Encontrar a Dios en todas las cosas
Cuando se habla de ciencia, el pensamiento va inmediatamente a la capacidad del hombre de conocer siempre mejor la realidad que lo circunda y de descubrir las leyes que regulan la naturaleza y el universo.
Pero la ciencia que viene del Espíritu Santo no se limita al conocimiento humano: es un don especial que nos lleva a percibir, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su relación profunda con cada criatura.
Cuando nuestros ojos son iluminados por el Espíritu Santo, se abren a la contemplación de Dios, en la belleza de la naturaleza y en la grandiosidad del cosmos, y nos llevan a descubrir cómo cada cosa nos habla de Él, cada cosa nos habla de su amor.
La Creación
En el primer capítulo del Génesis, en el relato de la Creación al final de cada jornada, está escrito: “Dios vio que era cosa buena”. Pero si Dios ve que la creación es una cosa buena y una cosa bella, también nosotros tenemos que tener esta actitud: de ver que la creación es cosa buena y bella. Y con el don de la ciencia, por esta belleza, alabamos a Dios, agradecemos a Dios por habernos dado ¡tanta belleza!.
Y cuando Dios terminó de crear al hombre no dijo “vio que era cosa buena”, dijo que era “muy buena”, nos acerca a Él. Y a los ojos de Dios nosotros somos lo más bello, lo más grande, lo más bueno de la creación.
El don de la ciencia nos pone en profunda sintonía con la Creación y nos hace partícipes de la limpidez de su mirada y de su juicio. Y es en esta perspectiva que logramos captar en el hombre y en la mujer el culmen de la creación, como cumplimiento de un designio de amor que está impreso en cada uno de nosotros y que nos hace reconocernos como hermanos y hermanas.
Actitudes equivocadas
La creación no es una propiedad, que podemos gobernar a voluntad; ni mucho menos, es una propiedad de sólo algunos pocos: la creación es un regalo, es un don maravilloso que Dios nos ha dado, para que lo cuidemos y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con gran respeto y gratitud.
Debemos cuidar la creación, es un don que el Señor nos ha dado, para nosotros, ¡es el regalo de Dios a nosotros!
Nosotros somos custodios de la creación, pero cuando nosotros explotamos la creación, ¡destruimos el signo de amor de Dios!
Destruir la creación es decir a Dios: “no me gusta, esto no es bueno”.
¿Y qué te gusta a ti? Me gusto a mí mismo: ¡éste es el pecado!
La custodia de la creación es precisamente la custodia del don de Dios.
Y también es decir al Señor: “gracias, yo soy el dueño de la creación. Pero para hacerla seguir adelante yo no destruiré jamás tu don”.
Y esta debe ser nuestra actitud con respecto a la creación. Custodiarla, porque si nosotros destruimos la creación, la creación nos destruirá. No olviden esto.
Una historia sabia ...
Una persona simple, a la cual le gustaban tanto las flores y él cuidaba estas flores dijo:
- debemos custodiar estas bellas cosas que Dios nos ha dado. La creación es para nosotros; para que nosotros la aprovechemos bien. No explotarla, custodiarla porque …
Dios perdona siempre …
Nosotros seres humanos, hombres y mujeres, perdonamos algunas veces, Y otras no perdonamos.
“Pero la naturaleza, no perdona jamás y si tú no la cuidas, ella te destruirá”.
Pidamos el don de Ciencia
Esto debe hacernos pensar y pedir al Espíritu Santo: este don de la ciencia para entender bien que la creación es
el más hermoso regalo de Dios.
Que Él ha dicho: esto es bueno, esto es bueno, esto es bueno y este es el regalo para lo más bueno que he creado, que es la persona humana.
Reflexión
¿Encuentro a Dios en todas las cosas y personas? … ¿Cómo se nota?
¿Cuál es mi experiencia con la naturaleza? … ¿Qué siento ante ella?
¿En qué se nota que yo estoy por el cuidar el entorno natural?
¿Qué he hecho para ello?
¿Qué estoy haciendo por el cuidado de la Creación?
¿Qué puedo hacer para cuidarla mejor?
¿Qué situaciones cercanas he vivido de destrucción de la naturaleza?
¿Dónde recuerdo haber sido testigo de cómo luego de haber pasado a llevar a la naturaleza hemos tenido que sufrir de la destrucción natural de lo construido por el hombre?