Éxodo 3, 13-20
"La Revelación del Nombre de Dios y la Promesa de Liberación"
“13 Moisés dijo a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes”; y si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les responderé?». 14 Dios dijo a Moisés: «Yo soy el que soy». Luego añadió: «Tú dirás a los israelitas: “Yo soy” me envió a ustedes». 15 Y además, Dios dijo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: “El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi Nombre para siempre, y así seré invocado en todos los tiempos”. 16 Ve a reunir a los ancianos de Israel, y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: “Yo los he visitado y he visto cómo los trataban en Egipto. 17 Por eso decidí librarlos de la opresión que sufren en Egipto, para llevarlos a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos”. 18 Ellos te escucharán, y tú irás con los ancianos de Israel a presentarte ante el rey de Egipto, y le dirás: “El Señor, el Dios de los hebreos, vino a nuestro encuentro. Y ahora tenemos que hacer un viaje de tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios”. 19 Yo sé que el rey de Egipto no los dejará partir, si no es obligado por la fuerza. 20 Pero yo extenderé mi mano y castigaré a Egipto con toda clase de prodigios que obraré en medio de él. Y después, los dejará partir».”
Contexto
Este pasaje se encuentra en el relato de la vocación de Moisés ante la zarza ardiente. Después de que Dios le ha revelado su misión de liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto y Moisés ha objetado su propia incapacidad (Éxodo 3,11), ahora Moisés presenta una segunda objeción: su falta de credenciales. Se pregunta cómo podrá autentificar su misión ante el pueblo. Pide saber el nombre de Dios, para poder responder cuando los israelitas le pregunten quién lo envía. La respuesta de Dios es una de las revelaciones más profundas y fundamentales de todo el Antiguo Testamento.
Tema Central
El tema central es la auto-revelación de Dios a Moisés a través de su Nombre, "Yo soy el que soy" (YHWH, el Señor), y la reafirmación de su plan de liberación para Israel. Dios se revela no como una fuerza abstracta, sino como el Dios personal y fiel de los patriarcas, que ha visto el sufrimiento de su pueblo, se ha acordado de su alianza y va a actuar con poder para liberarlos y llevarlos a la Tierra Prometida, a pesar de la previsible resistencia del Faraón.
Aplicación a nuestra actualidad
Esta revelación del Nombre de Dios y su plan de liberación sigue siendo de una riqueza inagotable para nuestra fe:
El Nombre de Dios: Presencia Activa y Fiel: "Yo soy el que soy" (o simplemente "Yo soy"). Este nombre no es una definición filosófica, sino una afirmación de la existencia soberana, la presencia activa y la fidelidad constante de Dios. Es el Dios que es y que está con su pueblo. No es un "dios que fue" o "que será", sino el Dios del presente, eternamente vivo y actuante. Cuando invocamos su Nombre, invocamos a este Dios presente y fiel.
Un Dios Histórico y Personal: Dios se identifica como "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". No es un dios genérico, sino el Dios que entra en la historia, que establece relaciones personales y que es fiel a sus promesas a través de las generaciones. Nuestra fe también se basa en este Dios que actúa en la historia y busca una relación personal con cada uno de nosotros.
Dios Ve el Sufrimiento y Actúa: "Yo los he visitado y he visto cómo los trataban en Egipto. Por eso decidí librarlos...". Dios no es indiferente al sufrimiento y la opresión. Él "ve", "visita" (se hace presente) y "decide" actuar para liberar. Esto nos da una inmensa esperanza: en medio de las injusticias y los sufrimientos del mundo, Dios está atento y su voluntad es la liberación.
La Promesa de la "Tierra que Mana Leche y Miel": Esta imagen representa la plenitud de la vida, la abundancia y la bendición que Dios desea para su pueblo. Para nosotros, es un símbolo de la vida plena en Cristo y de la promesa del Cielo, nuestra verdadera Tierra Prometida.
Dios Conoce y Anticipa las Dificultades: "Yo sé que el rey de Egipto no los dejará partir, si no es obligado por la fuerza. Pero yo extenderé mi mano...". Dios no promete un camino fácil y sin obstáculos. Él es realista sobre la resistencia del mal y de los poderes de este mundo. Sin embargo, nos asegura que su poder ("mi mano") es mayor y que Él mismo obrará "prodigios" para vencer esa resistencia. Esto nos anima a no desanimarnos cuando encontramos oposición, sino a confiar en el poder soberano de Dios.
Este pasaje es una invitación a profundizar en nuestra relación con el Dios que se ha revelado como "Yo soy", el Dios presente, fiel y liberador. Nos asegura que Él ve nuestro sufrimiento, que es fiel a sus promesas y que su poder es capaz de superar cualquier obstáculo para llevarnos a la tierra de la vida y la libertad.
Preguntas para la reflexión
¿Qué significa para mí que el nombre de Dios sea "Yo soy"? ¿Cómo me ayuda esto a experimentar a Dios no como una idea, sino como una presencia viva y activa en mi vida?
Al pensar en Dios como "el Dios de Abraham, Isaac y Jacob", ¿cómo me ayuda esto a ver mi propia fe como parte de una larga historia de la fidelidad de Dios con su pueblo?
¿En qué situaciones de sufrimiento (personal o social) necesito recordar con más fuerza que Dios "ha visto" y "ha decidido" actuar para liberar?
¿Qué "Faraones" u obstáculos se resisten al plan de Dios en mi vida o en el mundo? ¿Confío en que la "mano poderosa" de Dios puede obrar prodigios para vencerlos?
¿Qué representa para mí hoy la "tierra que mana leche y miel" que Dios promete? ¿La busco en las cosas del mundo o en la plenitud de vida que Cristo ofrece?
Oración
Señor, "Yo soy", Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, te damos gracias por revelarnos tu Nombre y por ser un Dios presente y fiel que ve nuestro sufrimiento. Aumenta nuestra confianza en tu plan de liberación, incluso cuando enfrentamos la resistencia del mal. Que, como Moisés, podamos llevar tu mensaje de esperanza a quienes están oprimidos, seguros de que tu mano poderosa obrará prodigios para llevarnos a la tierra de la vida y la libertad. Amén.