Domingo 4 de septiembre de 2022. Vigésimo tercer domingo del tiempo ordinario. Santa Irma

Lucas 14,25-33

Quien no renuncia a todo no puede ser mi discípulo

25 Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: 26 "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. 28 ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? 29 No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 30 "Este comenzó a edificar y no pudo terminar". 31 ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres pueden enfrentar al que viene contra él con veinte mil? 32 Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. 33 De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

Reflexión.

La llamada de Jesús es exigente. … ¿Qué cosas, personas o situaciones nos alejan de Dios y nos cuesta dejarlas? … ¿Dónde nuestros afectos nos llevan a apegarnos a cosas, personas o situaciones? … ¿Cuáles son esas cosas, esas personas o situaciones que se acercan más a los valores de este mundo que a los valores de Jesús? … ¿El dinero? … ¿la fama? … ¿los honores? … ¿A qué tenemos que renunciar para seguir más efectivamente a Jesús? Jesús nos invita a reunirnos en comunidad, a no estar solos … a actuar juntos y El estará con nosotros. ¿Cómo llevamos a cabo esta recomendación? … ¿Con quienes nos juntamos para pedir? … ¿Cómo es esa experiencia comunitaria? … ¿Cuándo hemos sentido que Jesús ha estado presente en esa reunión? … ¿Cuándo no lo hemos dejado participar? … ¿Qué sentimos ante eso? Se lo contamos hoy al Señor.

Coloquio.

Señor, queremos seguirte. Tu propuesta entusiasma. Vivir en un mundo de amor, perdón y servicio es un desafío que queremos lograr. Queremos ser tus discípulos contigo en primer lugar, con tu amor por sobre todo. Y con ese amor, transmitirlo luego a nuestras familias y a nuestras vidas. Que tu amor sea el centro y el principio nuestro. Pasaremos por dificultades e injusticias porque tu evangelio irrita a los poderosos y egoístas, pero lo asumimos, con esas cruces te seguiremos, Señor. Ayúdanos a discernir este cambio de vida, para aplicarlo realistamente en nuestros proyectos y que de esa forma le ganemos la batalla al demonio que nos invita a renunciar a lo tuyo y luchar por riquezas, poderes y honores. Nosotros, estamos dispuestos a renunciar a ese mensaje maligno para seguirte y lograr junto a Ti la construcción del Reino del Padre. Envíanos tu Espíritu, Señor, para ayudarnos en esta tarea que solos no podemos. Contigo lo lograremos. Amén