Lunes 8 de agosto de 2022. San Domingo de Guzmán

Mateo 17,22-27

Lo matarán, pero resucitará

22 Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: 23 lo matarán y al tercer día resucitará". Y ellos quedaron muy apenados. 24 Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?". 25 "Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?". 26 Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los hijos están exentos. 27 Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti".

Reflexión.

Recordemos aquellas situaciones que nos han parecido injustas ... La amargura de vivir injusticias ... ¿Puede haber algo tan injusto como la condena de Jesús? ... ¿qué injusticias nos ha tocado ver en otros? … ¿qué injusticias sentimos que hemos tenido que soportar personalmente? … Meditemos sobre la prudencia necesaria a veces ante situaciones que no podemos manejar ... ¿Cómo se aplica esto a nuestra vida? … ¿Qué “impuestos” hemos preferido pagar para no escandalizar?

Coloquio.

Señor Jesús, te seguimos y te amamos porque eres bueno en tu pensar y en tu actuar. Te amamos porque tu nos amaste primero. Si nos recuerdas cuanto sufriste en tu pasión es algo que nos apena, nos avergüenza y nos indigna. Sin embargo, cuando vuelves a estar entre nosotros, encarnado en nuestros hermanos y hermanas, vuelves a sufrir y volvemos a ser injustos contigo. Vuelves a vivir tu pasión encarnado en los niños que sufren hambre y abusos, en los ancianos que sufren abandono e incomprensión, en las mujeres que sufren discriminación y violencia, en los pobres que sufren carencias e injusticias y en tantos más. Nos da pena como les dio a los apóstoles, pero sigue ocurriendo. Ayúdanos, Señor, a que además de apenarnos, podamos ser agentes de paz, fraternidad y justicia que impidamos que siga ocurriendo tanta maldad entre nosotros. Contigo podremos levantar nuestra voz unir nuestras manos y comenzar a construir mejores relaciones en nuestra sociedad, en nombre tuyo, Señor, en nombre de Dios. Amén.