"El Testimonio que Viene del Cielo da Vida Eterna"
«31» El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo está por encima de todos. «32» El da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. «33» El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. «34» El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. «35» El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. «36» El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.»
Contexto
Estas palabras siguen al testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús (quien debe crecer mientras Juan disminuye). Aunque podrían ser una continuación del discurso de Juan Bautista, muchos estudiosos las ven como una reflexión del evangelista Juan (o quizás de Jesús mismo, continuando la conversación con Nicodemo de forma más general). Se enfatiza la superioridad absoluta de Jesús debido a su origen divino ("viene de lo alto", "vino del cielo") en contraste con cualquier figura terrenal, incluido el Bautista. El pasaje subraya la autoridad única del testimonio de Jesús y las consecuencias eternas de aceptarlo o rechazarlo.
Tema Central
El tema central es la autoridad suprema y la verdad definitiva del testimonio de Jesús, que proviene directamente de su comunión íntima con el Padre y del Espíritu recibido sin medida. Aceptar este testimonio es aceptar la veracidad de Dios mismo y conduce a la Vida eterna. Rechazarlo, por el contrario, implica permanecer fuera de esa Vida, bajo las consecuencias del juicio divino ("la ira de Dios"). La fe en el Hijo es presentada como la decisión crucial para la vida o la muerte espiritual.
Aplicación a nuestra actualidad
Este texto nos confronta con la pregunta fundamental: ¿A quién escuchamos realmente? Vivimos rodeados de voces "de la tierra" que nos hablan de cosas terrenales (éxito, placer, poder, opiniones humanas). Jesús, "el que viene de lo alto", nos ofrece un testimonio diferente, uno que ha "visto y oído" directamente de Dios. Su testimonio es la verdad sobre Dios, sobre nosotros mismos y sobre el sentido de la vida. A veces, como dice el texto, nos cuesta recibirlo ("nadie recibe su testimonio"), quizás porque desafía nuestra forma de pensar o nuestros apegos. Pero aceptarlo es "certificar que Dios es veraz", es construir nuestra vida sobre la roca firme de su verdad. Jesús no habla por su cuenta, sino que dice "las palabras de Dios" porque está lleno del Espíritu. Esto nos asegura que sus enseñanzas son el camino seguro. La elección es clara: ¿"Creo en el Hijo"? Creer no es solo aceptar intelectualmente, sino confiar, entregarse, vivir según su testimonio. Hacerlo nos abre a la "Vida eterna", que empieza ya aquí y ahora. Negarse a creer no es tanto atraer un castigo de Dios, sino quedarse voluntariamente fuera de la fuente de la Vida y el Amor, experimentando las consecuencias de esa separación. ¿Qué sentimientos me genera esta elección tan radical? ¿Confianza, miedo, deseo de creer más profundamente?
Preguntas para la reflexión
¿Cuáles son las voces "de la tierra" que más influyen en mis decisiones y mi forma de ver la vida? ¿Cómo puedo dar más espacio y prioridad al testimonio de Jesús, "el que viene de lo alto"?
¿En qué aspectos me cuesta a veces "recibir el testimonio" de Jesús? ¿Qué resistencias encuentro en mí (dudas, miedos, comodidad, otras prioridades)?
¿Cómo puedo experimentar más concretamente que Jesús me comunica "las palabras de Dios" a través del Evangelio, la oración o la enseñanza de la Iglesia?
¿Qué significa para mí hoy "creer en el Hijo" de una manera que me lleve a tener "Vida eterna"? ¿Qué pasos prácticos implica esa fe en mi día a día?
Oración
Señor Jesús, Tú que vienes de lo alto y estás por encima de todo, gracias por traernos el testimonio fiel de lo que has visto y oído junto al Padre. Perdona mi sordera y mi dureza de corazón cuando me cuesta recibir tu Palabra. Abre mis oídos y mi mente para acoger tu verdad que da vida. Dame la gracia de creer en Ti con todo mi ser, de confiar en tus palabras y de experimentar desde ahora la Vida eterna que Tú nos prometes. Que nunca me niegue a creer en Ti, sino que siempre te acoja como mi Señor y mi Salvador. Amén.