Reflexión.

Recorramos nuestra vida de fe … ¿está orientada al sacrificio y nos entristece? … ¿Cuándo nuestras experiencias de fe han sido alegres? …  ¿Es nuestra oración triste, culposa y nos deja preocupados? … ¿Es nuestra oración fiesta y nos llena de alegría? … ¿Seguir el mensaje evangélico nos encamina a la felicidad o la tristeza es inevitable en este “valle de lágrimas”? … ¿cómo se cumple en nuestra oración el anhelo de Jesús de que nuestra alegría sea completa? … Recordemos las palabras del padre Hurtado: “Contento, Señor contento” y “un santo triste es un triste santo” …Dejémonos estar un rato simplemente tratando de sentir el amor de Dios

Coloquio.

Señor Jesús, sentimos claramente tu amor. Nos amas al extremo, quieres lo mejor para nosotros, quieres nuestra felicidad, quieres que tengamos vida plena y que sea eterna, que no muera nunca. Llegará un momento en que se transformará, pero seguirá por toda la eternidad. Para que entendamos y creamos eso, fuiste capaz de entregar tu vida terrenal. Por amor. Gracias, Jesús, por amarnos tanto. Por cierto que nos esforzaremos para cumplir siempre tus mandamientos. Lo que tu nos pides es para hacer la voluntad del Padre y esa es nuestra mayor orientación vital. Seguimos tu ejemplo. Viviste entre nosotros, haciendo lo que el Padre quería. Te seguimos, queremos imitarte y que tu gozo de vivir en el Padre, sea también nuestro gozo. Gracias, Señor.