Lucas 4, 38-44
"Un Día en Cafarnaúm: Sanación, Oración y la Urgencia de la Misión"
“38 Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. 39 Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. 40 Al atardecer, todos los que tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. 41 De muchos salían demonios, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los increpaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Mesías. 42 Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, trataban de retenerlo para que no se alejara de ellos. 43 Pero él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado». 44 Y recorría las sinagogas de Judea, predicando.”
Contexto
Este pasaje del Evangelio de Lucas describe un día típico e intenso en el ministerio de Jesús en Cafarnaúm, que se ha convertido en su base de operaciones. La escena sigue inmediatamente a la expulsión de un demonio en la sinagoga (Lucas 4,31-37), donde la gente quedó asombrada por su autoridad. Ahora, esa autoridad se manifiesta en la curación de la suegra de Pedro, en una multitud de sanaciones al atardecer, y finalmente, en su clara conciencia de la urgencia y la amplitud de su misión, que lo lleva a dejar la ciudad a pesar de su popularidad.
Tema Central
El tema central es la manifestación del poder compasivo de Jesús, que restaura la salud y libera de la opresión, y la naturaleza de su misión, que no puede ser contenida por un solo lugar o grupo. Se destaca un ritmo en la vida de Jesús: una intensa actividad pública de sanación y enseñanza, seguida de un retiro a la soledad para orar, y culminando con un renovado impulso para llevar la Buena Noticia a otros lugares.
Aplicación a nuestra actualidad
Este "día en la vida de Jesús" es un modelo para nuestra propia vida cristiana y para la misión de la Iglesia:
Del Culto a la Vida: Jesús "al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón". La adoración en la sinagoga (o en nuestra iglesia) debe fluir naturalmente hacia la caridad y el servicio en la vida cotidiana, en el "hogar". La fe no se queda encerrada en el templo.
Sanación que Lleva al Servicio: "En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos". La suegra de Pedro, una vez sanada, no se queda pasivamente disfrutando de su bienestar. Su respuesta inmediata es el servicio. La experiencia de la gracia sanadora de Dios en nuestra vida debe impulsarnos a ponernos al servicio de Jesús y de los demás.
Compasión sin Límites: "Al atardecer, todos los que tenían enfermos... se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba". Jesús no se cansa de acoger y sanar. Su compasión se extiende a "todos" y a "cada uno", mostrando un cuidado personal e individualizado. Nos llama a una caridad que no se agota y que sabe atender a cada persona en su necesidad particular.
La Necesidad de la Oración en la Soledad: "Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto". Después de un día de intensa actividad y éxito, la prioridad de Jesús es la oración, el encuentro a solas con su Padre. Este es un principio vital para nosotros. Cuanto más ocupados estemos o más exigente sea nuestro servicio, más necesitamos retirarnos a "lugares desiertos" para recargar nuestras fuerzas espirituales y reorientar nuestra misión en la oración.
Resistir la Tentación de la Popularidad: "Trataban de retenerlo para que no se alejara de ellos". La gente de Cafarnaúm quiere quedarse con Jesús para ellos solos, poseer el "milagro". Jesús resiste esta tentación de un éxito localizado y cómodo. Nos enseña a no apegarnos a los lugares o a las situaciones donde nos sentimos cómodos o populares, si la misión nos llama a ir más allá.
La Urgencia de la Misión Universal: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia... porque para eso he sido enviado". Jesús tiene una clara conciencia de su misión. No puede ser contenido. El Evangelio es, por naturaleza, expansivo. Nos recuerda que la Buena Noticia es para todos y que no podemos conformarnos con mantenerla dentro de nuestro pequeño círculo.
Este pasaje nos muestra el equilibrio perfecto en la vida de Jesús entre la acción y la contemplación, entre el cuidado de los cercanos y la urgencia de la misión universal. Nos invita a ser personas de oración que sirven, y personas de servicio que oran, resistiendo la tentación de la comodidad para llevar la Buena Noticia a todas partes.
Preguntas para la reflexión
¿Mi experiencia de la liturgia dominical me impulsa a un servicio más concreto en mi "casa" y en mi vida diaria?
Cuando experimento la "sanación" de Dios en mi vida, ¿mi respuesta es la gratitud que se traduce en un servicio a los demás, como la suegra de Pedro?
¿Encuentro un equilibrio entre mi actividad y mi necesidad de "ir a un lugar desierto" para orar? ¿Priorizo mi relación con el Padre como lo hacía Jesús?
¿Cuáles son las "multitudes" o las "comodidades" que a veces "tratan de retenerme" y me impiden llevar el Evangelio a "otras ciudades" o a nuevos ambientes?
¿Tengo yo una conciencia tan clara como la de Jesús sobre mi propia misión en la vida, sabiendo que "para eso he sido enviado/a"?
Oración
Señor Jesús, que pasaste el día sanando a los enfermos y la mañana orando a solas con el Padre. Enséñanos a equilibrar nuestra acción y nuestra contemplación. Sana nuestras dolencias para que podamos ponernos a servir. Danos la fuerza para retirarnos a lugares desiertos y encontrarte en la oración. Y líbranos de la tentación de la comodidad, para que, con un corazón misionero, anunciemos siempre la Buena Noticia del Reino a todas las ciudades. Amén.