Génesis 18, 20-21, 23-32
"La Intercesión de Abraham: El Regateo por la Justicia y la Misericordia"
“20 Luego el Señor añadió: «El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado es tan grave, 21 que debo bajar a ver si su conducta corresponde realmente al clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré»... 23 Abraham se acercó y le dijo: «¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? 24 Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Los exterminarás a todos? ¿No perdonarás a ese lugar por los cincuenta justos que hay en él? 25 ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo junto con el culpable, и que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?». 26 El Señor le respondió: «Si encuentro en Sodoma cincuenta justos, perdonaré a todo el lugar en atención a ellos». 27 Abraham insistió: «Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que no soy más que un polvo y ceniza. 28 Pero tal vez falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco, ¿destruirás toda la ciudad?». Y el Señor le respondió: «No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco». 29 Abraham volvió a insistir: «Tal vez no se encuentren allí más que cuarenta». «En atención a esos cuarenta, respondió, no lo haré». 30 «Por favor, dijo Abraham, que mi Señor no se enoje si sigo hablando. Tal vez no haya allí más que treinta». «No lo haré, respondió, si encuentro treinta». 31 Abraham insistió una vez más: «Me he atrevido a hablar a mi Señor. Tal vez no se encuentren allí más que veinte». «En atención a esos veinte, respondió, no la destruiré». 32 «Por favor, dijo Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Tal vez no haya allí más que diez». «En atención a esos diez, respondió, no la destruiré».”
Contexto
Este pasaje se encuentra en el libro del Génesis, justo después de que el Señor, en su visita a Abraham bajo la apariencia de tres hombres, le ha revelado su intención de investigar el "clamor" que sube desde las ciudades de Sodoma y Gomorra debido a su grave pecado. Abraham, que tiene a su sobrino Lot viviendo en Sodoma, se queda a solas con el Señor e inicia uno de los diálogos de intercesión más audaces y conmovedores de toda la Biblia.
Tema Central
El tema central es la oración de intercesión audaz y perseverante de Abraham en favor de los habitantes de Sodoma. Abraham apela al carácter justo y misericordioso de Dios, argumentando que el "Juez de toda la tierra" no puede destruir al justo junto con el culpable. A través de un sorprendente "regateo", Abraham va reduciendo el número de justos necesarios para salvar la ciudad, revelando no solo su preocupación por los justos, sino también la inmensa disposición de Dios a la misericordia.
Aplicación a nuestra actualidad
El diálogo de Abraham con Dios es un modelo sublime de oración de intercesión y nos enseña lecciones cruciales sobre cómo relacionarnos con Dios y con el mundo:
La Audacia en la Oración: Abraham no se limita a una súplica pasiva. Se acerca, dialoga, argumenta, "regatea". Esta audacia no nace de la arrogancia, sino de una profunda confianza en la bondad y la justicia de Dios, y de una relación de amistad con Él. Nos enseña que podemos acercarnos a Dios con confianza, presentarle nuestras preocupaciones por el mundo y "luchar" con Él en la oración.
La Oración que Apela al Carácter de Dios: La fuerza del argumento de Abraham reside en su apelación a la justicia de Dios: "¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?". Abraham conoce a su Dios y le recuerda, por así decirlo, quién es. Nuestra oración de intercesión se fortalece cuando se basa no solo en nuestras necesidades, sino en el carácter de Dios: su justicia, su misericordia, su fidelidad a sus promesas.
Humildad en la Audacia: A pesar de su valentía, Abraham es profundamente consciente de su condición ante Dios: "Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que no soy más que polvo y ceniza". La verdadera audacia en la oración siempre va de la mano de la humildad. Reconocemos nuestra pequeñez, pero confiamos en su grandeza y su bondad.
La Misericordia de Dios que Supera la Justicia: A medida que el diálogo avanza, vemos que Dios está dispuesto a ir cada vez más lejos en su misericordia. Acepta perdonar a toda la ciudad por un número cada vez menor de justos. El "regateo" revela no tanto la habilidad de Abraham, sino la inmensa paciencia y el deseo de perdonar de Dios.
El Poder de la Intercesión de los Justos: La oración de Abraham muestra el valor que Dios da a la presencia y a la oración de los justos en medio de una sociedad pecadora. Un pequeño "resto" de justos puede tener un poder salvífico para toda la comunidad. Esto nos llama a valorar nuestro papel como intercesores y a no subestimar el poder de nuestra oración por nuestro mundo, nuestras ciudades y nuestros países.
Este pasaje es una invitación a convertirnos en intercesores, a no ser indiferentes al destino de nuestro mundo, por muy pecador que parezca. Nos anima a acercarnos a Dios con una confianza audaz, a apelar a su justicia y a su misericordia, y a perseverar en la oración, sabiendo que el "Juez de toda la tierra" es también un Padre infinitamente dispuesto a perdonar.
Preguntas para la reflexión
¿Siento yo la misma preocupación que Abraham por la salvación de mi "ciudad" o de mi entorno, o tiendo a ser indiferente o a juzgar con dureza?
¿Cómo es mi oración de intercesión? ¿Es tímida y esporádica, o me atrevo a "regatear" con Dios con audacia y perseverancia, como Abraham?
¿En qué atributos de Dios (justicia, misericordia, fidelidad) me apoyo más cuando oro por las necesidades del mundo y de los demás?
¿Cómo puedo yo cultivar una mayor humildad en mi oración, reconociendo mi condición de "polvo y ceniza", sin que esto me impida acercarme a Dios con una confianza audaz?
¿Creo realmente que mi oración como persona "justa" (justificada por la fe en Cristo) puede tener un impacto salvífico en mi entorno, y cómo me compromete esto a orar más?
Oración
Señor, Juez de toda la tierra, que te complaces en la justicia y eres inmensamente rico en misericordia. Te damos gracias por el ejemplo de tu amigo Abraham, que intercedió con audacia y humildad por la ciudad pecadora. Danos también a nosotros un corazón que se preocupe por la salvación de todos y la valentía para perseverar en la oración de intercesión. Que, confiando en tu infinita bondad, no nos cansemos de pedirte que perdones a nuestro mundo en atención a los justos que hay en él. Amén.