Salmo 106(105), 19-23
"El Becerro de Horeb: La Apostasía de Israel y la Intercesión de Moisés"
“19 En Horeb se fabricaron un ternero y adoraron una estatua de metal fundido: 20 así cambiaron su Gloria por la imagen de un buey que come pasto. 21 Se olvidaron de Dios, su salvador, el que hizo grandes cosas en Egipto, 22 maravillas en la tierra de Cam y proezas terribles en el Mar Rojo. 23 El Señor hablaba ya de exterminarlos, pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su enojo y evitar que los destruyera.”
Contexto
El Salmo 106 es un salmo histórico de carácter penitencial. Después de una breve introducción de alabanza (vv. 1-5), el salmista se embarca en una larga confesión de los pecados y las infidelidades de Israel a lo largo de su historia, contrastándolos con la misericordia constante de Dios. Este pasaje se centra en uno de los pecados más graves y emblemáticos de Israel: la adoración del becerro de oro en el Monte Horeb (otro nombre para el Sinaí), mientras Moisés estaba en la montaña recibiendo la Ley de Dios.
Tema Central
El tema central es el grave pecado de la idolatría y el olvido de Dios por parte de Israel, y la intervención salvadora del mediador, Moisés. El pueblo, a pesar de haber sido testigo de las maravillas de la liberación de Egipto, "cambió su Gloria" (al Dios vivo y verdadero) por la imagen de un ídolo inerte. Ante este acto de apostasía, la ira justa de Dios amenaza con destruir al pueblo, pero Moisés, "su elegido", intercede por ellos, "poniéndose en la brecha" para aplacar la ira divina y salvarlos.
Aplicación a nuestra actualidad
La historia del becerro de oro, recordada en este salmo, es una advertencia perenne para el pueblo de Dios en todas las épocas:
La Seducción de la Idolatría: "Se fabricaron un ternero y adoraron una estatua de metal fundido". La idolatría no es solo un pecado antiguo. Hoy, también nosotros podemos fabricarnos "becerros de oro": el dinero, el poder, el éxito, el placer, la ideología, la propia imagen. Cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios en nuestro corazón y a la que le rindamos nuestra lealtad última es un ídolo.
El Olvido de las Obras de Dios: "Se olvidaron de Dios, su salvador, el que hizo grandes cosas...". La raíz de la idolatría es el olvido. Cuando olvidamos las grandes obras que Dios ha hecho por nosotros, las liberaciones que hemos experimentado, su fidelidad constante, nuestro corazón se vuelve vulnerable a buscar seguridad y satisfacción en otros dioses. La memoria agradecida es un antídoto contra la idolatría.
Cambiar la Gloria por lo Insignificante: "...cambiaron su Gloria por la imagen de un buey que come pasto". El salmista destaca lo absurdo del pecado: cambiar al Dios glorioso, Creador y Salvador, por algo tan limitado y terrenal como la imagen de un animal. A menudo, nuestros propios ídolos son igualmente absurdos: cambiamos la gloria de una relación con el Dios infinito por la satisfacción pasajera de cosas finitas.
La Necesidad de un Mediador: "Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él...". Ante la gravedad del pecado que rompe la relación con Dios, se necesita un mediador, alguien que se interponga entre la justicia divina y el pecador para interceder. Moisés prefigura de manera poderosa a Jesucristo, nuestro único y perfecto Mediador, que no solo "se puso en la brecha", sino que cargó sobre sí mismo nuestro pecado en la cruz para reconciliarnos con el Padre.
El Poder de la Intercesión: La intercesión de Moisés "apartó el enojo" de Dios y evitó la destrucción. Esto nos enseña el inmenso poder de la oración de intercesión. Estamos llamados a ser, como Moisés, intercesores por nuestro mundo pecador, por nuestra Iglesia, por nuestras familias, "poniéndonos en la brecha" en la oración y pidiendo la misericordia de Dios.
Este pasaje es un llamado a un profundo examen de conciencia. Nos invita a identificar los "becerros de oro" en nuestra vida, a cultivar una memoria agradecida de las obras de Dios para no olvidarlo, y a valorar el don de Jesucristo, nuestro Mediador, que intercede constantemente por nosotros. Y nos desafía a ser nosotros mismos intercesores valientes por un mundo que a menudo se olvida de su Salvador.
Preguntas para la reflexión
¿Cuáles son los "becerros de oro" (ídolos modernos) que más me tientan a desviar mi adoración y mi confianza del Dios verdadero?
¿Qué "grandes cosas" y "maravillas" de Dios en mi vida necesito recordar hoy para no "olvidarme de Dios, mi salvador"?
¿Soy consciente de lo absurdo que es a veces "cambiar la Gloria" de Dios por las satisfacciones efímeras que me ofrecen los ídolos del mundo?
¿Cómo me ayuda la figura de Moisés "poniéndose en la brecha" a valorar más profundamente la mediación de Jesucristo, que intercede por mí ante el Padre?
¿Por quiénes necesito yo hoy "ponerme en la brecha" en la oración, intercediendo para que la misericordia de Dios aparte su justo enojo y les ofrezca su perdón?
Oración
Señor, Dios nuestro, que en tu fidelidad nos salvaste y nos hiciste tu pueblo, líbranos de la tentación de la idolatría. No permitas que nos olvidemos de las maravillas que has hecho y que cambiemos tu Gloria por ídolos vanos. Te damos gracias por tu siervo Moisés, que se puso en la brecha por su pueblo, y sobre todo por tu Hijo Jesucristo, nuestro Mediador, que intercede siempre por nosotros. Que, por su intercesión, obtengamos el perdón de nuestros pecados y vivamos siempre fieles a Ti. Amén.