"La Serpiente de Bronce: Mirar para Vivir"
«4b» Pero el pueblo se impacientó en el camino «5» y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable». «6» Entonces el Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y así murió mucha gente de Israel. «7» El pueblo acudió a Moisés y le dijo: «Hemos pecado, porque hablamos contra el Señor y contra ti. Intercede ante el Señor para que aleje de nosotros las serpientes». Moisés intercedió por el pueblo, «8» y el Señor le dijo: «Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá». «9» Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un mástil. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y vivía.»
Contexto
Este pasaje se sitúa durante la larga travesía del pueblo de Israel por el desierto, después de haber salido de Egipto y antes de llegar a la Tierra Prometida. Es un tiempo marcado por las dificultades, la escasez y las pruebas de fe. El pueblo, agotado y desalentado por tener que rodear el territorio de Edom, cae una vez más en la impaciencia y la murmuración contra Dios y contra Moisés, olvidando las liberaciones pasadas y cuestionando el cuidado de Dios. Esta rebelión específica provoca una intervención divina dolorosa, seguida de un camino de arrepentimiento y sanación.
Tema Central
El tema central gira en torno al ciclo recurrente de pecado del pueblo (impaciencia, queja contra Dios, falta de confianza), sus dolorosas consecuencias (las serpientes mortales), el posterior arrepentimiento y petición de ayuda, y la provisión misericordiosa pero sorprendente de Dios para la salvación. La salvación no llega eliminando el peligro por completo, sino a través de un acto de fe: mirar hacia la serpiente de bronce que Moisés levanta, siguiendo la indicación de Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
Esta historia antigua nos habla directamente. ¿Cuántas veces nos impacientamos en nuestro propio "camino", quejándonos de las dificultades, olvidando las bendiciones recibidas y sintiéndonos "hartos" de nuestra rutina o de lo que percibimos como "comida miserable"? Nuestra negatividad, desconfianza y quejas a menudo actúan como "serpientes" que envenenan nuestro espíritu, nuestras relaciones y nos traen consecuencias dolorosas. El pueblo se arrepintió y pidió ayuda. También nosotros estamos llamados a reconocer nuestra falta de fe y a volvernos a Dios. La solución que Dios dio no fue quitar las serpientes inmediatamente, sino ofrecer un punto focal para la fe y la sanación: la serpiente de bronce. Para nosotros, esto apunta directamente a Jesús levantado en la cruz (como Él mismo explicó en Juan 3:14-15). Cuando somos "mordidos" por el pecado, la desesperanza, el sufrimiento o las consecuencias de nuestros errores, se nos invita a levantar la mirada, no para negar el dolor, sino para mirar con fe a Cristo crucificado, el signo del amor extremo de Dios y su remedio para nuestro mal. Es al contemplar su entrega, reconociendo nuestra necesidad de salvación, donde encontramos vida y sanación. ¿Hacia dónde necesito levantar hoy mis ojos? ¿Qué "serpiente" (herida, pecado, dificultad) estoy invitado a mirar a través de la luz de la cruz de Cristo?
Preguntas para la reflexión
¿En qué situaciones de mi vida tiendo a impacientarme y "hablar contra Dios" o a quejarme amargamente de mis circunstancias?
¿Cuáles son las "serpientes" (actitudes negativas, pecados recurrentes, desesperanzas, miedos) que siento que me están "mordiendo" o quitando la paz actualmente?
¿Qué significa para mí hoy "mirar hacia la serpiente de bronce"? ¿Cómo puedo dirigir mi mirada con fe hacia Jesús crucificado en medio de mis dificultades o después de mis caídas?
¿Me cuesta reconocer mi parte de responsabilidad o mi pecado y pedir ayuda como hizo el pueblo, o tiendo más a justificarme o a permanecer en la queja?
Oración
Señor Jesús, que fuiste levantado en la cruz como la serpiente en el desierto para nuestra salvación. Perdona mis murmuraciones, mi impaciencia en el camino y mi frecuente falta de confianza en tu cuidado amoroso. Cuando sea mordido por las serpientes del pecado, la duda o la desesperanza, ayúdame a no apartar la mirada, sino a levantar mis ojos hacia Ti, fuente de toda vida y sanación. Que al contemplar tu amor entregado por mí, encuentre la fuerza para seguir adelante y la gracia para vivir en profunda gratitud. Amén.