Salmo 119(118), 66, 68, 76-77, 93-94
"Enséñame, Sálvame, Consuélame: La Súplica del que Ama tu Ley"
“66 Enséñame a juzgar y a conocer con rectitud, porque tengo fe en tus mandamientos... 68 ¡Tú eres bueno y haces el bien: enséñame tus preceptos!... 76 ¡Que tu amor sea mi consuelo, conforme a la promesa que me hiciste! 77 ¡Que tu compasión venga a mí, y yo viviré, porque tu ley es toda mi alegría!... 93 Nunca me olvidaré de tus preceptos, porque por ellos me das la vida. 94 ¡Sálvame, porque soy tuyo y busco tus preceptos!”
Contexto
El Salmo 119 es el salmo más largo de la Biblia, una extensa meditación acróstica (cada sección de ocho versículos comienza con una letra sucesiva del alfabeto hebreo) sobre la belleza, la bondad y la importancia de la Ley de Dios (Torá). El salmo entero es una expresión de profundo amor por la Palabra de Dios, que es vista como la fuente de vida, sabiduría, luz y consuelo. Los versículos seleccionados son súplicas y afirmaciones que brotan de este amor, mostrando la relación íntima y personal del salmista con los mandamientos de Dios.
Tema Central
El tema central de estos versículos es una súplica confiada por la guía, el consuelo y la salvación de Dios, fundamentada en el amor del salmista por la Ley de Dios y en su pertenencia a Él. El salmista pide a Dios que le enseñe, que lo consuele con su amor prometido, y que lo salve porque él ha elegido buscar y vivir según los preceptos divinos, que son su alegría y su vida.
Aplicación a nuestra actualidad
Este pasaje nos ofrece un modelo de cómo debe ser nuestra relación con la Palabra de Dios y cómo debemos orar desde esa relación:
Pedir el Don del Discernimiento: "Enséñame a juzgar y a conocer con rectitud, porque tengo fe en tus mandamientos". El salmista no se considera autosuficiente. Aunque confía en los mandamientos, pide a Dios la capacidad de aplicarlos correctamente, el don del buen juicio y del discernimiento. Es una oración de humildad intelectual y espiritual.
La Bondad de Dios como Fundamento de la Enseñanza: "¡Tú eres bueno y haces el bien: enséñame tus preceptos!". La razón por la que queremos aprender los preceptos de Dios es porque Él es bueno. Sus mandamientos no son arbitrarios, sino una expresión de su bondad, un camino que nos muestra para hacer el bien.
El Amor de Dios como Consuelo: "¡Que tu amor sea mi consuelo, conforme a la promesa que me hiciste!". En los momentos de dificultad o tristeza, el mayor consuelo no es la solución de los problemas, sino la experiencia del amor fiel (jesed) de Dios. El salmista reclama este consuelo, basándose en las "promesas" de Dios.
La Ley de Dios como Alegría y Vida: "...yo viviré, porque tu ley es toda mi alegría... Nunca me olvidaré de tus preceptos, porque por ellos me das la vida". Esta es una perspectiva revolucionaria. La Ley no es un código muerto o una carga, sino una fuente de "alegría" y de "vida". Encontrar deleite en la Palabra de Dios y experimentar que ella nos vivifica es una señal de madurez espiritual.
La Pertenencia como Base de la Súplica de Salvación: "¡Sálvame, porque soy tuyo y busco tus preceptos!". El salmista pide ser salvado no por sus méritos, sino por su pertenencia a Dios ("soy tuyo"). Su esfuerzo por "buscar los preceptos" es la prueba de esta pertenencia. Es una oración de confianza filial: "Sálvame, porque soy de tu familia y estoy tratando de seguir tus caminos".
Este pasaje es una invitación a profundizar nuestro amor por la Palabra de Dios. Nos enseña a pedir a Dios la sabiduría para entenderla y vivirla, a encontrar en su amor el consuelo para nuestras penas, a descubrir en su Ley una fuente de alegría y de vida, y a clamar por su salvación con la confianza de quienes le pertenecen.
Preguntas para la reflexión
¿Pido yo a Dios con la misma humildad que el salmista el "buen juicio y el conocimiento" para aplicar su Palabra a mi vida?
¿Mi motivación para aprender los "preceptos" de Dios es el miedo, o la convicción de que Él "es bueno y hace el bien"?
En mis momentos de tristeza o dificultad, ¿busco mi consuelo principalmente en el "amor" de Dios y en sus promesas?
¿Experimento la Ley del Señor (el Evangelio) como "toda mi alegría" y como la fuente que me "da la vida"?
¿Mi oración por la salvación se basa en la confianza de que "soy tuyo, Señor", y en un deseo sincero de "buscar tus preceptos"?
Oración
Señor, Tú eres bueno y haces el bien; enséñame tus preceptos y dame la gracia de juzgar y conocer con rectitud. Que tu amor sea mi consuelo, conforme a la promesa que me hiciste. Que tu compasión venga a mí, para que yo viva, porque tu ley es toda mi alegría. Nunca me olvidaré de tus mandamientos, porque por ellos me das la vida. Sálvame, Señor, porque soy tuyo y busco cumplir tu voluntad. Amén.