedad “inferiores” a nosotros. Quienes nos ven como jefes, ... como superiores, ... los que nos tratan como líderes, ... los que dependen de nosotros ... en la casa ... en el barrio ... en los estudios ... en el trabajo. ¿Cómo nos ponemos al servicio de ellos? …  ¿qué necesitan de nosotros? … ¿qué debemos cambiar en nuestro trato, en nuestra relación con ellos, para que responda más al amor? … Le pedimos ayuda al Señor para hacer de nuestra vida un verdadero “en todo amar y servir”

Coloquio.

Te pedimos perdón por las veces en que hemos caído en la tentación de querer competir, de querer ser primero y ganarles a otros. Nos producen alegrías pasajeras, pero muchas frustraciones egoístas y pese a aquello, volvemos a caer. Nos invitas a saborear la indiferencia de competir, la importancia de ayudar, de servir, aunque para ello debamos estar en el último lugar. De allí brota una felicidad duradera. Nos invitas a que recibamos a los más frágiles, a los más pequeños, a los niños. Servir sin esperar recompensa y servirlos. Recibirlos con grandeza, porque recibiéndoles y ayudándoles, te recibimos a Ti y recibiéndote a Ti, recibimos al Padre Dios. Ayúdanos, Señor a no olvidar nunca esta prioridad: los pequeños, los más frágiles, los que más necesitan ayuda, a ellos servir en primer lugar. Gracias por indicarnos la mejor manera de vivir en plenitud, gracias, Señor.