Martes 13 de septiembre de 2022. San Juan CrisóstomoLunes 12 de septiembre de 2022. Santísimo Nombre de María

Lucas 7, 11-17

Muchacho, a ti te ordeno, ¡levántate!

11 En seguida, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. 12 Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. 13 Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores". 14 Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate". 15 El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. 16 Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo". 17 El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.

Reflexión.

Traigamos a nuestro corazón las penas que nos angustian hoy. ... Lo que no nos deja tranquilos(as). Dejemos que el Señor se nos acerque y se compadezca de nuestras penas. ... Escuchemos su voz que nos dice también: “No llores”. ... Confiemos en el Señor, ... le presentamos nuestras angustias y nos dejamos consolar por El. ... Dejemos que su paz invada nuestro corazón angustiado ... Y así, abriéndonos a El podemos dejar que actúe en nuestra vida … Algo en nuestra vida puede renacer … Para la viuda de Naím era su hijo lo que necesitaba … para nosotros … ¿qué sería maravilloso que cambiara? … ¿Qué se solucionara? … ¿Qué sanara? …. Gracias Señor

Coloquio.

Jesús, maestro. Aquí vamos por el mundo cargando nuestras muertes, sobre llevando nuestras amarguras, sosteniendo nuestras penas, como la viuda de Naím que habiendo perdido a su esposo ahora se quedaba sin hijo. Conmuévete también, Señor, con nuestro duelo y bastará una palabra tuya para que nuestra situación cambie. Seguirte a ti, Señor, siguiendo tus enseñanzas permitirá que nuestras muertes revivan con el soplo del amor y el perdón, transformando nuestra vida en mayor solidaridad, mayor fraternidad, gozaremos de nuestras relaciones y nos encaminaremos sirviendo al encuentro contigo y con el Padre en una vida verdadera y eterna. Gracias, Señor por revivir en nosotros la esperanza y transformar nuestras vidas. Amén.