Martes 30 de agosto de 2022. Santa Rosa de Lima

Lucas 4, 31-37

Los espíritus inmundos lo obedecen

31 Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. 32 Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. 33 En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: 34 "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". 35 Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. 36 El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!". 37 Y su fama se extendía por todas partes en aquella región

Reflexión.

Observemos a nuestro alrededor ... en nuestra familia ... en nuestro grupo de amigos ... en nuestro barrio ... trabajo o estudio... ¿dónde hay personas dominadas por la desolación? ... ¿quiénes están poseídos por el mal espíritu amargándoles sus vidas? ... Contemplemos sus rostros ... sus historias ... sus problemas. Le pedimos a Jesús que intervenga en ellos para liberarlos y que expulse a los demonios de sus existencias

Coloquio.

Señor, Jesús, nosotros también reconocemos tu enseñanza y tu sabiduría. Tu mensaje nos interpela y nos anima a vivir en el amor y en el perdón como tu lo haces con nosotros. Nos predicas más con tu ejemplo de vida que con discursos hermosos. Por eso es que tienes autoridad para pedirnos que nos relacionemos fraternalmente y con espíritu solidario y de servicio, porque así lo haces tu con nosotros. Pero igual que el hombre de la sinagoga hay en nuestro interior demonios que nos tientan al individualismo y al rencor. Hay espíritus impuros que nos mueven a no perdonar y a competir en lugar de colaborar. Expulsa Señor de nuestro interior los demonios egoístas y mentirosos que nos impulsan a engañar y aprovecharnos de nuestros hermanos. Nos ponemos a tu disposición, Señor para que nos purifiques de esos males y podamos seguirte con la frente en alto con tu perdón para construir contigo en nuestra sociedad el Reino soñado por el Padre. Amén